¿POR QUÉ CAEMOS EN LA MISMA RED DEL ENEMIGO?
¿POR QUÉ CAEMOS EN LA MISMA RED DEL ENEMIGO?
El orgullo es una trampa del enemigo y esa es la razón para caer fácilmente en las redes del enemigo y después nos encontrarnos en el sufrimiento y la ausencia de paz en nuestra alma... Por fuera podemos estar sonriendo, tratando de mostrar lo que no tenemos dentro de nuestro corazón… La palabra de Dios es claro en advertirnos, dice: “... Él castigará al orgulloso y al poderoso y derribará todo lo que esté enaltecido.” (Isaías 2:12 NTV). Tenemos que comprender que necesitamos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios.
Del Dios poderoso creador del cielo y la tierra, no podremos escapar a ninguna parte del universo, porque su gloria llena toda su creación (Salmos 139:7-12) y de Dios viene el perdón y la misericordia (Miqueas 7:18). Sabemos que el orgullo proviene del enemigo que quiere destruirnos (Juan 10:10), por eso las guerras, el odio y las peleas en el mundo (Juan 8:44)… Un día no muy lejano, este enemigo estará en el castigo eterno para siempre, condenado en el infierno. (Apocalipsis 20:10).
Tenemos que comprender, no podemos de ninguna manera oponernos a Dios queriendo hacer nuestra voluntad, desconociendo lo que Dios quiere para nosotros. Si nos elevamos demasiado en nuestro orgullo, Dios hará que descendamos muy abajo. En Jeremías 49:16, dice: Has sido engañada por tu propio orgullo y por el temor que inspirabas en los demás. Vives en una fortaleza de piedra y controlas las alturas de las montañas. Pero aun si haces tú nido con las águilas en las cumbres, te haré caer estrepitosamente, dice el Señor.” En Abdías 1:4, también dice: “pero aunque te remontes tan alto como las águilas y construyas tu nido entre las estrellas, te haré caer estrepitosamente, dice el Señor.”
¿Cómo podemos notar en nuestra vida cuando nuestro corazón se está llenando de orgullo y de vanidad?: Cuando nuestros ojos se vuelven altivos (Isaías 5:15). Cuando nuestra boca solo habla grandezas (1 Samuel 2:3) Cuando nos alabamos a nosotros mismos (Proverbios 27:12) Al Señor no le gusta que nos elevemos en nuestro orgullo (Santiago 4:6)… Entonces no esperemos que Dios nos baje de las nubes, bajemos en humildad, de rodillas a los pies de nuestro Maestro humilde y poderoso, Él nos levantará (1 Pedro 5:6).
Necesitamos entregar nuestras debilidades a Jesucristo, necesitamos entregar nuestras vidas completamente a la persona que nos ama, para que las fuerzas vengan de Él y podamos renunciar por completo lo que nos hace daño, si no lo hacemos ellos nos van a destruir… Pensemos en este momento, las vulnerabilidades que tenemos, ellas pueden acercarnos más a Jesucristo o en caso contrario volvernos más ciegos y tozudos.
Vamos a tomar dos ejemplos que están registrados en la palabra de Dios: De José y Sansón, ellos enfrentaron tentaciones muy fuertes, vamos a ver que ellos respondieron de una manera muy diferente. Vamos a aprender de ellos y reflexionar seriamente, para que tengamos paz y estar en verdad al amparo de Dios. Para que de esa manera, “el Dios altísimo sea nuestro refugio y protección…” (Salmos 91:9-12 TLA).
¡Han sido muy fuertes las tentaciones que experimentaron José y Sansón! Vamos a ver del modo que enfrentaron a esas tentaciones… Por ejemplo la esposa de Potifar trató de seducir a José no una sola vez, sino día tras día y eso es una lucha fuerte, y la respuesta de José ¿Cuál fue? Él rechazó rotundamente a las proposiciones (Génesis 39:7-9). En cambio Sansón, cedió voluntariamente al ofrecimiento de Dalila y cayó a una prueba muy dolorosa (Jueces 16:15-16).
A pesar de todo Sansón había sido consagrado a Dios, y dice que el Espíritu Santo se movía en su vida (13:25). No obstante, eligió la senda del libertinaje. Por ser demasiado orgulloso para reconocer su debilidad, vivió negándose a ver la realidad, lo que lo llevó a una falta de disciplina y dejó la puerta abierta a Satanás y fue la destrucción total de su vida.
Debido a que justificó su debilidad, ésta creció y pronto comenzó a dominar su vida. Al escuchar las mentiras del diablo y a gente impía, cambió la bendición de Dios y su fuerza sobrenatural por el placer sexual irresponsable. Al final, ¿qué obtuvo? Absolutamente nada.
Si se le da la más mínima oportunidad al adversario, él aprovechará meter en nuestras vidas placeres temporales que remplazan a nuestra relación con Dios; esto nos afectará en todo, incluyendo nuestra fe, nuestro trabajo, y las relaciones con familiares y amigos. No hay nada que esté fuera de los límites. Tal vez tú querido lector, estás pensando que no tienes ninguna debilidad con el potencial de destruir tu vida; entonces mi pregunta es: ¿Tu relación con Jesucristo está bien, o Satanás ya ha cegado la realidad espiritual que te rodea?
Tú tienes la opción de escoger qué camino tomar para enfrentar cualquier tentación que venga. Dios mismo te dice en este momento: “El cielo y la tierra son testigos de que hoy les he dado a elegir entre la vida y la muerte, entre la bendición y la maldición. Yo les aconsejo, a ustedes y a sus descendientes, que elijan la vida.” (Deuteronomio 30:19 TLA) ¡La respuesta la tienes tú, de hacer frente a la tentación como lo hizo José, o ceder como lo hizo Sansón!
En estos casos, necesitamos la intervención urgente de nuestro señor Jesucristo. Porque a veces pensamos que nosotros podemos sin Su ayuda, eso es el orgullo y desconocimiento de la única ayuda que viene de Dios… Con ese pensamiento, el hombre se pierde más y más, como ovejas sin pastor. ¡Sin la intervención de la persona que nos ama (Jesucristo), no podremos hacer nada! Eso es lo que nos dice Jesucristo: “… separados de mí nada podéis hacer.” (Juan 15:5).
Al leer este
mensaje seguramente has reflexionado y quieres tomar el camino correcto como
José, entonces corre a los pies de Jesucristo, de Él vendrá tu fuerza para
renunciar y sacar de ti el orgullo, Él te está esperando para ayudarte: “Vengan
a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré descansar.” (Mateo
11:28). Dice también: “Vengan ahora, y razonemos, Dice
el Señor, Aunque sus pecados sean como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos. Aunque sean rojos como el carmesí, como blanca lana
quedarán.” (Isaías 1:18), y
cuando recibas el perdón, “… ya no hay ninguna condenación para
los que están unidos a Cristo Jesús” (Romanos 8:1). Amén.
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