¡AYUDA! LA ANSIEDAD ME ESTÁ MATANDO
¡AYUDA! LA ANSIEDAD ME ESTÁ MATANDO
Justo hoy en la mañana, una persona muy preocupada me contó lo que estaba pasando con él y me he puesto a escribir para ayudarle, me dijo: “Estos días la ansiedad ha estado abatiendo mi alma. Busqué a Dios desesperadamente. Pero, parece no llegar a mi vida. Me siento más impaciente y con mucha ansiedad, reaccionó negativamente en todo. No tengo paz.” Con lágrima en los ojos, seguía diciéndome: “Son los problemas, preocupaciones y responsabilidades que me quitan el aliento de vivir una vida plena en Jesucristo.” (Juan 10:10).
La ansiedad, sin lugar a dudas, indica que no hay paz en el corazón. Esto, indica una preocupación excesiva por los asuntos de esta vida, y una falta de interés en las cosas de Dios. Nos quitan totalmente la atención que deberíamos tener en el Señor y por lo cual, perdemos muchas esperanzas y bendiciones.
Solo desesperarse sin buscar ayuda, es alejarse más de Dios. Sabemos quién da la paz y de dónde viene esa ayuda necesaria, es de Dios. Cuando uno se encuentra en esta situación, uno no puede asimilar y nos ahogamos más en el problema. Con razón el Señor nos amonesta acerca de este peligro: “Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:34 RVR1960).
Cuando la palabra de Dios habla del afán de este siglo, no quiere decir que está hablando solo de vicios, sino una preocupación excesiva por asuntos de interés diario como: el empleo, el negocio, la educación, y los problemas ordinarios de la vida. La solución nos da el versículo 33 de Mateo capítulo 6, dice: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” ¡Ahí está la solución!
Por medio de esta experiencia, nuevamente el Señor me ha hecho recordar, el texto de Lucas 8:14 NVI, dice: “La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran.” (Lucas 8:14 NVI)
El problema es la gran cantidad de responsabilidades terrenales que uno lleva sobre los hombros, y esto opaca nuestras vidas y nos conducen a tomar decisiones inadecuadas, más atención en cosas que nosotros mismos no tenemos la capacidad de solucionar y el resultado: “Tomar más atención en estas cosas y por lo cual, no hay tiempo para Dios”.
Aunque nos ponemos a leer la palabra, lo hacemos apresuradamente, sin concentrarnos en lo que estamos leyendo; te pregunto, cuando lees: ¿De verdad estás escuchando lo que te está diciendo el Señor? ¿Cuándo oras estás conversando atentamente con Él? O ¿los afanes de esta vida han quitado o están quitando toda la atención? ¿Todo lo que haces para Dios, tiene importancia en tu vida? O ¿Esas preocupaciones sin medida, son como espinas que están ahogando la planta de tu fe? ¿Está pasando lo mismo como lo explica el Señor en la parábola del sembrador?
Unos dicen: “No tengo tiempo para orar, peor para estudiar la Biblia, porque tengo que hacer esto y aquello...” Actúan como si lo terrenal y temporal es lo que verdaderamente vale la pena hacer; mientras que lo espiritual y eterno se puede descuidar y poner en segundo plano continuamente. ¡A tal punto es seducida y enceguecida el alma!
¡Qué terrible desprecio a Dios! y ¡Qué terrible desprecio a tu propia alma, por privar del alimento espiritual que viene de Dios para ponernos paz! Tenemos la oportunidad de comunicarnos con el Todopoderoso Creador de los cielos y la tierra, con nuestro amado Salvador, que quiere colmarnos de bendiciones, y sin embargo decimos que no tenemos tiempo para ello. Pero, sí tenemos tiempo para hablar de una y de mil cosas con otras personas.
¿Sabes hermano? Estamos a tiempo y hay solución, todavía el Señor, con una sonrisa de oreja a oreja, con brazos abiertos, nos está diciendo: “Vengan ahora. Vamos a resolver este asunto —dice el Señor—. Aunque sus pecados sean como la escarlata, yo los haré tan blancos como la nieve. Aunque sean rojos como el carmesí, yo los haré tan blancos como la lana. Si tan solo me obedecen, tendrán comida en abundancia.” (Isaías 1:18-19 NTV). ¿Escucharás o darás oídos sordos a este llamado?
Como seres humanos que dependemos el cien por ciento del Señor, la felicidad viene solo de Él. Solo Él nos da esa paz y victoria sobre toda dificultad que nos venga en la vida: “Bienaventurado todo aquel que teme a Jehová, que anda en sus caminos.” (Salmos 128:1 RVR1960); “Los que están atentos a la instrucción prosperarán; los que confían en el Señor se llenarán de gozo.” (Proverbios 16:20 NTV); Jesús respondió: Pero aún más bendito es todo el que escucha la palabra de Dios y la pone en práctica. (Lucas 11:28 NTV).
Antes que vayas a tu Padre, si decides en este momento buscar ayuda en Él, vendrá primero Él para darte un abrazo de bienvenida y paz en tu corazón, como lo hizo el padre del hijo pródigo: “Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” (Lucas 15:20 RVR1960). Amén.
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