¿SE PUEDE CAMINAR EN TINIEBLAS Y LUZ O AMAR Y ODIAR AL MISMO TIEMPO?
¿SE PUEDE CAMINAR EN TINIEBLAS Y LUZ
O AMAR Y ODIAR AL MISMO TIEMPO?
La palabra de Dios en Salmos 32.8, dice: “El Señor dice: Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti”. (NVI). Es justamente la Biblia, la Palabra de Dios se convierte en luz y guía para nuestras vidas. El Salmista David, dijo: “Tu palabra es una lámpara que guía mis pies y una luz para mi camino.” (Salmos 119:105 NTV).
El mayor peso de este texto está en lo que significa andar en luz. Debemos tener mucho cuidado de menospreciar u olvidar esas palabras, son para nuestro bien. ¡Alabado sea Dios! Todo está correctamente explicado en su Palabra... Pero, también tenemos que hablar, qué es andar en tinieblas. Porque NO se puede andar en luz y al mismo tiempo en tinieblas, eso es imposible.
Jesús dice: “Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la luz, y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Juan 3:20). Notemos esto: “Para que sus obras no sean reprendidas”. “No andar en tinieblas” es evitar que sea censurado su mal comportamiento, ¿Quién censura? ¡Es Dios, quien ve lo íntimo del corazón del ser humano! No quiere comparecer ante Dios, que es Luz, para no exponerse a Su castigo; no confiesa su pecado, ni busca un arreglo y la reconciliación. En lugar de eso, se aparta cada vez más del Señor, haciéndose el inocente como Judas y preguntando constantemente: “¿Soy yo, Maestro?” (Mateo 26:25).
En 1 Juan 1:8 está escrito que “si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros”. Y en el versículo siguiente nos muestra la solución para este mal: “Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. (1 Juan 1:9). O sea, si decimos que tenemos comunión con Dios, pero aun andamos en tinieblas, entonces no somos honestos con Dios, ni nos acercamos al “trono de la gracia” con nuestro pecado.
Estas palabras no son una acusación en particular, sino mi intención es mostrarles el peligro y la astucia del enemigo, quiero ponerlos en alerta. Vivir en tinieblas nos lleva al sufrimiento y a la muerte espiritual. La experiencia propia me anima a escribirles… Tenemos que estar despiertos, porque en cualquier momento nos vamos de esta tierra y queremos llegar a la meta, a ese lugar hermoso donde Dios está preparando para cada uno de nosotros. (Apocalipsis 21:3-4; Juan 14:1-6).
Con pena veo a algunas personas, aparentemente llevan una vida muy buena, viven muy separados del mundo, ellos participan en el culto sin faltar y en otras actividades cristianas son activos, tienen hermosas palabras y acciones. Pero, a pesar de todo esto, siguen “andando en tinieblas”, siguen con chismes, guardan rencor por su prójimo, en algunos casos hasta odian. Eso es andar en tinieblas.
¿Por qué? ¿Qué es lo que falta? ¡Lo que falta a esa persona es acercarse al “trono de gracia” con arrepentimiento y fe, donde Dios mismo te está esperando!... ¡Pero, qué peligroso es menospreciar la oportunidad que Dios nos da! ¿Verdad? En 2 Corintios 6:2, dice: “... Escuché tu clamor en tiempo favorable, y en día de salvación te socorrí. Ahora mismo es el tiempo favorable de Dios; hoy es el día de la salvación.” (NBV).
Las personas que viven en tinieblas, no saben nada de un nuevo nacimiento por el Espíritu Santo. Menosprecian las enseñanzas de nuestro Señor Jesucristo acerca de la relación interior. ¡La vida con Dios dentro del corazón, es lo más importante! Pero, en vez de correr a los pies de Jesucristo, se burlan todo el tiempo.
