¡NO LLORES TU AMOROSO PASTOR VIENE POR TI!
¡NO LLORES TU AMOROSO PASTOR VIENE POR TI!
Quiero comenzar felicitando a todos los mentores de mi país, hoy 6 de junio recordamos el día del Maestro, un día memorable e importante... FELIZ DÍA DEL MAESTRO especialmente a mis amados hijos que son grandes maestros… A continuación comparto con ustedes un mensaje donde quiero presentarles al Maestro de maestros: Jesucristo. Él dijo: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.” (Juan 13:13 NVI).
Nuestro gran Maestro Jesucristo es el buen Pastor, que ha dado su vida por sus ovejas y Él nos cuida cada día de nuestra vida, así dice la palabra de Dios en Juan 10:11; Mateo 28:20 y Deuteronomio 31:6.
Un pastor cuenta de su experiencia y dice: “Eran las 2:38 a.m. y solo dieciocho grados afuera. Estaba durmiendo profundamente en mi cálida y cómoda cama cuando escuché un gruñido profundo y fuertes ladridos en nuestro patio. Dos perros grandes estaban atacando a nuestros corderos y a nuestro caballo de tres meses.
El escenario de la pesadilla de todo pastor estaba sucediendo frente a mis ojos. ¿Qué podía hacer? Para cuando me vestí y salí corriendo, la batalla de supervivencia había comenzado. Como pastor, usé el poder a mi disposición para terminar con uno de los perros que atacaba y ahuyenté al otro.
Esta vez ganó el pastor, y los animales estuvieron a salvo con otro día de vida. ¿Pero, y la próxima vez? ¿Voy a estar siempre allí para mi pequeño rebaño de ovejas?”
Este pastor, termina diciendo: “David también era pastor. Él entendió mi trabajo y cómo aplicarlo a las personas. Es por eso que a menudo recurro al Salmo 23 para alentarme a mí mismo, cuando enfrento alguna dificultad en mi vida.”
Al igual que la experiencia del pastor de la anterior historia, cada vez que leo Salmos 23, es como el Señor me dijera: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10).
Salmos 23, me muestra que soy como esa oveja indefensa, que necesita el cuidado constante de su Pastor... Vamos a leer lo que dice este hermoso pasaje de Salmos 23:1-6, y vamos a leer en la versión Nueva Traducción Viviente:
“1 El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito.
2 En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos.
3 Él renueva mis fuerzas. Me guía por sendas correctas, y así da honra a su nombre.
4 Aun cuando yo pase por el valle más oscuro, no temeré, porque tú estás a mi lado. Tu vara y tu cayado me protegen y me confortan.
5 Me preparas un banquete en presencia de mis enemigos. Me honras ungiendo mi cabeza con aceite. Mi copa se desborda de bendiciones.
6 Ciertamente tu bondad y tu amor inagotable me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor viviré por siempre.
¡Qué palabras llenas de amor y misericordia, que nos levanta el ánimo! Especialmente, en estos tiempos difíciles que estamos pasando, vienen como un refrigerio a nuestra alma y podemos sonreír, sabiendo que nuestro Pastor Todopoderoso está a nuestro lado para cuidarnos, proveernos lo necesario y guiarnos por el camino correcto, hasta que nos vayamos a nuestra morada eterna.
La maldad y el peligro en el mundo, han crecido de manera sorprendente; basta ver las noticias en la televisión y escuchar la radio. Muchos desventurados lejos del Pastor sufren las consecuencias, porque están siendo devorados por el lobo (satanás) (Juan 10:10 a)... Entonces, para salir de la vida de soledad o del desamparo que uno vive, hoy es un día oportuno y favorable para escuchar la voz del buen Pastor: “Mis ovejas escuchan mi voz...” (Juan 10:27 NTV). Si escuchamos su llamado, Él nos llevará al redil donde pertenecemos para estar en paz y protegidos.
Isaías 40:11, dice: “Como un pastor que cuida su rebaño, recoge los corderos en sus brazos; los lleva junto a su pecho, y guía con cuidado a las recién paridas.” Cuando somos conscientes de esa realidad, sin la protección del buen Pastor estamos en serios problemas, lejos: en la oscuridad, en la falsedad e inestabilidad de este mundo y de nuestro propio corazón; necesitamos una ayuda poderosa, porque nuestro enemigo es más poderoso que nosotros; por nosotros mismos no podemos, estamos totalmente perdidos; queriendo encontrar el camino correcto, nos perdemos más y más…
El peligro que cada uno de nosotros enfrentamos no es chiste, enfrentamos a un poderoso enemigo. Las crueles intenciones de la maldad extrema del diablo es destruirnos. Es muy claro lo que dice la palabra de Dios, al referirse a este personaje: “Príncipe de las tinieblas.” (Juan 14:30; Efesios 2:2), “un león rugiente a quien devorar.” (1 Pedro 5:8)… Solo Jesucristo es más poderoso que este enemigo, Él al resucitar triunfante del sepulcro selló la victoria para siempre... Escuchemos el peligro que corremos sin Jesucristo: “El propósito del ladrón (diablo) es robar, matar y destruir…” (Juan 10:10 NTV).
