¿HACES BIEN EN ENOJARTE CON DIOS?

 

¿HACES BIEN EN ENOJARTE CON DIOS?


 No sé cuál es el estado en el que te encuentras en este momento, pero lo que sí puedo asegurarte es que Dios no ha dejado de velar por ti. A veces creemos que no conseguimos lo que queremos, pero no nos damos cuenta que el presente que tenemos vale oro; protestamos y nos quejamos de nuestra situación, creyendo que somos desdichados, cuando todo lo que recibimos de Dios es bendición.


Uno de las bendiciones es tener nuestra familia a nuestro lado, es el tesoro más grande e incalculable para cualquier persona... Mi esposa y yo, hemos aprendido a valorar de tal manera que nos da gozo hacerlo; Dios nos ha dado como uno de los regalos más grandes de nuestra vida. Aunque vemos que a veces nos hayan sacado canas verdes (como se dice comúnmente), a pesar de no ser perfectos, son nuestros hijos, mientras vivamos tenemos que estar al lado de ellos. ¿Si les olvidamos ahora, quien lo hará después que nos vayamos de este mundo?

Apreciado hermano, busca estar en paz en primer lugar, contigo mismo y luego con tus semejantes, porque la vida es muy corta, los días pasan con una rapidez extraordinaria... Nada se disfruta con el corazón resentido y lleno de rencor. Es increíble el tiempo que perdemos en peleas sin sentido. Busca tu tranquilidad, pide perdón y disfruta del tiempo con tus seres queridos.

La felicidad solo se encuentra en Jesucristo, Él nos llena de paz y perdón… Para este mensaje quiero tomar el ejemplo de Jonás. Posiblemente muchos de nosotros podemos sentirnos muy identificados con el profeta, por las circunstancias que estamos enfrentando en nuestra vida que nos tienen muy molestos, verdaderamente muy irritados, aún enojados con Dios, sin darnos cuenta que Él está más interesado en nuestra felicidad.  

Y quizás ese enojo ya está afectando a nuestra propia vida, la relación con nuestros familiares, nuestro matrimonio, nuestra salud física, mental y nuestra relación con el Señor, debido a que nos sentimos cansados y frustrados. Como alguien me decía, solo tengo una salida, desaparecer de este mundo (Suicidio). Dios nos libre de este fatal enlace, definitivamente esa salida es lo peor en todo aspecto.  

El Señor, muchas veces se ha dirigido a nosotros con la misma pregunta que le hizo a Jonás y esta pregunta también es para ti que estás leyendo este mensaje: “¿Haces tú bien en enojarte tanto?” (Jonás 4:4). ¿Será que ese enojo que mantenemos en nuestra vida verdaderamente tiene una causa justificada? Y por sobre todo ¿será que es la actitud correcta que debemos tener hacia nuestro Dios que tanto ha hecho por nosotros?  

Tenemos que reconocer que Jonás no estaba enojado solo contra las personas de Nínive, sino que Jonás estaba enojado también contra Dios, porque el Señor había cambiado los planes de Jonás. (Jonás 4:2-4)… y eso posiblemente es lo que está afectando hoy nuestra vida, eso es lo que no nos deja experimentar el gozo, la paz y las bendiciones de Dios en nuestra vida, pues posiblemente en nuestro corazón estamos molestos por lo que Dios ha hecho o está haciendo en nuestra vida.  

Pero veamos en la historia de Jonás cuales fueron las causas por las que estaba tan enojado, y comparémoslo con nuestra vida y veamos si estamos haciendo bien al enojarnos tanto. Ahora veamos lo que pasó con Jonás:

Según Jonás 1:1-3, él estaba en su tierra, era un profeta de Dios y seguramente jamás tuvo en mente salir de Israel para predicarles a los enemigos de su nación, en sus planes seguramente nunca estuvo llevarles un mensaje de su Dios, el Dios de Israel a los asirios, pues Nínive era la capital de Asiria enemigo del pueblo de Israel; pero, Dios cambió sus planes.  

¿Cómo te encuentras en este momento? ¿Dios ha cambiado tus planes? ¿Está sucediendo algo que no esperabas? Quizás muchos de nosotros al igual que Jonás estamos enojados, molestos, o hasta resentidos con el Señor, pues no era los planes que teníamos para nuestra vida. Quizás nosotros ya habíamos hecho planes, tomado decisiones, pero Dios tenía otro plan diferente para nosotros. Es como un atajo en el camino y nos desvía a otro lado. Como alguien dijera: “Ha echado por los suelos mis planes”.

De hecho este año 2020, va a quedar en la memoria de muchas generaciones, lo que ha pasado es una muestra de cómo nuestro Dios puede cambiar los planes de cada uno de nosotros. Muchos tenían programado vacaciones, matrimonios, negocios, construcción de una casa, etc. Pareciera que Dios nos ha dicho: “Ahora necesito que tengas más atención a mí y a tu familia, que has descuidado por mucho tiempo.”

Por  causa de la enfermedad del COVID 19, todo cambió, muchos han quedado frustrados, han perdido negocios y peor, han perdido a sus seres queridos… Todo esto parece inexplicable, a todos nos ha puesto en ascuas y muchos se han enojado con Dios, pero también han buscado a Dios en su sufrimiento... Pero, ¿hacemos bien en enojarnos? La palabra de Dios nos declara que no. Y ¿qué conseguimos con enojarnos?