Dios es Luz, ningún pecado será encubierto que no sea expuesto en cualquier momento. Por eso, para cubrir la mancha del corazón, muchos quieren cubrir por medio de la “buena conducta o buenas obras” y no toman en cuenta las obras y los méritos de nuestro Salvador Jesucristo; entonces no hay paz, la fe es meramente teórico, no hay el gozo del Espíritu Santo, sólo nos enfrentaremos con la realidad de la adversidad sin ayuda y sin protección.
Quien insiste “andar en tinieblas”, abiertamente niegan renunciar a sus malos deseos y a las “obras de las tinieblas”. Estas personas, no se dejan corregir, sino que excusan y defienden su maldad. Precisamente, esa es la actitud que San Juan señala como un rasgo característico de los que andan en tinieblas. Hablando del odio, por ejemplo, aclara: “El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas... anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos” (1 Juan 2:9,11).y dice también la palabra de Dios: “Todo aquel que ama, es nacido de Dios.” (1 Juan 4:7b).
Y si alguien pregunta: “Entonces, ¿qué debo hacer para tener un corazón nuevo, un corazón que sepa amar como Dios manda?” Tome nota: Nunca nadie aprenderá a amar verdaderamente a Dios, sin conocer primero el gran amor de Dios; ese Amor tan fervoroso que derrite el frío del hielo del corazón humano. Nadie debe tratar de demostrarle amor a Dios, sino que debe comenzar recibiendo ese Amor de Dios. Con razón dice nuestro Señor Jesucristo: “Te digo la verdad, a menos que nazcas de nuevo, no puedes ver el reino de Dios.” (Juan 3:3 NTV).
El amor funciona en un cristiano, cuando deja que entre ese amor: “el mismo Dios.” Porque Dios es amor, como dice 1 Juan 4:16: “Dios es amor, y todos los que viven en amor viven en Dios y Dios vive en ellos.” El apóstol Juan en su carta nos aclara, antes que nosotros amemos, Él nos amó primero: “En esto consiste el amor: No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros” (1 Jn.4:10). Y Jesús como nuestro maestro nos declara que el ejemplo es Él, al decirnos: “No me elegisteis vosotros a Mí, sino que Yo os elegí a vosotros” (Jn.15:16).
Dios nos ordena amar, aun a nuestros enemigos: “Si tus enemigos tienen hambre, dales de comer. Si tienen sed, dales de beber. Al hacer eso, amontonarás carbones encendidos de vergüenza sobre su cabeza.” (Romanos 12:20 12:20 NTV); y Él hace primero lo mismo con nosotros. Dios “llena de Su amor” en nuestros corazones y los conquista con su sobreabundante gracia. Y sólo entonces, nosotros comenzamos amar a Dios y a nuestro prójimo. Porque Dios derramó su amor en nuestros corazones por el Espíritu Santo hasta que sobreabunde, somos convertidos, y podemos amar a todos los seres humanos con un amor enteramente nuevo.
Este amor nos impulsa a amar a todos los seres humanos y hacerles todo el bien que podamos, auxiliándolos en cualquier necesidad. Acerca de este amor dijo Jesús: “¡Amad a vuestros enemigos... haced bien a los que os aborrecen!” (Mateo 5:44).
Es natural para el ser humano amar sólo a nuestros amigos y a las personas “amables”. Pero no debe ser así. A los cristianos nos alcanza con saber que los demás son criaturas del mismo Padre celestial, y han sido redimidos por la misma sangre que nosotros. Estas son poderosas razones para amar a los demás, considerándolos como hermanos y hermanas.
Con razón Jesucristo dijo claramente que este amor es la marca de sus verdaderos discípulos, como leemos en Juan 13:35: “Si se aman unos a otros, todos se darán cuenta de que son mis discípulos”. (NBV). Porque los hipócritas pueden imitar todo lo demás y actuar disimuladamente, excepto el amor fraternal, que solo pertenece a los nacidos de Dios. Amén.
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