GRANDES MOTIVOS
PARA ALABARLE
“Una
vez, un padre de familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con
el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las gentes del campo.
Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en una granja de una
familia campesina muy humilde.
Al
concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: ¿Qué te
pareció el viaje?
¡Muy
bonito papá! ¿Viste que tan pobre puede ser la gente? ¡Sí! ¿Y qué aprendiste?
Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos
una piscina que llega una barda a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo
que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos
tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la barda de la casa, el de
ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para platicar y convivir en
familia: Tú y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca les veo.
Al
terminar el relato, el padre se quedó mudo. ¡Su hijo agregó: Gracias papá por
enseñarme lo rico que podemos llegar a ser!
¿Cuántas veces al día nos quejamos o
escuchamos a alguien quejarse?… probablemente miles de veces. No exagero al
decir que muchos de nosotros paramos quejándonos con una actitud disconforme.
Nuestras quejas son varias desde las más
básicas como el clima, hasta las más
arrogantes y superficiales como los viajes vacacionales
Qué bonito sería escuchar: “Que
lindo frío” o “Qué lindo calor”. De la misma manera disfrutar del
trabajo, de la familia y de cada oportunidad que Dios nos da para nuestro bien.
Cada lugar tiene cosas bonitas y positivas, aún el clima. Nuestro Señor creador
del cielo y la tierra, ha sido tan bueno para variar el clima para nuestro bien.
Me llama la
atención la respuesta de David, él dice: “Bendeciré a Jehová EN TODO TIEMPO; Su alabanza estará de continuo en mi boca.” (Salmos 34:1). Así
dice, quien fue puesto a muchas pruebas duras. Y lo mismo puede decir cada
cristiano quien tiene las bendiciones de Cristo mostrándose siempre agradecido
y contento. Uno que vive en la protección de Dios, sabe que todo le va a ir
bien. Por eso vive agradecido, por todo lo que tiene.
El apóstol Pablo, dice: “Dad
gracias EN TODO, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo
Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18). El deber bendito de los hijos de Dios
es, alabarlo en agradecimiento a nuestro Señor Jesucristo, cantando y exaltando,
por lo misericordioso que es con nosotros y por el bien que nos ha hecho, hace
y hará; somos creados para alabarle y agradecerle, así será por toda la
eternidad y el Señor se ocupa en cuidarnos.
El libro de devocionales “cada día con
Dios” escrito por Carl Olof Rosenius, dice: “¿Quién
puede contar todos los motivos que tenemos para alabar a Dios? Es importante
darse cuenta a tiempo que la ingratitud es un pecado que tiene muchas graves
consecuencias. “La ingratitud seca la fuente de la bondad de Dios.” Es una
especie de embeleso, que no permite ver las cosas buenas que se posee.”
Rosenius, sigue diciendo: “La persona ingrata cruzará por la vida como
la más desdichada, como una víctima de perpetua disconformidad, que le niega la
gloria a Dios y es una carga a sí mismo, aunque fuese la criatura más
afortunada del mundo.”
En esta tierra, todavía tenemos grandes
motivos para alabar, a pesar de que una pandemia global haya golpeado la fe de
muchos en el mundo, como por ejemplo tener un techo sobre nuestras cabezas, un
plato de comida, abrigo, trabajo y conocer las gloriosas obras de Dios en
nosotros, debe llenarnos de continua alabanza. “Cuán innumerables son TUS
obras, oh Jehová. HICISTE todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de TUS
beneficios.” (Salmos 104:24). La persona menos afortunada tiene
sobradas razones para alabar a Dios, esa persona está viva y está todavía al
cuidado de Dios y no permitirá que sufra más, vendrá en su rescate.
¿Cómo no habríamos de alabar a Dios, los
que hemos sido bendecidos conociendo a nuestro Salvador y por Él hemos llegado
a ser hijos de Dios? Y además, tenemos Su Palabra con nosotros y el pan de cada
día para el cuerpo; todo esto lo recibimos en nuestro peregrinaje terrenal,
hasta que lleguemos al cielo.
¿Cómo no habríamos de agradecer y amar
entonces a Dios? Si por el contrario ignoramos u olvidamos todo eso, nos mostramos
descontentos e impacientes, nos amargamos por pequeños reveces, todo eso muestra
de nosotros una ingratitud. Sin embargo, Dios nos llama a ser personas humildes
y agradecidas.
El apóstol Pablo nos invita a despertar
y disfrutar de las bendiciones que Dios nos da: “Por lo cual dice: DESPIÉRTATE,
tú que duermes, Y LEVÁNTATE de los muertos, y te alumbrará Cristo.” (Efesios
5:14). Y David dice: “BENDICE, alma mía, a Jehová, y NO OLVIDES ninguno
de sus beneficios.” (Salmo 103:2).
Personalmente quiero confesarles…. una
etapa de mi vida, pasé quejándome, decía:
“Si Dios es bueno, por qué me pasa esto o aquello…” Son tantos años que
pasan, estoy todavía aquí escribiéndoles y animándoles. Tengo muchos motivos
para alabar y adorar a Dios por lo que Él es bueno, tengo un gozo que desborda de
mi corazón, para alabar y agradecer de todo lo que he recibido. ¡Sin Él mi vida
no es vida! Solo Él me da una vida en abundancia, como dice Juan 10:10.
La verdadera gratitud a Dios nace en
nuestro corazón, solamente después de que hemos recibido su maravillosa gracia
de salvación en Cristo Jesús... Todo esto conmueve profundamente nuestro duro
corazón y crea un nuevo corazón. Nosotros conocemos la inmensa gracia, hemos
sido salvados del poder de la muerte y del diablo, y hemos sido regenerados por
el poder del Espíritu de Dios. ¡Todo esto llena de gozo nuestro corazón!
Es inútil tratar de cambiar el corazón
de una persona que NO QUIERE creer, es terco y quiere ir por su propio camino. Querer
reanimarlo a esta persona se hace a
veces imposible, si no interviene el bondadoso Dios… Mientras que esta persona no
reconoce la gracia de Dios, en Cristo Jesús, se hace dificultoso.
Pero, cuando esta persona decide
entregar su vida a Cristo, todo cambia, todas las puertas de bendición se
abren, se le hace más fácil hablar de Dios y agradece al Señor con toda
facilidad, porque ha experimentado el amor bondadoso del Señor: “Esto significa que todo el que pertenece a
Cristo se ha convertido en una persona nueva. La vida antigua ha pasado; ¡una
nueva vida ha comenzado!” (2 Corintios 5:17 NTV).
La clave para tener un corazón
agradecido y que alaba a Dios, es entregar nuestra vida a Él, conocerlo y ver
la obra de Jesucristo para nuestra salvación… Estimado lector, entrega tu
corazón, tu mente a Él. No permitas que la frustración o el mal agradecimiento,
la queja y el conformismo te invadan...
Sonríe, Jesucristo está frente a ti, con los brazos abiertos para perdonarte,
ayudarte y darte una vida diferente (Apocalipsis 3:20; Lucas 19:10)… Entonces,
la vida que Dios diseñó para ti vendrá y te abrazará. Amén.
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