¿CUÁNDO VOY A ENCONTRAR LA AYUDA QUE NECESITO?
¿CUÁNDO VOY A ENCONTRAR LA AYUDA QUE NECESITO?
Cuando enfrentamos algún problema difícil de solucionar, tambalea nuestra fe, sufrimos y nos quejamos. Aún peor, cuando pasan días y no encontramos solución… Las dudas aumentan, nos desesperamos y decidimos hacer lo que nos parezca, queriendo encontrar una salida rápida… nos preguntamos: ¿Cuándo voy a encontrar ayuda necesaria? ¿Hasta cuando voy a sufrir?
En los años ochenta hubo una sequía de magnitudes preocupantes en nuestro país, a muchos nos ha puesto de rodillas y a muchos ha hecho llorar al ver tanta desesperación a nuestro alrededor. Recuerdo con mucha tristeza, las pezuñas de las ovejas sangraban, por escarbar la tierra para sacar la raíz de los pastos.
En algunos pueblos, convocaban al poblado para concentrarse y hacer rogativas y en uno de esos pueblos, la autoridad convocó a la concentración en la plaza principal, para pedir a Dios lluvia. Dice la historia, todos han ido con un dolor en el corazón, aunque algunos no estaban seguros si Dios iba a responder o no… Pero, de todo el pueblo, solo había una niña de cinco años, que fue a la concentración con un paraguas en la mano.
Esta niña de tan tierna edad, estaba segura, si algo pedía a Dios, Él es bueno y va a responder. Ella estaba segura que Dios por amor va a hacer llover… Eso es fe, y eso es lo que dice la palabra de Dios en Hebreos 11:1-40, en ella habla de muchos hombres de fe que alcanzaron la gloria de Dios.
El versículo uno, en la versión “Traducción en Lenguaje Actual”, dice: “Confiar en Dios es estar totalmente seguro de que uno va a recibir lo que espera. Es estar convencido de que algo existe, aun cuando no se pueda ver.” Hoy nuestra meditación viene del Devocional “Cada día con Dios”, Rosenius toma el texto de Romanos 4:19, dice: “Y (Abraham) no se debilitó en la fe.”
Hablando de Abraham, dice: “No se debilitó en la fe”, o sea, mantuvo una fe firme y fuerte. Sin embargo, no hay que pensar que Abraham nunca debió luchar contra la duda, o que jamás sintió también una fe débil, que otros santos generalmente sufrieron.
Con razón Abraham fue llamado: “El padre de la fe”. (Gálatas 3:7). La primera prueba que pasó, Dios llamó a salir de su familia, dice: “Un día el Señor le dijo a Abram: Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, para ir a la tierra que yo te voy a mostrar… Abram salió de Harán tal como el Señor se lo había ordenado. Tenía setenta y cinco años cuando salió de allá para ir a la tierra de Canaán…” (Génesis 12:1-5 DHH). Abraham salió de su pueblo sin saber a donde ir, pero, Dios sí sabía dónde llevar a su siervo.
En la renovación de la promesa de que Abraham tendría un hijo (Génesis 17:4-8), Abraham no pudo evitar pensar en su propia edad avanzada y en la de Sara, su mujer. Se rió y dijo dentro de sí: “¿A un hombre de cien años le ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?” (Génesis 17:17). Y luego empezó a conversar con Dios sobre Ismael, parece que estaba pensando que él iba a ser su heredero (Génesis 17:18). Antes había pensado que su siervo Eliezer le iba a heredar (Génesis 15:2). Pero a pesar de todo el apóstol afirma que Abraham “no se debilitó en la fe”. Con eso nos da una muy importante lección sobre la naturaleza de la fe, sobre su fortaleza y su debilidad.
Otra de las pruebas duras que pasó Abraham, fue cuando Dios dijo que sacrificara a su único hijo, en Génesis 22:1-19. Esa confianza de Abraham en un Dios lleno de misericordia y amor, ha tenido un valor muy grande, porque Abraham no vaciló en su fe: “Nunca dudó de que Dios cumpliría su promesa. Al contrario, su confianza era cada vez más firme, y daba gracias a Dios.” Y lo más hermoso de confiar en Dios, pase lo que pase, Abraham por su fe firme, fue llamado amigo de Dios: “Así se cumplió la Escritura que dice: «Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia», y fue llamado amigo de Dios.” (Santiago 2:23 NVI).
