VENCE EL MAL CON EL BIEN
VENCE EL MAL CON EL BIEN
En estos últimos tiempos con mucha preocupación somos testigos de cómo va aumentando la maldad. El odio y la venganza han crecido en forma alarmante. En todos los ámbitos de nuestra sociedad vemos enfrentamientos entre familias. Estamos viendo la desintegración de muchas familias por causa de la infidelidad y el divorcio; muchas familias sufren el dolor de la separación de los cónyuges…
Hay personas que se portan con crueldad, no miden hacer daño a sus seres queridos, se ensañan con mano dura contra su propia familia, sin importar el daño que están causando.
Escribo este mensaje, porque una mañana, hace dos semanas atrás me llamó un hermano muy dolido, que está pasando momentos muy difíciles con su familia; me pidió consejo, cómo encarar esa situación.
Hace años atrás, una de sus hijas se divorció con su pareja por motivos de infidelidad y mucha violencia. Del fruto de esa unión tienen una hija, a quien en principio pasaba pensiones y luego se olvida definitivamente.
A este papá, no le interesa compartir con su hija y la niña insiste en ir a ver a su papá… Según me dice este hermano, para él y su familia no hay justicia. Él dice que, pareciera que las autoridades se parcializan con el malhechor y lo peor, dice el hermano: Este papá, al verlos se ríe, como diciendo que no le van a hacer nada, porque sabe que el sale ganador.
Este hermano acongojado y desesperado por esta situación, me dice textualmente: “¿Por qué la vida es tan injusta con mi familia y mi persona? ¿Por qué, esta persona mala ha tenido que cruzarse en nuestro camino?”
Lamentablemente la injusticia reina en este mundo. Uno siente impotencia sin poder hacer nada. Pero, aquellas personas que se empeñan en hacer daño a sus seres queridos, no lograrán su cometido: “No se dejen engañar: nadie puede burlarse de la justicia de Dios. Siempre se cosecha lo que se siembra.” (Gálatas 6:7 NTV).
La parte afectada o la parte inocente, no es necesario que utilice la venganza; eso aumentaría más problemas y enemistades innecesarias. Dios nos pide dejar nuestras cargas a Él: “Si alguien los trata mal, no le paguen con la misma moneda. Al contrario, busquen siempre hacer el bien a todos. Hagan todo lo posible por vivir en paz con todo el mundo. Queridos hermanos, no busquen la venganza, sino dejen que Dios se encargue de castigar a los malvados. Pues en la Biblia Dios dice: A mí me toca vengarme. Yo le daré a cada cual su merecido. Y también dice: Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; si tiene sed, dale de beber. Así harás que le arda la cara de vergüenza. No se dejen vencer por el mal. Al contrario, triunfen sobre el mal haciendo el bien.” (Romanos 12:17-21 TLA).
La única solución es arreglar nuestras vidas con Dios, toda la humanidad tiene una oportunidad para una vida mejor, antes que sea tarde… Puedo dar muchos ejemplos, de aquellas personas que viven bien, hoy ellos pueden sonreír y agradecer a Dios, porque han optado arreglar; estas personas viven en paz con Dios, con ellos mismos y con su familia. Y ellos mismos son ayuda para muchas familias que están atravesando la misma situación que ellos han pasado.
Las personas que acuden a Dios son privilegiadas, porque desde el momento que entregan sus vidas a Dios, son protegidas por Él. La palabra de Dios, dice: “El Señor Todopoderoso me ha enviado con este mensaje contra las naciones que los saquearon a ustedes: «Cualquiera que toca a mi pueblo, toca a la niña de mis ojos. Por eso, yo mismo lucharé contra esas naciones, y haré que sus propios esclavos las saqueen.» Así mostrará su gloria el Señor todopoderoso...” (Zacarías 2:8-9).
Por lo cual, en cualquier situación difícil que pasamos en esta vida, debemos entregar en las manos de Dios, porque Él tiene cuidado de nosotros: “¡Dios… nunca duerme! Dios te cuida y te protege; Dios está siempre a tu lado... Dios te protegerá y te pondrá a salvo de todos los peligros. Dios te cuidará ahora y siempre por dondequiera que vayas.” (Salmos 121:4-8 TLA).
Sin embargo, las personas que hacen daño a su prójimo, y no se arrepienten para arreglar los errores que están cometiendo, el castigo llegará tarde o temprano. Y a la parte inocente o a la persona afectada, Dios la cuidará en toda su vida y el mismo Señor quitará de su corazón, el rencor que le han causado.
¡El Señor, no nos dejará ni nos abandonará!... Diremos como el Salmista: “Sin embargo, siempre he estado contigo. Me has tomado de la mano derecha, me has dirigido con tus consejos y al final me recibirás con honores. ¿A quién tengo en el cielo? ¡Sólo a ti! Estando contigo nada quiero en la tierra.” (Salmos 73:23-25). En este momento tienes a tu alcance la solución, no desaproveches esta oportunidad. Amén.
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