¡EL AMOR INCONDICIONAL DE UNA MADRE!
¡EL AMOR INCONDICIONAL DE UNA MADRE!
¿Te has preguntado alguna vez, cómo las madres pueden sentir algo tan intenso hacia sus hijos? Es, precisamente, un sentimiento tan puro y natural que muchas veces escapa de nuestra propia comprensión.
Cuando somos pequeños, nos cuesta entender el amor tan grande que nos tienen nuestras mamás. Es un sentimiento que simplemente nos parece natural, pero no comprendemos. A medida que crecemos, nos damos cuenta de que el amor de una madre es único y es capaz de superar cualquier otro sentimiento en el mundo.
Vamos a leer una carta real de una madre, dirigido a su hijo, dice: “Hola hijo(a) te escribo para proponerte un trato, lo he pensado mucho y nos convendría a los dos, pero no te voy a obligar a que lo aceptes, pero déjame explicarte de qué trata:
No te pongas triste, pero todos algún día vamos a dejar este cuerpo, algunos antes otros después, pero a todos nos llegará la hora, estoy segura que ese día tu estarás muy triste, ya te veo con tu traje de negro, viajando y llegando a como de lugar para despedirte, con una corona de rosas, o tal vez un ramo de rosas. Me lloraras, y así sucesivamente, trataras de cumplir todos los protocolos de un fallecimiento.
Bueno aquí va mi trato… que te parece si en vez de llevarme rosas cuando muera, me las traes ahora, al fin al cabo de muerta qué más da, ni las voy a ver lo bellas que son y menos a sentir su aroma.
Qué te parece si ese día de seguro todos tomarán café en mi velorio, vienes ahora y nos tomamos ese café, de seguro que va estar más rico de los que prepararán ese día, tú sabes que yo tengo mi secreto para el café y lo acompañamos con esos panecillos que tanto te gustan.
Que te parece si en vez de venir en mi velorio de traje negro elegante, vienes hoy con un traje de cualquier color y nos vamos a comer algún restaurante muy bonito, no te preocupes yo pago.
Me imagino que ese día vendrás con tu pareja y tus hijos, y todos estarán con la cara triste, y si lo cambiamos porque vengas ahora y cocino algo rico, para tu pareja y tus hijos, y miramos películas como cuando eras niño o salimos a pasear todos juntos, y comemos helados, tú sabes que me encanta.
Qué te parece si en vez de viajar desesperado por llegar a mi velorio ese día, vienes ahora y me disfrutas que estoy viva, ¡muerta para que!, ni vamos a poder conversar, te podría platicar tantas cosas, que te parece si te das una pausa y charlamos…
Dime hijo(a) qué te parece mi trato, te lo cambio por el día de mi muerte, ese día no vengas, ven hoy y así disfrutamos los dos.
Tu madre que te ama mucho.”
Dicen, que: “En vida hay que honrar a los papás…” Cuando se van de esta tierra, cualquier buen intento de hacerles feliz, es en vano. Porque ellos ya no aprovechan para nada…
Muchos, después de la muerte hacen un sacrificio enorme, hasta llegan a endeudarse para hacerles una fiesta o una bonita “Covacha” o “Mausoleo”, para que se vea más bonita que de todos.
Pero, ¿por qué pasa esto? Es la ausencia que nos lastima y recién despertamos a la realidad, nos hace falta esas palabras que nos digan: ¿Hijito cómo estás? Para ellas, sin importar como son los hijos, el hijo es lo máximo, el héroe y el mejor de todos… Nadie más reemplazará a esa persona bendita, que nos llevó en su vientre, nos cuidó y nos ayudó en todo momento. Es la única que ha estado en las buenas y en las malas a nuestro lado.
Pero, cuando se han ido de esta vida, ya no podemos hablar, abrazar, ni compartir algo con esa persona que se ha ido... Para mí, cada año el 27 de mayo son recuerdos y lágrimas.
Y quiero contarles… Eran carnavales de 1988, un miércoles por la tarde, alguien llamó a la puerta. Podía percibir en mi corazón que no eran buenas noticias. Abro la puerta, la persona que estaba parada en frente mío tenía un semblante caído y con una expresión de dolor. Antes que vierta esas palabras, que nunca hubiese querido escuchar… Mi cuerpo se estremeció… Me dijo: “Tu mamá ha fallecido...” Era la noticia más triste de mi vida, un sudor frío invadió mi cuerpo, un dolor profundo en mi corazón, me llené de angustia, una sensación de desfallecer…
Lamentablemente, allí comenzó mi calvario, mi dolor. Sentí que una parte de mi vida se había ido…
¿Cómo olvidar a la madre que se sacrificó por nosotros? Ellas han trabajado sin escatimar el esfuerzo, el clima o distancia (lo han hecho por amor), prefirieron soportar hambre para que sus hijos coman, ni se han vestido bien para que tengan abrigo sus hijos… Y ahora que son ancianas ¿La abandonarán?... Muchos lo han olvidado. Con tristeza vemos en las noticias, madres abandonadas a su suerte… ¿Cómo olvidarlas a esos seres tan maravillosos que Dios nos ha dado?
