¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON LOS CRISTIANOS HOY EN DIA?

 ¿QUÉ ESTÁ PASANDO CON LOS CRISTIANOS HOY EN DIA?


Los expertos dicen que la hipotermia es el descenso de la temperatura corporal por debajo de los 35°C, es peligroso. Pero lo más peligroso de la hipotermia, es que no aparece de inmediato, sino que se da de forma tan gradual que la persona posiblemente no se dará cuenta que la está sufriendo hasta que ya es muy tarde.


En lo espiritual pasa exactamente lo mismo, el enfriamiento espiritual de un cristiano, no es algo que se da inmediatamente, sino que es algo que poco a poco va ocurriendo. Muchos cristianos no nos damos cuenta de que, aunque estamos congregándonos en una iglesia, aunque somos servidores de los ministerios de la iglesia, o aunque seamos líderes, diáconos o hasta pastores de una iglesia, podemos estar en un proceso de enfriamiento espiritual y no lo hemos reconocido.


Los acontecimientos que estamos presenciando en estos últimos años, contribuyen al enfriamiento espiritual, estamos sufriendo muchas señales que narra la Biblia para los últimos tiempos… Entonces debe hacernos reaccionar para tomar más en serio nuestra profesión, tenemos que despertar y prepararnos a lo que viene todavía.


¿Sabes lo que pasará mañana? Hoy estamos tranquilos sin sobresaltos, apenas pasando la feroz pandemia que hemos experimentado. A la verdad deberíamos considerarnos sobrevivientes y héroes de la terrible enfermedad de COVID-19. Pero, ¿Quién nos asegura que vienen días sin sobresaltos, sin enfermedades o sin problemas en esta tierra?


La palabra de Dios nos advierte que debemos estar preparados, para lo que viene en el futuro, habrá acontecimientos que hará estremecer la tierra y sus moradores. Por ejemplo algunos señales, dicen: El suceso frecuente de terremotos, hambrunas, epidemias y guerras (Mateo 24:6-8), la desolación de las iglesias y el enfriamiento del amor de los creyentes (Mateo 24:12), la aparición de falsos cristos (Mateo 24:4-5), etc. etc.


Y luego vendrá el fin:“Vendrá hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación.” (Jn.5:28-29). 


Cuánto daño y debilidad causa a los cristianos nuestro enemigo, el diablo, cuando logra echar un manto de indiferencia sobre el tremendo final de nuestra existencia temporal… A veces vemos a cristianos caminar como “zombies”, la necesidad material y ocupaciones terrenales han ganado terreno en sus vidas, ya no sienten la necesidad de trabajar para Dios. De ese modo todos los temas espirituales pierden importancia. Ya no resulta urgente estar seguros de tener una buena relación con Dios. 


Se puede seguir comiendo, bebiendo y durmiendo tranquilo, aun sin saber si se irá a parar al cielo o al infierno. Ya no tiene importancia preocuparse por la Palabra de Dios y la adoración, o por nuestra reconciliación con el prójimo ofendido, o darle un testimonio alentador a un hermano. 



Tampoco hay interés en hacer o sufrir algo por amor a Cristo. No se quiere perder las comodidades o los placeres de la vida por seguir a Cristo, ni hacer un sacrificio que le cause dolor al corazón, ni privarse de algo por amor a Él. Así somos cuando flaquea nuestra fe. Esto es lo que ocurre cuando no creemos firmemente en el grandioso y bendito fin de nuestra vida terrenal, y no lo tenemos continuamente ante nuestros ojos. 


Tal vez esperábamos ser más felices en esta vida, pero desde que hemos llegado a esta tierra, hemos sufrido de alguna manera… Y algunos de nosotros hemos entregado nuestras vidas a Dios, pensando vivir sin problemas y sin sufrimientos, como nos han dicho algunos “pastores mentirosos”. Y entonces, lamentamos, suspiramos diciendo: “¡Ah! ¡soy un desdichado que no debería nacer! ¡No es como me han dicho los cristianos!” Pensando en todo eso, uno se desanima y pierde la fe


No es verdad, no buscamos la dicha y felicidad en esta tierra. ¡Necesitamos mirar la vida con los ojos de la fe, para percibir el plan de salvación de Dios! Si es así, vamos a descubrir ciertamente que no hemos perdido la oportunidad de ser felices, sino que nuestra felicidad está en Cristo Jesús, ha sido preservada para otro tiempo, para ser disfrutada en otro mundo, donde nuestra dicha será plena y eterna (Apocalipsis 21:1-3). 


Cuando tenemos conciencia y certeza de este bello mensaje, nos quedamos tan contentos con Dios y sonreímos en medio de la tormenta (Salmos 23:4). Sabiendo que, con la ayuda divina, todo es diferente que ni siquiera deseamos otra cosa que la bendita comunión con Él, y sentimos la máxima alegría y el mayor de los deleites con tener “sólo” a Dios (Salmos 3:5; 34:6-8). 


Tenemos un buen ejemplo de esto en el Salmo 73. Ahí, el salmista Asaf primero confiesa que sintió envidia al ver la prosperidad y felicidad de los impíos, mientras que él y los justos se hallaban tan golpeados y castigados, que exclamó: “Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia” (v.13). 


Pero, observemos cómo superó esa prueba: “Cuando pensé saber esto, fue duro trabajo para mí. Hasta que entrando en el santuario de Dios, comprendí el fin de ellos. ¡Cómo han sido asolados de repente! Perecieron, se consumieron de terrores...Más en cuanto a mí, me has guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria” (vs.16-24). 


Tener “sólo” a Dios de su lado dejó tan contento a su corazón, que terminó diciendo: “Fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; más la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre”(vs.25,26). 


Rosenius, dice: “Estos son los resultados de entrar al santuario de Dios, meditar en las maravillas de la divina providencia y percibir lo que yace oculto bajo el manto de la vida presente. Es decir, la inmensa y eterna desgracia oculta bajo las ropas finas y los espléndidos banquetes del hombre rico y la inmensa y eterna felicidad cubierta por los harapos y las llagas del pobre Lázaro (Lc.16)”.


Querido hermano, despierta y mira al cielo, pronto llega nuestra alegría completa, nos iremos donde Dios está preparando un lugar hermoso para cada uno de nosotros (Apocalipsis 21:1-3). Jesucristo pronto vuelve para llevarnos (Juan 14:1-6). Antes que sea tarde ven a Cristo, pide perdón y comienza a reunirte con tus hermanos en Cristo y trabajar en la iglesia, eso es la alegría que llena de paz nuestro corazón. 


John Knox, dijo: “Vivir en Cristo, vivir en Cristo, y la carne no necesitaría temer la muerte.” Y Hudson Taylor, el fundador de la “China Inland Mission”, en sus últimos meses de su vida habló a un amigo las siguientes palabras:  “Soy tan débil que no puedo leer mi Biblia.  Tampoco puedo orar.  La única cosa que puedo hacer es acostarme en los brazos de Dios como un pequeño niño y confiar”. - Our Daily Bread (Nuestro Pan de Cada Día), 1 de Enero, 1994. Amén.


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