¡DE QUÉ TE QUEJAS... ÉL LO QUE HACE ES CUIDARTE!
¡DE QUÉ TE QUEJAS...
...ÉL LO QUE HACE ES CUIDARTE!
A veces llegamos a desilusionarnos y perder la esperanza cuando nuestra confianza la ponemos en nuestras obras, o en alguna persona, situación o trabajo, etc. Cometemos el gran error de desanimarnos por el hecho de que nos han fallado o no era lo que imaginábamos y nos desalentamos si algún sueño no se realiza. Con esto permitimos que esas cosas nos quiten la esperanza, el ánimo y el gozo para seguir adelante.
Tal vez muchos de nosotros hemos dejado que el desánimo se apodere de nosotros y nos quiten la sonrisa de nuestros labios. Deberíamos darnos cuenta, todo lo que nuestros ojos ven, lo que nos rodea es falible, nada es perfecto, solamente Dios es perfecto y solo Él es fiel y nunca falla. Como nos dice el Apóstol Pablo: “ Por tanto, amigos, cobrad ánimo, pues confío en Dios, y sé que ocurrirá tal como se me ha dicho.” (Hechos 27:25 BLP).
Recordemos que todas las promesas de Dios son verdaderas y se cumplen; por lo cual, mantén el gozo que solo Dios te da y que es permanente, no se desvanece, no se rompe como un objeto, ni muere como una persona. Dios no cambia: “Dios no es como los mortales: no miente ni cambia de opinión. Cuando él dice una cosa, la realiza. Cuando hace una promesa, la cumple.” (Números 23:19 DHH).
En el libro de Números 11:1-3, el pueblo de Israel, se había quejado. Me pregunto: ¿Cómo puede ser que una nación tan bendecida pueda quejarse? Dios se mostraba en ellos visiblemente con muchos milagros, siempre estaba con ellos... Estaban al cuidado de Dios; aun así, ellos murmuraban en contra del Señor. A pesar de esas bendiciones, ellos se quejaban, ¡borrando el espíritu de gratitud de sus corazones!
Nuestros corazones quejumbrosos desagradan a Dios, nos comportamos como un hijo ingrato y desagradecido, porque mostramos muy poca gratitud por lo que Él hace por cada uno de nosotros... Primero que nada, hemos sido perdonados por la obra de Cristo, tenemos techo donde dormir, familia que amar, trabajo y salud. ¿Eso no es bendición de Dios?
El Señor Todopoderoso, nos hace recordar que: “El poder del Señor no ha disminuido como para no poder salvar, ni Él se ha vuelto tan sordo como para no poder oír.” (Isaías 59:1 DHH). ¿Has escuchado lo que nos dice el Señor?
Muchos cristianos están decaídos por alguna adversidad que han sufrido, están preocupados, doloridos y desorientados, como si no fuese posible arreglar su situación; como si hubiese desgracias en las que Dios ya no puede ayudar; como si Dios estuviese muerto, o hubiese quedado impotente, o dando por sentado que el Altísimo les está castigando por algún mal que han cometido; por eso se sienten deprimidos, abandonados en la necesidad, de modo que tengan que andar afligidos.
Estas personas pareciera tener fe y conocimiento suficiente de la Biblia; pero, cuando vienen pruebas duras y dificultades, sienten miedo, suspiran y se lamentan de tal manera, desconocen lo que es Dios y lo que hace el Señor... Pareciera que ya no creen más en un Dios bueno y ayudador. Cuando se les dice que confíen en Dios, contestan: “Ya sabemos que Dios es poderoso, fiel, pero mi desgracia no tiene arreglo...”
Esa afirmación, es sólo el engaño de la oscuridad que trae incredulidad, que les hace pensar que no hay solución y por lo cual deben sentirse infelices, y creer que existen situaciones que no tienen arreglo. En este caso, siempre vamos a escuchar la pregunta del Señor: “... ¿Creyeron acaso que yo no era capaz de rescatarlos? ¿Creyeron acaso que no podía liberarlos? ...” (Isaías 50:2 DHH).
¿Acaso Dios puede borrar a sus hijos de su corazón? “Israelitas, cuando vine a buscarlos, no los encontré; cuando los llamé, no me respondieron. Yo no los abandoné, ni los vendí como esclavos para pagar deudas; lo hice por causa de sus pecados.” (Isaías 50:1 TLA). Es un error pensar que existen cosas por las que un cristiano tenga que ser infeliz. Dios dice que no nos ha abandonado, somos nosotros los que nos alejamos de Él… En los cuarenta y un años que vivo y ando con Él, he visto y palpado la ayuda de Dios; aunque he pasado pruebas duras, he aprendido a depender de Dios, como dice Salmos 91:1-16: ¡Aleluya! ¡Bendito y alabado sea por siempre nuestro Salvador Jesucristo!