Generalmente pensamos que la fuerza de la fe, debe manifestarse en una persona que grita al predicar, al saludar aprieta fuerte las manos o siempre sonríe o en un espíritu permanentemente alegre y valiente; y que, en cambio pensamos que, en el miedo y la preocupación, indican una fe débil. ¡No es así! Aquí podemos aprender de Abraham, él tuvo una fe fuerte en medio de sus sufrimientos, dudas y temores, su fe era fuerte. ¿Para quien es alegría, cuando Dios pide sacrificar a su hijo?
La verdad es que la fuerza de la fe se manifiesta realmente en medio de nuestra tribulación, no en la felicidad. Aparentar alegría o aparentar ser valiente, muchas veces es disimular en realidad lo que está pasando en la vida. Pero, confiar en las promesas del Señor, ser valiente y feliz, frente a situaciones preocupantes, eso sí es señal de una fe firme.
Abraham no se debilitó, él luchó aún contra su propia razón (tener un hijo en su avanzada edad), él salió victorioso gracias al poder de Dios. Resistió en esa lucha. No permitió que la duda y la razón humana opaque su fe. La promesa de Dios y la esperanza permanecieron vivos en él, no desaparecieron de su corazón. Siguió esperando su cumplimiento, por absurdo que pareciera.
El apóstol Pablo explica en qué consistía la fortaleza de la fe de Abraham, cuando dice: “...al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto (siendo de casi cien años), o la esterilidad de la matriz de Sara” (Romanos 4:19). Estoy seguro que Abraham ha sentido el peso de su edad de casi cien años, viejo. No hizo caso al diablo, ni a su propia razón corrupta ni a la esterilidad de Sara... Lo maravilloso de Abraham fue su fe firme y no prestó atención a esos pensamientos que venían a él. No permitió en esas observaciones de la razón humana, ni permitió que lo deprimiera.
Su fuerza estaba en Dios y en lo que había dicho el Omnipotente: “... Esta promesa se la hizo Dios a Abraham porque Abraham creyó en Él, que es el único Dios con poder para resucitar a los muertos y para crear cosas nuevas.” (Romanos 4:17). Este Dios le había prometido un hijo. Él es el creador del cielo y la tierra, y Él no puede mentir. Eso importaba mucho más que los cuerpos envejecidos de él y de su esposa Sara.
Si queremos ser cristianos y perseverar en la fe en todos los extraños caminos de Dios, ciertamente necesitamos aprender de Abraham y ejercitarnos en esa fe. De modo que no le hagamos caso a nuestro cristianismo y a nuestras obras meritorias medio muertos, para ser salvos, mantengamos nuestra vista espiritual solo en Jesucristo, que todo lo hizo por nosotros y en Él somos más que victoriosos (Hebreos 12:2).
Apreciado hermano, ¿estás pasando por una situación difícil y no has recibido respuesta de Dios? ¿Vienen dudas, si Dios te va ha responder o no? ¡Jesucristo ha muerto para salvarte, porque te ama! (Juan 3:16)
¡Él está a tu lado para ayudarte!… Te aseguro, Dios es fiel, Él viene en tu ayuda, Él cumple su promesa. Escucha lo que te dice: “Ustedes viven siempre angustiados y preocupados. Vengan a mí, y yo los haré descansar.” (Mateo 11:28); Va a llegar pronto esa ayuda esperada y va a llegar ese descanso en tu corazón, que tanto estás esperando “… ¿acaso puede una madre olvidar o dejar de amar a su hijo? Y aunque ella lo olvidara, yo no me olvidaré de ti.” (Isaías 49:15),
Dios nunca te va a abandonar y dejarte solo, porque: “El Señor es mi poderoso protector; en Él confié plenamente, y Él me ayudó. Mi corazón está alegre; cantaré y daré gracias al Señor. El Señor es la fuerza de su pueblo; es ayuda y refugio de su rey escogido.” (Salmos 28:7-8).
Solo Dios nos puede sacar de nuestro miedo y nos llena de alegría: Le pedí a Dios que me ayudara, y su respuesta fue positiva:¡me libró del miedo que tenía! Los que a él acuden se llenan de alegría y jamás pasan vergüenzas.” (Salmos 34:4-5 TLA). Amén.
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