¡EL 2024 JESUCRISTO SERÁ EL MISMO!
¡EL 2024 JESUCRISTO SERÁ EL MISMO!
Un día, una niña llamada Alicia pensó: “Quisiera conocer a Dios. ¿Dónde lo podré encontrar?”.
Dios escuchó su pregunta y a la mañana siguiente le regaló un bello amanecer. Pero Alicia no le dio importancia. En el colegio, le hizo la misma pregunta a la profesora de religión y ella le respondió:
– Dedica todos los días unos minutos a estar en silencio y sentirás a Dios.
Alicia lo intentó, pero no lo consiguió, pues le gustaba mucho hablar.
Dios deseaba que Alicia lo encontrara, así que siguió enviándole señales de su presencia. Una tarde, unos pajaritos se posaron en su ventana y comenzaron a piar una bella melodía, pero Alicia estaba tan distraída jugando que no los oyó.
Domingo salió a pasear al parque y entró en una iglesia. Pero, allí vio personas que cantaban alegres a Dios, no le llamó la atención y se marchó de allí.
Cuando llegó a su casa, su madre se acercó y le dio un beso. Alicia no se dio cuenta; estaba muy ensimismada pensando en cómo podía encontrar a Dios.
Esa misma noche se acostó muy triste porque le parecía que era imposible encontrarse con Dios. Pero mientras dormía, Dios le dijo en sueños:
– Alicia, hoy te he enviado muchas señales: el bello amanecer, los pajaritos, la iglesia y el beso de tu mamá. Todos son regalos para que te puedas encontrar conmigo.
Al día siguiente, Alicia sintió un cambio muy importante en su interior. Al fin lo había encontrado. Sintió que Dios estaba en su corazón, en las personas cercanas y en la naturaleza.
Dios es el mismo, ayer, hoy y por siempre… Si por las circunstancias de la vida, piensas que Dios te ha abandonado… El siempre ha estado a tu lado, también estará este año que comienza. La palabra de Dios, dice: “Jesucristo nunca cambia: es el mismo ayer, hoy y siempre.” (Hebreos 13:8)
Sin duda, al creyente le sirve de mucho consuelo saber que, a pesar de todos los cambios que se producen en el mundo con el correr del tiempo, Cristo siempre es y seguirá siendo el mismo de ayer, hoy y siempre. Y qué consigna mejor para que el cristiano emprenda el año nuevo, que ésta: ¡Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos!
Tú que conoces a Cristo y has llegado a saber que el Señor es bueno; tú que has experimentado, probado y visto lo bondadoso que es el Señor; cuán rico es Él en gracia y misericordia; cuán fiel y poderoso es para remediar todos los males… Pienso que hoy tanto como ayer, este año que se inicia como el que acaba de concluir, y también por toda la eternidad, este Cristo es siempre el mismo. Para Él no existe la posibilidad de cambiar. Él es el “Padre de las eternidades”, totalmente inmutable. Él es el mismo en cualquier cambio de tiempos y estaciones. Cada día vemos su Bondad, su Amor y su Misericordia en nuestra familia y en nuestra vida.
Solamente para nosotros en esta tierra, mientras vivimos en este mundo hay noche y día y hay cambios en la naturaleza, se producen alteraciones y cambios dentro de nosotros, en nuestras percepciones, pensamientos y sentimientos. Pero Jesucristo permanece inmutable, siempre igual. ¡Él no cambia nunca!
Si en este momento recordamos, que Él en su infinito amor, sin mérito alguno de nuestra parte, nos ha perdonado todos nuestros pecados; nos justificó solo por gracia cuando aún éramos crueles pecadores… entonces tenemos que alegrarnos sabiendo que hará lo mismo todos los días con nosotros… Así como nos ha consolado en el pasado, lo mismo lo hará en este año 2024.
Si recordamos bien, Él nos ha rescatado de la perdición, entonces podemos estar seguros que nuestro amado Padre Celestial nos ayudará y nos cuidará hasta el día de nuestra partida de este mundo. Y cuando estemos en Su Gloria, viviremos con Él. (Isaías 46:3-4).
“Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos!” ¡Todavía no ha agotado su misericordia! “Él nos amó primero” (1 Juan 4:19) ¡Qué consuelo para ti y para mí! En este mundo lleno de maldad, necesitamos ese consuelo y ayuda poderosa. “Jesucristo es el mismo ayer y hoy, y por los siglos”.
Así como en el pasado muchos pecadores se han convertido, Dios les ha perdonado aún sus transgresiones muy detestables y graves, también en el presente hará lo mismo con nosotros. Si a una famosa pecadora, que lloraba arrepentida a los pies del Señor, le dijo: “Tu fe te ha salvado, ve en paz!” (Lucas 7:50); si ha Saulo de Tarso, que había sido, “blasfemo, perseguidor, e injuriador” le concedió pleno perdón y le dio el apostolado” (1 Timoteo 1:13); y si a Davíd, quien después de haber disfrutado inmensas bendiciones cayó en abominables pecados, le permitió recuperar la gracia y le concedió el perdón… Entonces podemos creer que la gracia de Cristo, nuestro Señor, no tiene fin, y que Él aún desea perdonar todas las transgresiones, a todos los que le invocan.
Sí, cuando vemos cómo nunca se enojó con las fallas de sus discípulos, Él se sentaba a dialogar y mostrarle y enseñarle la verdad, jamás los rechazó o despreció; podemos estar seguros de que tampoco nunca se cansará de apiadarse de nosotros.
¡Qué maravilloso es Jesucristo, sigue siendo así todavía hoy! Para nosotros es una alegría, que Jesucristo sea “¡el mismo, ayer, y hoy, y por los siglos!” Recordar esto nos da ánimo y estímulo para nuestra fe. Si los tiempos cambian, y surgen tempestades o a nuestro alrededor se torna oscuro, el cristiano puede decir confiadamente: “¡Roca de la eternidad… ! a tu sombra descanso y encuentro mucho alivio!” (Isaías 26:4-0).
Oh Señor Jesucristo: Tú eres mi fortaleza y mi Redentor; mi Dios y mi consuelo. “Tú eres siempre el mismo, y tus años no se acabarán” (Salmos 102:27). Amén. (Mensaje escrito en base del Devocional de Carl Olav Rosenius)
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