Rosenius, dice: “Un hijo de Dios nunca se siente infeliz, realmente infeliz. Ante todo, porque ser un hijo de Dios ya es en sí mismo un beneficio o una dicha tan grande, que en comparación con cualquier adversidad, aun cuando esa adversidad no tuviese arreglo en esta vida, es apenas como un pequeño grano de arena comparado con toda la tierra; o como la pérdida de un centavo frente a la ganancia de un millón de pesos. Y en segundo lugar, nuestro Dios puede solucionar cualquier problema: La diestra del Señor puede cambiarlo todo”.
Lo que el Señor no quiere es hacer sufrir a sus hijos, nunca va a causar tristeza a sus amados hijos, somos nosotros que nos alejamos de Él y sufrimos en nuestra soledad, sin ayuda... Como dice el apóstol: “Sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Esa es la gran verdad y la gran ventaja que los hijos de Dios tienen sobre la gente incrédula: Cualquier cosa que les sucede debe cooperar para el bien de ellos.
Como dice Salmos 73, las personas que no creen en Dios, pueden tener más oro y plata, más casas y campos, más alimentos y ropa, más placeres y diversión... Pero, no tienen la dicha y certeza de vivir con Dios... Pareciera que todo lo material que tienen les sube sobre las nubes. Y cuando logran lo mejor y están en lo más alto de sus conquistas, pierden la vida… El final es dolor eterno: “Pero Dios le dijo: Necio, esta misma noche perderás la vida, y lo que tienes guardado, ¿para quién será?” (Lucas 12:20 DHH).
Por el contrario, aunque los hijos de Dios (cristianos) estén en las peores tribulaciones, en los más oscuros valles de lágrimas (Salmos 23:4), en sufrimientos y pruebas... en medio de todo siguen siendo la niña de los ojos de Dios, hijos de justicia, nación santa, linaje escogido que va a ser llevada finalmente por los ángeles al seno de Abraham (Lucas 16:22).
Como Job, cuando había rasgado sus ropas, y estaba sentado en las cenizas, y gemía mientras se raspaba las heridas; o como Jeremías cuando se hallaba en la cisterna de lodo en la que debía morir de hambre (Jeremías 38:6); o como Daniel en el foso de los leones (Daniel 6); o el pobre Lázaro, cubierto de llagas, echado a la puerta del rico (Lucas 16:20).
Con toda seguridad los amados hijos de Dios jamás pueden sentirse infelices, porque aún la adversidad coopera para el bien del cristiano; ni siquiera el pecado, que es la desgracia mayor, los puede condenar; ni el diablo los podrá derrotar, ni la muerte los puede dañar. Por el contrario: por obra y gracia del Señor todos estos terribles enemigos, de una forma u otra, les sirven para bien de ellos.
Por esto, entendemos que: “ni los poderes del cielo ni los del infierno, ni nada de lo creado por Dios. ¡Nada, absolutamente nada, podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado por medio de nuestro Señor Jesucristo!” (Romanos 8:39 TLA). No hay enemigo capaz de arrebatar a las ovejas, de las manos de Cristo Jesús. Para que las ovejas puedan perderse deben separarse deliberadamente del Señor, como lo hicieron nuestros padres en el Edén; para perderse deben desobedecer conscientemente al llamado y advertencia de Dios (Hebreos 10:26), dejarse engañar por la serpiente y por el hechizo del pecado.
Este es el fundamento para la importante verdad de que ningún cristiano se perderá mientras esté cerca de Jesucristo, aprecie su Palabra, la escuche y se deje amonestar por Su Palabra. Si estamos unidos a Cristo, ningún poder de este mundo será capaz de separarnos del amor de Dios, que es en Cristo Jesús... No importa lo débil que me sienta, lo horrible que parezca el problema, o profunda que fuese la miseria que me aflige. Todo será resuelto, si busco la ayuda del Señor, en la forma en que Él prometió ayudarnos, así lo hará.
Es imposible que quien confía en el Señor y lo invoca con fe, acabe desilusionado, porque Dios nos ama con un amor infinito. Miremos las Escrituras desde el principio y veamos si fue defraudado alguien que confió en el Señor y lo invocó. No lo hay. Es pura incredulidad cuando un cristiano, en cualquier dificultad, se lamenta como si no tuviese esperanza. Porque nuestro Dios puede auxiliarnos en cualquier problema. En todas las situaciones es nuestro Señor Todopoderoso y Fiel Padre celestial, que tiene cuida, protege y sostiene: “Porque así dice el Señor Todopoderoso, cuya gloria me envió contra las naciones que los saquearon a ustedes: La nación que toca a mi pueblo, me toca la niña de los ojos.” (Zacarías 2:8 NVI). Amén.
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