¡NO QUIERO SER CRISTIANO…!
¡NO QUIERO SER CRISTIANO…!
Cuántas veces escuchamos o hemos dicho nosotros mismos: “No quiero ir a la iglesia , me miran mal, por eso prefiero ser como soy y estar en mi casa…” o hemos dicho o escuchado: “Fallo demasiado, no creo que Dios quiera perdonarme.” Para este último argumento, Jesucristo dice: “Yo, el Hijo del hombre, he venido para buscar y salvar a los que viven (perdidos) alejados de Dios.” (Lucas 19:10 TLA) y en el Antiguo Testamento, dice: “Pero acerca de Israel dice: Todo el día extendí mis manos a un pueblo rebelde y contradictor.” (Romanos 10:21)
¿Quieres saber claramente qué piensa Dios y qué quiere hacer Él con nosotros? Entonces mira la historia de Israel. Mira cómo trató a unos y otros: A los pobres pecadores que se arrepintieron, y qué pasó con los infieles y rebeldes.
Observa qué hará Dios con los que no quieren hacer caso a su llamado al arrepentimiento y a los que prefieren seguir practicando el pecado, viviendo vanidosamente. Presta atención también a lo que hará con aquellos que son muy religiosos y celosos de Dios, pero confían en sus propias obras y en su propia justicia. La palabra de Dios dice que a ellos “... traerá juicio… sobre los que se niegan a obedecer la Buena Noticia de nuestro Señor Jesús.” (2 Tesalonicenses 1:8 NTV).
Lo que Dios ha hecho con los israelitas que fueron tercos e infieles, también hará con los cristianos infieles y tercos. El profeta Isaías dijo: “Mas ellos fueron rebeldes e hicieron enojar su santo Espíritu; por lo cual se les volvió enemigos, y Él mismo peleó contra ellos” (63:10).
Hizo lo que había dicho en otro lugar: “Por cuanto llamé y no quisisteis oír; extendí mi mano y no hubo quien entendiese... también yo me reiré en vuestra calamidad, y me burlaré cuando os viniere lo que teméis, y vuestra calamidad llegare como un torbellino. Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán” (Proverbios 1:24, 26-28).
El Señor hizo esto al castigar a Israel, especialmente cuando Jerusalén fue destruida. Entonces hubo tal lamento en la ciudad, que hasta las piedras casi se partieron. Pero el cielo era como cobre, porque estaba cerrado a toda oración. Ahora el turno de no escuchar le tocaba a Dios, así como ellos no lo habían escuchado a Él.
Así procede el Señor. Durante cierto tiempo, Él extiende sus manos llenas de gracia a los pecadores, y los invita a que vengan a Él. Pero cuando el tiempo de gracia se acaba, viene el juicio sin misericordia. ¡Oh, que todos despertemos y nos demos cuenta que el Señor sigue siendo el mismo! ¡Sus advertencias a los cristianos infieles son tan ciertas, como las advertencias dio a los israelitas infieles!
Pero así como Dios es un temible Juez sobre los que le desprecian, así también, Él concede su gracia sin límites sobre los que oyen su voz y vienen a sus pies. Observa cómo Él describe su persistente espera con la gente “rebelde y contradictoria” y recuerda nuevamente que Él es siempre el mismo. Hoy es igual como era antes, y será siempre igual. ¿Y qué dice de sí mismo?: “Todo el día extendí mis manos”.
Así está Él en estos momentos, con sus manos extendidas hacia todos los que quieren ser salvos y venir a Él. Nuestro Salvador Jesucristo dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). “Y el que a mí viene, no lo echo fuera” (Juan 6:37). Esto es lo mismo que decir: “Todo el día extendí mis manos...”
Puede ser que digas: “Sí, pero esa gracia sólo es para las personas sin fallas, obedientes y arrepentidas... ¡No para mí! Porque yo soy demasiado desobediente y cada vez fallo. A veces, siento que no merezco que tengan misericordia de nadie, ni me tengan compasión, porque he hecho cosas malas… tal vez, Dios, ni quiera perdonarme!”
Pero fíjate lo que dice el texto: No dice que Dios extendió todo el día sus manos a un pueblo perfecto, sin fallas y siempre obedientes. No, todo lo contrario: “A un pueblo rebelde y contradictor”. Pero, ¿cómo hay que entender esto? ¿Fueron rechazadas las personas que dieron la espalda a Dios? Sí, el que resiste siempre a Dios, elige condenarse. Pero Dios siempre es como Él dice.
La cuestión es si Él puede dar su gracia, siendo que tú eres tan desobediente. Te contesto: No olvides que la gracia en el corazón de Dios es libre e independiente de tu piedad. Recuerda cómo Él vino a Adán con el mensaje del Evangelio, en el primer día de la caída en el pecado. En esos momentos Adán estaba tan lleno de maldad y amargado, que quiso echarle la culpa de todo a Dios. Y a pesar de eso, Dios vino a Adán con el mensaje de gracia.
Mira al padre del hijo pródigo: Cuando el hijo miserable: “aún estaba lejos, lo vio, su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello y lo besó” (Lucas 15:20). Con este ejemplo Jesús está describiendo el corazón de Dios.
Si permaneces para siempre en “un país lejano”, permanecerás para siempre lejos de la gracia de Dios y de la bienaventuranza; pero el corazón del Padre siempre será igual. Los brazos del Padre están abiertos para ti, mientras dure tu tiempo de gracia, mientras Él siga llamándote. Todo el día Él extiende sus manos a gente rebelde y contradictoria.
Quizás quieras desechar tu maldad y desobediencia; deseas creer y obedecer, pero cada día compruebas el poder de tu naturaleza corrupta y pecadora, quiere desobedecer en pensamientos, palabras, y obras malas; pero buscas gracia y consuelo, perdón y ayuda contra estos males a los pies de Cristo. Eso significa que has sido buscado y hallado por tu Padre Celestial. La desobediencia contra el Evangelio ha sido rota, y ahora estás en los brazos de tu amado Padre. ¡Solo Él es tu paz y refugio para siempre!
No olvidemos nunca que este texto nos asegura que Dios extiende sus manos todo el día a gente rebelde y contradictoria. Por eso, la persona que sufre, rechaza su propia desobediencia y sinceramente desea creer y obedecer a Dios, será recibida por Él con amor y placer… Gracias sean dadas a nuestro Señor Jesucristo, por este mensaje. Amén.
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