¿QUÉ HAGO PARA TENER PAZ EN MI CORAZON?
¿QUÉ HAGO PARA TENER PAZ EN MI CORAZON?
Yo le
contesté: Sí Juan. Todos ellos. Todos los pecados que hayas
cometido en el pasado, presente y futuro son perdonados.
Después preguntó algo que nunca olvidaré. ¿Por qué lo hacemos tan difícil?”
Es verdad, el hombre tiene la tendencia de complicar las cosas espirituales más que lo que Dios intenta hacer. Sin embargo, Jesús en su infinita misericordia nos sigue buscando, de todas formas, para llevarnos a su lado y de esa manera vivir en paz con Dios.
Dios te ama y quiere que tú experimentes Su paz y vida dentro de tu corazón. Él desea tener una íntima y eterna relación contigo. La Biblia dice: “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:16).
Desde la caída al pecado de Adán y Eva, nos hemos separado de Dios porque el hombre ha escogido desobedecerle. La Biblia dice: “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). Nada que podamos hacer nos va a permitir cruzar el espacio que nos separa de Dios: Buenas acciones, ser miembro de una iglesia, nuestras buenas obras o comportamiento intachable, no nos llevan a ningún lugar. Nuestro problema es peor. Somos muertos espirituales. “Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 6:23).
Dios te ama tanto que ha enviado a su Hijo, Jesucristo, quien se puso en tu lugar para que tu pudieras llegar a Dios. Cristo hizo eso al pagar por nuestros pecados cuando él murió en la cruz y se levantó de su tumba. La Biblia dice: “Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos. . . Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:6, 8).
En el último aniversario de
nuestra congregación, hemos tenido la visita de personas de otras iglesias…
Cuando hemos dado lugar para el saludo correspondiente, aprovecharon y dieron mensajes, haciendo entender que hay
que hacer algo para ser salvos, la confianza es en lo que ellos hacen y no en
la obra de Jesucristo…
En lo profundo de mi corazón sentí una tristeza, porque esas personas no saben que serán juzgadas según en lo que confían más, en lo que hacen para ser salvos; porque se nota a lejos que no hay paz… Lo que tienen en el corazón, expresan al hablar.
En Romanos 3:12-18, dice: “… ¡No hay quien haga lo bueno! ¡No hay ni siquiera uno!...” ¿Qué cosa buena puedo hacer para tener paz en mi corazón? ¡Nada! Cada día lucho con mi naturaleza pecaminosa, con mi carácter, con mis miedos, con mis debilidades… Por lo cual, necesito de alguien que ha cumplido toda la ley y ha pagado mi deuda ante Dios: Él es Jesucristo, mi único Salvador…
Con razón el apóstol Pablo, dice: “Dios anuló el documento de deuda que había contra nosotros y que nos obligaba; lo eliminó clavándolo en la cruz.” (Colosenses 2:14) “Venid luego, dice Jehová. Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve vendrán a ser; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana.” (Isaías 1:18).” Aquí entendemos que, Dios hace la obra para nuestra salvación y no el hombre.
En Romanos 4:4, la palabra de Dios, también dice: “Cuando la gente trabaja, el salario que recibe no es un regalo sino algo que se ha ganado.” Uno que trabaja por un salario, va a recibir ese salario…Quien quiere salvarse haciendo obras (penitencias), serán juzgados por ellas, eso no será por la gracia de Cristo (Efesios 2:8)…
Es muy triste
saber que mucha gente queriendo recibir perdón y queriendo tener paz en el
corazón, se desesperan haciendo obras, pensando aplacar la ira de Dios y el
resultado, no llega esa ansiada paz al corazón... Por eso, cualquiera sea tu manera de
pensar y tu creencia, solo tienes dos maneras de depositar tu
confianza: En tu propia persona y mérito, o en Aquel que justifica
al pecador... Si depositas tu confianza en tu propia conducta, es
imposible que puedas depositar tu confianza en Cristo.
La Ley es dura e inflexible, en Santiago 2:10, dice: “Porque cualquiera que hubiere guardado toda la ley, y ofendiere en un punto, es hecho culpado de todos.” Quien intenta cumplir la ley para justificarse, será juzgado de acuerdo a esas exigencias de la ley. No hay tolerancia de parte de Dios: Al que se atiene a sus propias obras meritorias, se le recompensará sólo de acuerdo a lo que merezca sus obras. En otras palabras, no obtendrá nada de gracia y eso es imposible.