Finalmente, el peligro de la cantidad de doctrinas que dan vueltas por todo el mundo… comenzamos a sentirnos inseguros y a temblar de miedo de ser devorados, preguntándonos: ¿Cuál es el camino verdadero? Entonces, es cuando escuchamos las palabras amorosas de nuestro Señor, que Él es nuestro fiel Pastor, nos sentimos felices y reconfortados. ¡Qué consolador es saber que podemos acudir a nuestro Pastor! Reconocemos nuestra impotencia como esas ovejas indefensas.
Jesucristo es el buen Pastor, que dio su vida para evitar que sus amadas e indefensas ovejas se pierdan. Qué alentador es recordar que Él es mi buen Pastor; cuando observo con preocupación los peligros que vienen a la “manada pequeña” (Lucas 12:32); con sólo un pequeño engaño ¡pueden ser engañados! Qué alentador saber que Aquél, a quien le fue dado todo el poder en el cielo y en la tierra (Mateo 28:18), ¡es el Pastor de esas ovejas! ¡Él las alimentará, cuidará y guardará!
En todo lo que hemos dicho, para recibir la protección de Dios, tenemos que considerarnos todos, pobres pecadores, como esas ovejas indefensas. Somos como esas ovejas perdidas e incapaces de atendernos a nosotras mismas, o de defendernos contra el lobo (el diablo); y por consiguiente, necesitamos vivir enteramente dependientes y unidos a nuestro buen Pastor. (Juan 10:11).
Tenemos que borrar definitivamente de nuestras mentes ese pensamiento e imaginación, que tenemos suficiente inteligencia y fuerza en nosotros mismos para defendernos de los ataques más peligrosos que vienen al ser humano. Frente a este pensamiento, la Palabra de Dios declara lo contrario: “Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios.Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno” (Salmos 14:2-3).
El apóstol Pablo, también dice: “A una se hicieron inútiles” (Romanos 3:12). Y: “No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo como de nosotros mismos” (2 Corintios 3:5), sino que Dios es quien obra en nosotros “tanto el querer como el hacer, por su buena voluntad ” (Filipenses 2:13).
Nosotros mismos nos damos cuenta, cuando vemos en nosotros claramente lo que debemos hacer no lo hacemos, somos tan impotentes para realizarlo, que muchas veces tenemos que llorar, sufrir y clamar como Pablo: “Yo soy carnal, vendido al pecado. Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino que lo que aborrezco, eso hago” (Romanos 7:14-15).
¡Apreciado hermano, tú que te afliges con la idea e intención de hacer algo para alcanzar tu salvación… por favor, reflexiona una vez más en esas palabras de San Pablo! ¡Tú no tienes tanta dignidad o capacidad! ¡Eres apenas una oveja! Inclínate ante el Señor y confiesa como el rey David: “¡Yo anduve errante como oveja extraviada. Busca a tu siervo!” (Salmos 119:176). ¡Aleluya bendito sea Dios Todopoderoso para siempre!
Apreciado lector, en este momento ¡Reconoce que no eres capaz de nada, ni siquiera de pensar correctamente delante del Señor! Pídele al Señor ayuda y Él te dará entendimiento como un regalo precioso para tu vida... Lo tendrás, a Él le complace concederte, porque te ama (Juan 3:16).
Recibe este inmenso consuelo: ¡Nuestro amado Señor Jesucristo declara que es nuestro pastor! La tarea del pastor es cuidar de las ovejas, y no esperar que las ovejas por ellas mismas sepan protegerse o que se pongan en guardia contra el lobo o que sepan enfrentarlo y someterlo por sí mismas.
Todo esto está a cargo del pastor, que no pregunta si las ovejas merecen o no esa atención. Ese cuidado está en la vocación del pastor. Recuerda que el Señor Jesucristo dice: “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.” (Juan 10:11 NVI). ¿En quién otro podríamos confiar, si no en nuestro amoroso y misericordioso Salvador Jesucristo? Amén.
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