¿COMO PUEDE SER, QUE UNO SE CONVIERTE EN PERSONA NUEVA?

 ¿COMO PUEDE SER, QUE UNO SE CONVIERTE EN PERSONA NUEVA?


Una mañana al leer el devocional: “Cada día con Dios” de Rosenius, recibimos un mensaje hermoso, de parte de Dios, que nos recordó que somos personas nuevas. Nos alegramos en gran manera al sentirnos personas especiales, por el milagro tan grande que Dios ha hecho en nosotros, solo por los méritos de su amado Hijo Jesucristo… Apocalipsis 21:5, dice: “He aquí, yo hago nuevas todas las cosas”.


Las “cosas nuevas” que el Señor crea en nosotros por medio del Evangelio, demuestran que nacimos del Espíritu; y que somos nuevas criaturas (Juan 3:3-5) … Como ilustración comparto una anécdota: Una vez una mujer fue presentada a un predicador, con las siguientes palabras: - “¡Esta es la señora María, una mujer de mucha fe!” -


La señora María, miró al presentador con una mirada de disgusto, e inmediatamente dijo: “Se equivoca usted. Soy una mujer de poca fe, pero tengo un gran Señor que se llama Jesús. Él es todo para mí. Él es mi Salvador.” ... Cuando una persona entrega su vida a Jesucristo, esa es la experiencia que tenemos en nuestro nuevo nacimiento… En ese momento acaban nuestros propios méritos, nuestras fuerzas vienen de Él, y todo es nuevo, experimentamos una nueva vida, por estar unidos a Cristo (2 Corintios 5:17).



Analizaremos las cosas que están presentes en la vida de las personas que han nacido de nuevo: No sólo es nuestra mirada o lo que escuchamos, lo más importante que ocurre en nosotros es que tenemos un nuevo corazón y, por lo tanto, nuestros pensamientos son nuevos. De allí nace una nueva manera de hablar, una nueva vida con Dios y una buena relación con nuestro prójimo. (Lucas 6:46). 


Por ejemplo: Antes de nacer espiritualmente, leíamos la biblia o escuchábamos mensajes, no comprendíamos realmente el mensaje, era más o menos aburrido ¿Verdad?... Escuchábamos acerca del terrible Juicio Final y la condenación eterna (que será horrible), aunque reconocimos que así dice la Palabra de Dios y lo que dice es verdad; pero, parece que no pasa nada en nuestro interior, seguíamos comiendo y durmiendo sin preocuparnos, como si nada pasara. 


Ocurre lo contrario cuando entregamos nuestra vida a Jesucristo... Después de haber nacido de nuevo, el mensaje de Dios produce un efecto diferente; la Palabra de Dios ilumina y dirige nuestra vida. Antes teníamos nuestra propia opinión de la vida y de Jesucristo, según nuestros intereses y gustos, aún podíamos acomodar la palabra de Dios a nuestra manera. ¡Pero, ahora, lo que dice Dios, decide sobre nuestras opiniones e ideas! 


Antes, nos consolamos pensando bien de nosotros mismos, por nuestro buen comportamiento y creímos que, de esa manera, teníamos buena relación con Dios. Aún sin el Evangelio de Cristo, podíamos decir: “Soy una buena persona, y no soy malo como mi vecino...” Pero, ahora nos sentimos frustrados con nosotros mismos, frente a la ley de Dios estamos perdidos y nos sentimos el peor pecador del mundo, así no podemos vivir en paz con Dios. ¡Solamente tenemos consuelo y paz en las obras de Cristo y su Evangelio!


Entonces, ¿qué ha pasado en nosotros? ¡El cambio más importante ha ocurrido en nuestro interior, hemos recibido un nuevo corazón! Tenemos nuestro mayor deleite en cosas que anteriormente nos aburrían y rechazamos, porque no nos gustaban. Ahora rechazamos y detestamos cosas que antes nos gustaban mucho. La palabra de Dios, dice: “... de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34). 


