NO JUEGUES CON EL PECADO
NO JUEGUES CON EL PECADO
Quiero comenzar con las palabras de un
predicador, que acertadamente decía, en cuanto a no jugar con el pecado: “…No existe vida sin resbalones y sin
tropezones. Nadie se va a perder porque un día cayó o tropezó. Si te pierdes, va
a ser porque habiendo caído no quisiste levantarte. Porque la vida cristiana es
levantarse y continuar caminando. Pablo dice eso: “Me olvido lo que queda atrás,
me proyecto hacia adelante y prosigo”. Ese verbo proseguir en griego es:
“Lamvanó”, que quiere decir, me levanto y voy, me levanto y voy, me levanto y
voy… No tengas miedo, por más que el diablo te diga que no vales nada, que eres
una basura, que no necesitas, no mereces, no eres digno de ir a la iglesia. ¡Tú
sigue yendo, sigue yendo, sigue yendo! Porque, el Espíritu de Dios va a hacer
maravillas en tu vida con toda seguridad.
Yo
te digo una cosa, si tú te estás preguntando, que has llegado muy lejos como
para volver. ¡Es que no has llegado muy lejos! Es porque todavía el Espíritu Santo
de Dios te está hablando… Ten cuidado con jugar con la vida, porque Dios te
perdona todo, pero la vida no te perdona… El otro día me encontré con un
muchacho, con enfermedad de sida, llorando, me dice: “pastor, Dios no me
perdonó.” Le pregunté: “¿Por qué no te perdonó?” Me dijo: “Porque no me cura el
Sida.” Yo le dije: “No querido, Dios te perdonó, estás salvo, pero, la vida no
te perdona.”
Ten
cuidado de jugar con el pecado… Por ejemplo, un ebrio dirige un carro sin
responsabilidad, cae a un abismo, pierde los dos pies. Después se arrepiente y
recibe la salvación. ¿Dios le perdonó? ¡Claro que SÍ le perdonó! Pero, la vida
no perdona, quedará en una silla de ruedas el resto de su vida. Entonces, sé
consiente que la vida es cruel, la vida es dura. No juegues con el pecado… Y si
estás caminando por caminos peligrosos, hoy es el día de las Buenas Nuevas, hoy
es el día de salvación.” (Ptr. Alejandro Bullón).
Todas las cosas que hacemos, tienen
consecuencias para el futuro: Consecuencias para bien o para mal. La palabra de
Dios habla también, de que uno cosecha lo que siembra “No
os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare,
eso también segará. Porque el que siembra para
su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el Espíritu,
del Espíritu segará vida eterna.” (Gálatas 6:7-8).
Cuando alguien
se vuelve cristiano, en esta vida enfrentará situaciones difíciles, aunque ama
a Jesús y obedece su Palabra, va a fallar y tropezar a lo largo del camino; a
veces, puede incluso avergonzarse del Evangelio. Pero, la buena noticia es: Si sabe
dónde encontrar ayuda, correrá inmediatamente a los pies de su Salvador
Jesucristo. ¡Allí encontrará siempre inmediato socorro! (Hebreos 4:15-16)... Nuevamente
tendrá paz y alegría en su corazón y seguirá caminando en compañía de nuestro amado
Salvador Jesucristo. ¡Qué buena noticia!
La palabra de Dios, en
Hebreos 12:1-2, dice que estamos en una carrera, con
nuestra mirada espiritual en la meta y esto no nos da libertades de gastar
nuestro tiempo, miserablemente en otras cosas que no valen la pena, que no
aprovechan para nada. ¡Esta carrera corremos con la mirada puesta en el
Autor y Consumador de la fe: JESUCRISTO! (Hebreos 12:2)… No pasee, no pierda
tiempo, no vague sin rumbo. Corra la carrera con perseverancia, todo el camino
hasta la línea de llegada, porque no vale la pena desviar nuestra mirada en
otras cosas.
Uno de los
puntos críticos de un cristiano que juega con el pecado, es la desobediencia a
la palabra de Dios. Eso es obedecer a uno mismo sin importar lo que dice Dios,
dejar a un lado la opinión Divina. Desde el primer momento que has decidido
seguir a Cristo, Él iluminó tu entendimiento con su infinita misericordia, para
que comprendieras lo que está escrito en su palabra; ahora que tienes una mente
renovada, tienes que nutrirte continuamente de esa palabra que viene de Dios,
para huir de esos deseos engañosos que muchas veces quieren manifestarse, aun
cuando creemos que estamos obrando bien (2 Timoteo 2:22).
Cuenta una historia, “que unos niños jugaban en el jardín de su
casa, cuando vieron a una pequeña serpiente moverse cerca de un árbol de
manzano, corrieron a perseguirla y molestarla con una rama, la siguieron hasta
cerca de un pozo donde había una gran piedra, al ver que no salía, se
dispusieron a mover la roca, no tenían miedo, porque era pequeña. Al mover la
piedra, salió no solo la serpiente a la que perseguían sino una mucho más
grande, el susto fue tan grande que ambos corrieron a su casa como flechas.”
Los niños no tuvieron miedo porque la
serpiente era pequeña, como también puede ocurrir con nosotros cuando estamos
frente a un ”pequeño pecado” algo aparentemente inofensivo; podemos jugar con
él, perseguirlo y al ver que no pasa nada, desafiarlo. Lo cierto es que con el
pecado no se juega, él no pierde el tiempo porque su propósito es destruirte,
porque el enemigo sabe que Dios te ama y el pecado nos aleja de Él.
Lo cierto es que nadie tropieza con el
pecado, de la noche a la mañana ¿verdad? Es algo progresivo, cuando das lugar al
mal en tu vida, o en algunos casos por el descuido de tu relación con Dios, por
orgullo, dejadez u otros motivos, vienen las desgracias que a uno no le gusta
pasar momentos dolorosos; por eso es esencial hacer caso a lo que dice 1
Corintios 10:12 “Así que, el que piensa estar firme, mire
que no caiga.”
No juegues con el pecado, si eres de las personas que te gusta estar pensando
y buscando cosas misteriosas del mundo, mejor lee la Biblia, canta salmos y ora. Para que la tentación no
se apodere de ti. Vístete de las
armaduras de Dios, como dice el autor del libro de Hebreos: “Por
lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa. Vestíos
de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas
del diablo, porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por
tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo
y, habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñida vuestra cintura con la
verdad, vestidos con la coraza de justicia y calzados los pies con el celo
por anunciar el evangelio de la paz. Sobre todo, tomad el escudo de la fe,
con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. Tomad el yelmo de
la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios. (Efesios 6: 10-17). Amén.
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