¡CUIDADO...! ¡EN EL FINAL DE LOS TIEMPOS, VIENEN DÍAS PELIGROSOS!

 ¡CUIDADO...!

¡EN EL FINAL DE LOS TIEMPOS, VIENEN DIAS PELIGROSOS!


Estamos en tiempos muy difíciles en todo aspecto, las noticias negativas y dolorosas aumentan cada día. A pesar de todo lo que estamos viviendo tal como nos ha prevenido Dios para estos últimos tiempos, la gente se dirige camino a la muerte eterna.

No se dan cuenta que estamos todavía en tiempo de gracia, el Señor misericordioso y amoroso está todavía con brazos abiertos para perdonarnos, Él está tocando la puerta de nuestro corazón (Apocalipsis 3:0); un día muy cercano, acabará esos momentos de privilegio que la tenemos hoy… Lo que viene es terrible, viene el juicio final. 

Nuestro Señor Jesucristo que ahora está ofreciéndonos con brazos abiertos la salvación, un día esta oportunidad se cerrará y Él volverá como Juez, para juzgar a cada uno: para los que han rechazado, el castigo eterno del infierno para siempre y para sus hijos corona de vida y la felicidad para siempre (Mateo 13:41-43).

La palabra de Dios nos adelanta, lo que va a pasar en el día del juicio final, dice: “Entonces comenzarán ustedes a decir: “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras calles.” Pero Él les contestará: “No sé de dónde son ustedes. ¡Apártense de mí, malhechores!” Entonces vendrán el llanto y la desesperación, al ver que Abraham, Isaac, Jacob y todos los profetas están en el reino de Dios, y que ustedes son echados fuera.” (Lucas 13:26-27 DHH).


Para esas personas que caminan a ciegas, que rechazan con cinismo la salvación, quedarán avergonzados y se perderán eternamente… Hoy este bello mensaje se predica frente a ellos y son llamados a la salvación sin límites; si hoy permiten entrar a Jesucristo en su corazón, Él les abrirá los ojos espirituales para que vean con claridad el propósito de sus vidas, lo que Dios quiere para ellos. 

El día del juicio final para esas personas que han rechazado el Evangelio de Jesucristo, será el día más triste de sus vidas, será un día de gran dolor que nunca jamás hayan experimentado en esta tierra. 

Hoy en día, muchos están confundidos con tantos movimientos religiosos, sin saber qué iglesia es la verdadera. Lo peor, pareciera que algunos se muestran muy “perfectos” sin error y son calificados como grandes teólogos. A la vista de las personas es como si ya fuesen salvos pero, en el cielo tal vez ni los veamos; lo mismo pasa, con los que a veces consideramos que fallan mucho y que están perdidos; pero, ellos están luchando con sus errores, buscando ayuda todos los días en Jesucristo y tal vez a ellos sì los veamos en el cielo. ¡En el Reino de Dios, vamos a tener muchas sorpresas!

Para confirmar lo que he dicho anteriormente, les voy a contar lo que Jesucristo contó en una oportunidad a sus discípulos, de dos hombres que estaban orando en el templo: Uno era publicano, hombre aparentemente perdido para la sociedad y el otro fariseo, aparentemente cumplidor de la ley de Dios. 

Lucas relata en el capítulo 18, versículo 11a14, dice: “El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano. Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro…”

La clave y lo interesante en todo esto es, la relación personal con Dios, es cuando nos refugiamos solo en las obras perfectas de Jesucristo, vivir bajo el perdón de Dios, y nuestra salvación es solo por los méritos de Cristo y no por nuestras obras. Nuestra salvación ya se hizo en el Gólgota, donde Jesucristo declaró: “…consumado es…” (Juan 19:30)... Te pregunto: ¿Vives estrechamente con tu Salvador? ¿Conoces bien a Él? y ¿Él te conoce a ti?


En el día del juicio, los que anduvieron con Él, muchos de ellos nuevamente lo van a ver. Por ejemplo los vecinos de José y María, amigos y familiares, todos van a pensar que Jesús los va a reconocer, pero están equivocados… O en nuestros días pasa lo mismo, muchos hablan en nombre de Dios y piensan que es garantía de salvación.

Hay algunos que han escuchado la enseñanza de Jesus, que han comido y bebido delante de Él; pero a pesar de esto van a pasar la eternidad junto con el diablo y sus ángeles en el fuego inextinguible del infierno.

¿Cómo es esto posible? ¡Hablar de Él no basta! Muchos pueden hablar de Jesucristo, pero nunca llegaron a conocer de verdad y de cerca a Jesús. La palabra de Dios dice: “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad.” (Mateo 7:21-23).

Tener interés por Jesús no es suficiente. Tampoco basta tener simpatía ni admiración. Jesús no busca nuestra compasión. No, Él te pide que le entregues tu corazón impuro. Él quiere vivir contigo, quiere conversar cada día, quiere que le escuches su voz cuando te llama, por medio de Su palabra (la Biblia) y de esa manera vivir en estrecha relación.

Ahora, nuevamente te pregunto: ¿Se lo has entregado tu vida a Él? ¿Vives cada día y cada instante de tu vida con Él? ¿Jesucristo, ya ha hecho una vivienda de tu corazón quebrantado y arrepentido?


Con tantas señales que estamos pasando, nos acercamos al fin del mundo, incluso al mismo día del juicio final. Cuando pensamos en nuestros familiares, se nos estremece el cuerpo… Necesitamos orar por ellos y hablarles del Evangelio; es tan evidente todo lo que está pasando para quienes tienen ojos para ver y no dejar pasar este día, antes de entregar nuestras vidas a Dios.

Porque en el día del juicio final, Jesús sólo conocerá a quienes haya conocido verdaderamente aquí en esta tierra. Él quiere entrar en tu corazón. Si lo dejas entrar, te limpiará. Su sangre reconciliadora te hará blanco como la nieve. ¡Qué amor más grande! ¿Cómo desperdiciarla?

Si lo permites hacerlo aquí en la tierra, vas a ser uno de aquellos a quien Él conozca en la eternidad. 

A ti apreciado hermano en Cristo, quiero decirte: Durante toda tu vida te ha acompañado. Cada día te ha cubierto con su gracia. Y también te ha vestido con ropas de salvación. Eres la novia a quién Él anhela tomar de la mano para llevar al Salón del Cielo. Sí, bienaventurado eres si Jesús sabe quien eres: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.” (Juan 10:27-28). 

Apreciado lector, no dejes pasar esta oportunidad que Dios te da por medio de este mensaje. Por medio de esta meditación Jesucristo está tocando la puerta de tu corazón (Apocalipsis 3:20). Si abres, Él entrará en tu vida y vivirá contigo, serás nueva criatura (2 Corintios 5:17). Amén.




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