Aunque para el hombre parezca inexplicable, Dios tiene control sobre todo lo que pasa. En lugar de enojarnos o resentirnos con el Señor lo que vamos a hacer es confiar en los planes y pensamientos de Dios. ¡Eso es mucho mejor para ti y para mí! Porque siempre son para nuestro bien (Jeremías 29:11). Aunque no lo comprendamos tenemos que estar seguros que los planes de Dios son perfectos y mejores que los nuestros ​(Isaías 55:8-9). 

En Jonás 1:3-4 y 17; 3:3, dice que Jonás huyó de la presencia de Dios y salió rumbo a Tarsis, pero vemos en la historia que el Señor mandó una gran tempestad y mando un gran pez, y ¿a dónde terminó yendo Jonás? ¡A Nínive! ¿Quién puede decir voy a salir con mi capricho? NADIE. “¡Qué aflicción espera a los que discuten con su Creador!...” (Isaías 45:9 NTV).

Esto nos enseña una verdad espiritual muy importante que todos debemos comprender: Dios es soberano y está en su trono y es el creador y el que sustenta este universo. Dios no trae el mal, pero permite para que nosotros volvamos a dirigir nuestra mirada a Dios, que muchos en este año 2020, han vuelto su mirada espiritual a Dios.

¿Cuántas puertas vamos a esperar que se cierren? ¿Contra cuantas paredes vamos a tener que estrellarnos para reconocer que Dios no hará nuestra voluntad, sino que nosotros tenemos que rendirnos a su voluntad?  “¿Quién puede desafiar a Dios y esperar salir victorioso? Su sabiduría es muy profunda, y su poder es muy grande.” (Job 9:4 TLA). Dejemos ya de luchar, de tratar de ir en contra la voluntad de Dios.

Uno de los motivos más grandes del enojo de Jonás según capítulo 4 versículos 2 y 3, fue que el Señor tuviera misericordia de los ninivitas cuando ellos se arrepintieron, pues Jonás quería que sus enemigos fueran destruidos, no que Dios tuviera misericordia de ellos.

Y muchos de nosotros estamos al igual que Jonás muy enojados, amargados, porque el Señor ha tenido más atención y misericordia a las personas que nos desagradan, a las que nos han dañado y ofendido, pues muchos de nosotros quisiéramos verlas derrotadas, pobres, enfermas, etc.

Nosotros quisiéramos que Dios obre según nuestro parecer o capricho… En lugar de enojarnos, ¿por qué no nos sometemos a Su voluntad? Y nosotros mismos, varias veces repetimos: “Señor que se haga tu voluntad”… ¿En lugar de querer ver destruidos y derrotados a nuestros enemigos, por qué mejor no aprendemos a bendecirlos, a perdonarlos y a amarlos como nuestro Señor Jesucristo lo hace? Él dice: “Cuando oren, perdonen todo lo malo que otra persona les haya hecho. Así Dios, su Padre que está en el cielo, les perdonará a ustedes todos sus pecados” (Marcos 11:26 TLA).

En el capítulo 4, versículos 5 a11, dice que  Jonás se enojó muchísimo porque Dios le quito la calabacera que lo protegía del sol, pero se la quitó para hacerle entender el valor que tenían las personas de Nínive para Dios, para ablandar el corazón endurecido de Jonás.  

Muchos de nosotros vivimos enojados por lo que Dios ha permitido que nos hagan daño y perdamos algo que tanto habíamos apreciado; pero tenemos que comprender que nuestro Dios utiliza esas pérdidas para quitarnos junto con ello el corazón de piedra que muchos tenemos y poner en nosotros un corazón blando para que seamos hijos de Dios y de mucha bendición ​(Ezequiel 11:19)  

No debemos llenarnos de enojo por las cosas que Dios quita de nuestra vida, debemos aceptar su voluntad con fe para tener la capacidad que el Espíritu Santo nos da para poder decir como Job dijo: “… Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.” (Job 1:21). 

No nos aprovecha enojarnos y estar en contra de nuestro Creador y Redentor. A pesar de nuestro enojo, el Señor nos llama con mucha ternura y cariño: “Vengan ya, vamos a discutir en serio, a ver si nos ponemos de acuerdo. Si ustedes me obedecen, yo los perdonaré. Sus pecados los han manchado como con tinta roja; pero yo los limpiaré. ¡Los dejaré blancos como la nieve!...” (Isaías 1:18).

¿Cómo enojarnos, con Dios que tanto nos ama? Eso es lo que dice Su palabra: DIOS AMÓ TANTO a la gente de este mundo, que me ENTREGÓ a mí, que soy SU ÚNICO HIJO, para que todo el que crea en mí no muera, sino QUE TENGA VIDA ETERNA.” (Juan 3:16 TLA).

No hacemos bien en enojarnos, lo que podemos hacer es entregar nuestras vidas a Jesucristo y confiar de todo corazón que el Señor hará realidad en nuestra vida lo que Romanos 8:28 nos enseña: “Sabemos que Dios va preparando todo para el bien de los que lo aman, es decir, de los que Él ha llamado de acuerdo con su plan.” (TLA). Amén.













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