Para entender mejor lo que estamos diciendo, antes podíamos pasar largas horas en conversaciones superficiales y vulgares, no éramos capaces de hablar cinco minutos del Salvador Jesucristo. Espiritualmente estábamos ciegos y sordos. Pero, después de haber recibido el nuevo nacimiento, no hay velo que nos cubra la vista, podemos ver con mucha claridad todas las cosas, ahora podemos hablar con más interés, de Dios, su Palabra y su gracia salvadora.


También nuestra vida cambia. Antes podíamos vivir libremente de acuerdo a nuestra voluntad y deseos carnales, ahora hemos recibido dos nuevas actitudes: Amor por lo puro, recto y santo, y rechazo por el pecado... Resumiendo, ahora vivimos en un mundo nuevo, con nuevas tristezas y alegrías, nuevos temores y esperanzas. Estamos en una nueva relación con Dios, con nosotros mismos, y con nuestros prójimos... 


¡Qué gozo incomparable! ¡Ahora vivimos estrechamente con Dios! Antes Él era un perfecto desconocido, o nada más que un severo Juez que nos castiga; pero ahora, es nuestro querido y amado Padre celestial... Recuerdo, cuando tenía 6 años más o menos, asistíamos a la iglesia con mi mamá y al entrar, temblaba de miedo cuando veía las estatuas dentro y peor cuando mi mamá me decía: “No te vas a reír, te va a castigar el santo…” Pensaba que era malo el Dios a quien mis papás servían.


Muchos años después, encontré a un Dios diferente a lo que creían mis padres. Encontré a un Dios misericordioso, lleno de amor… ¡En este momento, me da mucha alegría presentarte y hablarte de Él! Ese Dios que sirvo, me ha dado descanso y paz, Él es mi fortaleza en medio de la tormenta, Él pelea por mí, contra esta corrupción de la carne, el diablo y el mundo, que antes era normal en mi vida, mi Señor y Salvador Jesucristo lo hace por mí y Él es mi amigo (Juan 15:13). 


Mis sufrimientos y tormentos dentro de mí, sin poder encontrar paz en mi corazón, solo quedan como recuerdos pasados… Con razón el Apóstol Pablo dice: “Las cosas viejas pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). Nuevos corazones, nueva vida... es algo maravilloso, Dios ha obrado en nosotros solo por los méritos de su Hijo amado (Jesucristo). Ningún poder humano es capaz de producir estos cambios.



Viendo todos estos milagros, ¿no vamos a dar gracias a Dios? ¿no le vamos a alabar con todas nuestras fuerzas por su inmensa bondad?... Apreciado lector, que estás leyendo este mensaje, tal vez me digas: “Todavía no he experimentado este cambio en mi vida” Mi respuesta: ¡Necesitas nacer de nuevo y necesitas una nueva creación espiritual, luego verás con tus propios ojos los milagros de Dios, en tu vida y familia ¡Entrega tu corazón a Jesucristo, pero, entrégale todo y verás la gloria de Dios! ¡!


Quiero terminar este mensaje, con la explicación que da Rosenius: “Todo lo nuevo que ha sido engendrado en nosotros, se ha producido tan sólo por la gracia de Dios, mediante la promesa del Evangelio de Jesucristo. La ley no lo pudo lograr, como dijera el apóstol: “Aquel que os suministra el Espíritu, y hace maravillas entre vosotros, ¿lo hace por las obras de la ley, o por el oír con fe?” (Gálatas 3:5). Solamente por la promesa de perdón y salvación en Cristo, la nueva vida espiritual ha surgido en nosotros. Y esto generalmente sucede inmediatamente después de que nos hemos despertado de nosotros mismos.


A los cristianos acertadamente se nos llama: “Hijos de la promesa” (Gá.4:28). Solamente éstos son hijos de Dios. Por medio de la fe en las promesas de Dios, llegamos a ser verdaderos israelitas. Porque no son miembros del pueblo de Dios los que descienden físicamente de Abraham, sino los que creen en la simiente prometida al patriarca Abraham. Como también lo explica San Juan en el primer capítulo de su evangelio, al hablar de los hijos de Dios.


Allí dice: “A todos los que... creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1:12-13).” Amén.




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