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Mostrando las entradas de junio, 2020

¡DIOS SÍ TE ESCUCHA!

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¡DIOS SÍ TE ESCUCHA!   Hemos llegado al final del primer semestre del año, y definitivamente han sido seis meses muy difíciles para todos nosotros, han sido una primera parte del año llena de dificultades, de aflicción, de temor, de enfermedad, y de muerte para muchas personas.    Estamos viviendo situaciones que no comprendemos, todos quisiéramos que la pandemia terminara hoy mismo, muchos se preguntan ¿por qué Dios no detiene este virus?, pero es exactamente en estos momentos en los cuales verdaderamente debemos poner en práctica nuestra confianza en el Señor. Todo está bajo control del Soberano creador del cielo y la tierra, aunque no comprendamos lo que está pasando.   Muchos tal vez se preguntan: “¿Por qué Dios no escucha nuestro clamor?” “Él ha escuchado nuestro clamor.” ¡Él siempre está atento a nuestra oración! (Marcos 11:24; 1ª Juan 5:14; Juan 15:7; Mateo 7:7-8).   En seis meses de cuarentena, hemos visto como un virus afecta al mundo entero, y estamos camino a una nue

¿CÓMO DARTE CUENTA QUE NO ESTÁS SOLO?

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¿CÓMO DARTE CUENTA QUE NO ESTÁS SOLO?   “Una noche soñé que caminaba por la playa con Dios. Durante la caminata, muchas escenas de mi vida se iban proyectando en la pantalla del cielo.   Con cada escena que pasaba notaba que unas huellas de pies se formaban en la arena: unas eran las mías y las otras eran de Dios.   A veces aparecían dos pares de huellas y a veces un solo par. Esto me preocupó mucho porque pude notar que, durante las escenas que reflejaban las etapas más tristes de mi vida, cuando me sentía apenado, angustiado y derrotado, solamente había un par de huellas en la arena. Entonces, le dije a Dios:   “Señor, Tú me prometiste que si te seguía siempre caminarías a mi lado. Sin embargo, he notado que en los momentos más difíciles de mi vida, había sólo un par de huellas en la arena. ¿Por qué, cuándo más te necesité, no caminaste a mi lado?   Entonces Él me respondió:   “Querido hijo. Yo te amo infinitamente y jamás te abandonaría en los momentos difíciles. Cuand

GRANDES MOTIVOS PARA ALABARLE

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 GRANDES MOTIVOS PARA ALABARLE   “Una vez, un padre de familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que su hijo viera cuan pobres eran las gentes del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde.   Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le pregunta a su hijo: ¿Qué te pareció el viaje?   ¡Muy bonito papá! ¿Viste que tan pobre puede ser la gente? ¡Sí! ¿Y qué aprendiste? Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina que llega una barda a la mitad del jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio llega hasta la barda de la casa, el de ellos tiene todo un horizonte. Ellos tienen tiempo para platicar y convivir en familia: Tú y mi mamá tienen que trabajar todo el tiempo y casi nunca les veo.   Al terminar el relato, el pa

NO TENGO PAZ EN MI CORAZÓN… ¿QUÉ PUEDO HACER?

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NO TENGO PAZ EN MI CORAZÓN… ¿QUÉ PUEDO HACER?   El año pasado en el mes de Septiembre, una Señora de 30 años de edad y con tres años de matrimonio, se enteró de la ayuda que ofrecemos en la Asociación el Sembrador... En la primera charla, la Señora con un tono de desesperación, me dijo: “Ayúdeme por favor este año todo me ha salido mal ya no quiero seguir así; hoy me siento muy deprimida, ya no sé qué hacer…” El problema que la estaba agobiando era el divorcio, la separación de la persona de la que se había enamorado, tanto amaba a esta persona que no podía superar el divorcio. Al día siguiente recibí otra llamada para una cita para consejería, el problema también era la separación (divorcio), esta vez era un varón de 55 años de edad, que ya estaba separado hace 6 años… Esta persona me dijo: “No tengo tranquilidad, aun voy a la iglesia y no me falta nada. No tengo paz en mi corazón, y ya no puedo vivir así. Dos veces he optado por el suicidio. ¿Qué hago pastor? ayúdeme…” La mayor