Quiero recordarles a todos los hijos, cuando eran pequeños ellas se ingeniaban cosas que ni nos imaginamos, ni recordamos. Hemos olvidado. ¿Verdad? Frases hermosas, para convencer a sus pequeños hijos. Por ejemplo, para que coman, levantan la cuchara y dicen casi recitando: “… Avioncito, avioncito, aterriza recto a la boquita…” Cuando logran comer, se sienten dichosas, porque su hijo ha comido. Exclaman con alegría: “Estoy feliz, mi hijito ha comido”... ¡Qué tiernas palabras! ¿Quién, otra persona pudo haberlo hecho?... Cuando su hijo se enferma, se convierte en enfermera, médico, farmacéutica y nutricionista. Si no puede sanar, con lágrimas busca ayuda donde puede.
Parece que a algunos hijos se les ha olvidado, todo lo que han hecho sus madres y el trato que han recibido. Muchas veces hemos visto con pánico, el trato que están dando a sus ancianas madres; las tratan con crueldad: “Si quiere que coma, sino, que deje ahí… esta vieja.” ¿Es exagerado y fuerte lo que digo? No. Así se escucha muchas veces, tal vez tú también has escuchado.
Por ese motivo exhorto y animo a los hijos que aún viven sus amadas madres, hoy tienen una bonita oportunidad para HONRAR. Por eso Dios recomienda a los hijos, con estas palabras: “Honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya bien” (Éxodo 20:12; Deuteronomio 5:16; Mateo 15:4; Efesios 6:2-3). ¡PARA QUE TE VAYA BIEN!
¿Qué entendemos por honrar?:
Valorarlos. Valoramos a nuestros padres agradeciendo por todo lo que han hecho por nosotros, teniendo en cuenta sus consejos. La Palabra de Dios dice que “Corona de los viejos son los nietos, Y la honra de los hijos, sus padres.”, es decir, que los hijos deben sentirse contentos por sus papás, de haber sido conducidos por el buen camino. (Proverbios 17:6).
Aceptar su autoridad. Los papás que aman a sus hijos, reclamarán por algo que están haciendo mal antes que sean dañados, aconsejarán a sus hijos por amor. Es muy difícil pensar que una madre, observe los errores al hijo por algo que está haciendo, por molestarlos o por hacerles daño.
Dios dice: “Hijo mío, presta atención cuando tu padre te corrige; no descuides la instrucción de tu madre.” (Proverbios 1:8 NTV). También, Colosenses 3:20 les dice: “Hijos, sean obedientes a sus padres en todo, porque esto es muy agradable en el Señor”.
Tratarlos con respeto: “Cada uno de ustedes tenga gran respeto por su madre y su padre…” (Levítico 19:3 NTV). Por lo general, el respeto se ve en lo que decimos y en cómo lo decimos.
Es verdad que, en ocasiones, algunos padres no comportan como es debido, y quizás a sus hijos les cueste respetarlos. Aun así, los hijos deben mostrarles respeto: “El que desobedece y desprecia a sus padres, (merece lo peor)...” (Proverbios 30:17).
Cuidar de ellos. Abandonando a sus padres cuando ya son viejitos, que ya no pueden valerse por ellos mismos, están cometiendo una falta grave: “Porque Dios dijo: Obedezcan y cuiden a su padre y a su madre; la persona que maltrate a su padre o a su madre tendrá que morir.” (Mateo 15:4).
Para que nos demos cuenta, el mismo Señor Jesucristo nos dejó un ejemplo. Vamos a leer en Juan 19:25-27, dice: “Cerca de la cruz estaban María la madre de Jesús, María la esposa de Cleofás y tía de Jesús, y María Magdalena. Cuando Jesús vio a su madre junto al discípulo preferido, le dijo a ella: «Madre, ahí tienes a tu hijo.» Después le dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre.» Y a partir de ese momento, el discípulo llevó a María a su propia casa.”
Stevie Wonder, dijo: “Si el amor es dulce como una flor, entonces mi madre es esa dulce flor del amor.”
Adriana Trigiani, dijo: “Me gusta cuando mi madre sonríe. Y me gusta especialmente cuando la hago sonreír”.
¡FELICIDADES A TODAS LAS MADRES DEL MUNDO, EN ESPECIAL A MI AMADA ESPOSA Y A MIS CUATRO HIJAS!
¡DIOS LES DE MUCHA FORTALEZA Y SABIDURÍA!
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