Y, en Romanos 5:19, dice: “… por la desobediencia de un solo hombre, muchos fueron hechos pecadores; pero, de la misma manera, por la obediencia de un solo hombre, muchos serán hechos justos.” Es muy claro y contundente lo que nos dice la palabra de Dios: Todos los descendientes de Adán nacimos pecadores y desobedientes. De igual modo Dios declara justos a todos los cristianos, “por la obediencia de uno (JESUCRISTO)”. Solo en Jesucristo obtenemos paz y descanso.
¿En qué consiste la justicia de Cristo? Él se hizo hombre para obedecer y cumplir toda la voluntad de su Padre. Fue por pura gracia y misericordia hacia nosotros “se ofreció a la muerte por todos”, y “fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Hebreos 2:9; Filipenses 2:8).
Apreciados
hermanos les pido que me entiendan bien lo que les digo, contra
toda nuestra desobediencia, Dios colocó la obediencia de su Hijo Jesucristo. Entonces, ¿nosotros mismos qué obra
buena, sobre lo que ya ha hecho su Hijo, podemos aumentar? ¡Ninguna obra! ¡Jesucristo
hizo una obra completa! No hay nada que aumentar… Por eso necesitas ir a la
persona que te ama y que ha pagado la deuda tuya.
Dios vio a todos los seres humanos caídos en el pecado y la condenación, tan corruptos y depravados que ya nadie podía obedecer o cumplir perfectamente su Ley. Entonces, en su inmensa piedad resolvió remediar todo eso Él mismo. Su Hijo llegaría a ser un verdadero ser humano, pero perfectamente obediente a su Padre. Él cumpliría la Ley, y siendo totalmente inocente, se sometería al sufrimiento en nuestro lugar. Así nosotros, los que por la desobediencia de Adán nos volvimos pecadores, seríamos justificados, sólo por la obediencia de nuestro mediador: JESUCRISTO. (Juan 3:16; 1 Timoteo 2:5).
Unos momentos antes de su muerte Jesús, declaró: “¡Consumado es!” (Juan 19:30). En otras palabras, esto quiere decir: “¡Hecho!” “¡Ya está!” O “Completado.” Toda obra redentora de Jesucristo se completó perfectamente. El Hijo dio su reporte al Padre en voz alta para que toda la humanidad pudiera oír, y entonces se fue a casa del Padre, habiendo completado la voluntad del Padre.
Es precisamente esta perfecta obediencia de Cristo la que llega a ser nuestra propia justicia, con la que nos presentamos ante Dios. ¿Quieres ser un cristiano y refugiarte en la gracia de Dios? ¿Te sientes presionado por tu desobediencia? Entonces, corre a los pies de Jesucristo, Él te espera con brazos abiertos y con mucho amor para perdonarte por todo las fallas que hayas cometido. (Gálatas 4:5).
Él no tuvo necesidad propia de obedecerla, pero obedeció a Dios el Padre en nuestro lugar, que nosotros deberíamos obedecer. Él cumplió todo en nuestro lugar y para nuestro beneficio.
Ésa es nuestra única justicia; es decir, no lo que nosotros hacemos para merecer, sino la obediencia de Jesucristo... Mi único consuelo es estar cerca de mi Salvador Jesucristo, porque Él fue obediente en mi lugar. De esta forma podemos ir confiadamente a nuestra ayuda, en momentos de tormenta y estar al lado de la Persona que nos ama tanto (Juan 3:16), como un hijo protegido por su amado Padre…
Espero que me haya dejado entender, mi intención es que conozcas el verdadero Evangelio (las Buenas Nuevas), donde puedas descansar de todos tus pesares y cargas (Mateo 11:28). Solo Jesucristo, nuestro Salvador nos va a dar un descanso y paz en nuestro corazón.
No necesitas peregrinar a un santuario, o hacer algo como penitencia, queriendo recibir perdón y queriendo tener paz en el corazón. Jesucristo ya lo ha cumplido y ha hecho una obra completa, y no necesitamos hacer nada más que abrir nuestro corazón y dejar que entre en ella (Apocalipsis 3:20) y Él viva con nosotros.
Todo cambiará, seremos nuevas personas, viviremos en paz, esperando el día que vamos a estar en nuestra Patria Celestial para siempre. Amén.
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