QUÉ HACER CUANDO ESTÁS TRISTE Y TE SIENTES SOLO

 QUÉ HACER CUANDO ESTÁS TRISTE Y TE SIENTES SOLO


No todo en la vida son buenas noticias. Desde que los primeros hombres cayeron en el pecado, entró la maldición a la tierra y por lo tanto, la tristeza y el sufrimiento es el pan de cada día. A veces nos atormentan demasiado. Sabemos que, no hay un solo ser humano que no sufra en esta vida y pase por un valle de lágrimas. En algunos casos, muchos llegan al foso de la desesperación.

Pero, eso no implica que no tengamos ayuda, hay una luz de esperanza para tí y para mí. Como dice el Salmista David: “Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.  Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.” (Salmos 23:3-4).


He descubierto, que la diferencia está en quedarnos en el sufrimiento o salir victoriosos de esa situación: Es, cuando una persona afronta la tristeza como una lección, sale adelante en la vida. Sin embargo, si deja que ese desconsuelo se apropie de su corazón, es fácil quedar atrapados en las garras del desánimo y la depresión.


La Palabra de Dios nos ofrece consuelo y ayuda para esos momentos y nos recuerda que los sufrimientos de este mundo son pasajeras, por eso necesitamos los consejos que Dios nos da; para nuestra alegría, son consejos de vida eterna. Solo Él puede ofrecernos paz, tranquilidad y felicidad que nos ayudan en esta vida. (Juan 14:26-27).


¿Qué hacer si estás triste?



Llora si estás con ganas de llorar. La tristeza es una emoción como cualquier otra. Tienes derecho a sentirte triste y llorar si lo necesitas. No es fácil saber qué hacer cuando estás triste.  No pasa nada, a veces la mejor forma de cambiar algo es entregarse en las manos de Dios y dejar de luchar con nuestras fuerzas, es llorar a los pies de Jesucristo. No tenemos porqué sentirnos infelices, porque todo proceso lleva su tiempo.


No te enfoques en: “Qué pasará mañana o qué voy a hacer ahora.” Eso nos llevará a aferrarnos a ese problema, a esos interrogantes toda la vida, y no nos dejarán en libertad. Sabemos muy bien, una emoción, como cualquier otra, al igual que viene, se va. Pero, entrégale a Cristo y déjalo allí y no trates de recogerlo nuevamente.


No te aísles. La tendencia a aislarse contribuye a hacernos sentir aún peor cuando estamos tristes. Si bien es verdad que hay momentos en los que necesitamos estar en soledad, para desahogarnos en oración y llorar si es posible. 

 

Habla sobre ello, con una persona de confianza. Porque, cuando nos sentimos tristes en soledad por mucho tiempo, el enemigo aprovecha para ponernos en situación más difíciles todavía… Siempre encontraremos al menos una persona dispuesta a escuchar: El pastor de la iglesia, un consejero cristiano, un hermano en Cristo, un amigo o un familiar.


Algunas veces, puedes salir a la calle y despejar la mente. Si pasamos todo el día dentro de nuestra burbuja (la casa), sin querer hablar con nadie, el ambiente acabará viciado y acabará con nosotros. Hay más oxígeno ahí afuera que dentro de la casa, ¡sal a respirar!


En algunos casos hacer deporte ayuda muchísimo, además de ayudarnos a desconectar y liberar emociones, provoca que generemos una serie de hormonas que contribuyen a mantener un estado de ánimo positivo contra la tristeza y la soledad, porque la toxicidad del cuerpo sale cuando hacemos deporte.

¿A quién acudir en busca de ayuda?


De la misma forma que acudimos a un médico cuando nos duele algo en el cuerpo, ¿por qué no acudir a Dios cuando nos duele el corazón? Psicología quiere decir: “Estudio del alma.”  Quien conoce nuestra alma con más claridad, mejor que cualquier ser humano, es DIOS. El mismo creador del alma y cuerpo del hombre.


Él es el que ha diseñado, según Su imagen y semejanza (Génesis 1:26-27). Él ha diseñado el cuerpo humano y Él es el dueño de nuestras vidas. ¡Todo eso fue por amor! Claro ejemplo, cuando Dios vio que el hombre estaba perdido camino a la muerte eterna, no escatimó enviar a su único Hijo, directo al sacrificio en favor de nosotros, entregándose voluntariamente a ese cruel sufrimiento. (Juan 3:16)


¿Acaso, son mentiras las promesas de Dios? ¿Todo lo que está escrito en la Biblia, son palabras vanas? ¡No! ¡No lo son! ¡Dios no miente! La Biblia está llena de palabras de ánimo y fortaleza, para que nosotros levantemos la cabeza y miremos a nuestro Padre amoroso en nuestra necesidad (Salmos 121:1-8), y recibamos aliento y consuelo que tanto necesitamos.



Por último, comparto con ustedes, algunos textos que les ayudará a refugiarse en Jesucristo, que todo lo sabe y  entiende todo lo que nos está pasando… Recuerden, que Él una vez fue humano y también sufrió:

“El Señor mismo marchará al frente de ti y estará contigo; nunca te dejará ni te abandonará. No temas ni te desanimes.” (Deuteronomio 31:8 NBD)

“No temas, estoy contigo. Yo soy tu Dios, no tengas miedo. Te fortaleceré, sí, te ayudaré. Te salvaré con mi mano victoriosa.” (Isaías 41:10 PDT)

“Dios escucha a los suyos y los libra de su angustia.” (Salmos 34:17 TLA)

“Cuando al Señor le agrada nuestra vida, nos guía para que no caigamos. Si tropezamos en el camino, no caeremos porque el Señor estará allí para sostenernos e impulsarnos.” (Salmos 37:23-24 PDT)

“Puse mi esperanza en el Señor, y Él se inclinó para escuchar mis gritos; me salvó de la fosa mortal, me libró de hundirme en el pantano. Afirmó mis pies sobre una roca; dio firmeza a mis pisadas. Hizo brotar de mis labios un nuevo canto, un canto de alabanza a nuestro Dios. Muchos, al ver esto, se sintieron conmovidos y pusieron su confianza en el Señor.” (Salmos 40:1-3 DHH)

“¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza, y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!” (Salmos 42:11 NVI)

“Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso y la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros.” (2 Corintios 1:3-4 NTV). 

“Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar.” (Mateo 11:28).Amén.


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