AUN CUANDO TE ACUSEN Y TE SIENTAS SOLO… ¡…HAY UNO QUE ESTA POR TI!
AUN CUANDO TE ACUSEN Y TE SIENTAS SOLO…
¡…HAY UNO QUE ESTA POR TI!
Frunció el ceño y, a manera de contestación, el predicador Thomas comenzó a
hablar:
“Estaba caminando por el pueblo ayer,
cuando vi un joven caminando hacia mí meciendo la jaula de pájaros. En el fondo
de la jaula, había tres pequeños pajarillos salvajes, temblando de frío y de
miedo.
Detuve al muchacho y le pregunté, “¿Qué llevas ahí, hijo?”
“Son tan sólo unos viejos pájaros,” - fue la respuesta.
“¿Y qué vas a hacer con ellos?” - le pregunté.
“Los voy a llevar a casa y me voy a divertir con ellos,” - me
contestó.
“Voy a molestarles y a sacarles las plumas y hacerles pelear. Voy
a pasar un buen rato.”
“Pero te vas a cansar de esos pajarillos tarde o temprano. ¿Qué
harás con ellos entonces?”
“Tengo unos gatos,” - dijo
el muchacho – “Les gustan los pájaros. Se los llevaré a ellos.”
“¡Eh! Usted no quiere estos pájaros, señor. Son tan sólo unos
simples pájaros viejos del campo. No cantan. ¡Ni siquiera son bonitos!”
El muchacho miró al predicador como si estuviera loco y le dijo: “¿me
da 10?”.
El predicador buscó en su bolsillo y sacó un billete de diez libras. Los colocó en la mano del muchacho. En un segundo, el muchacho desapareció. El predicador levantó la jaula y suavemente la llevó al final del callejón, donde había un árbol y césped. Poniendo la caja en el piso, abrió la puerta y, golpeando suavemente los barrotes, convenció a los pájaros que salieran, liberándoles.
Bueno, eso explicaba la jaula vacía sobre el púlpito, y entonces el predicador comenzó a contar su historia.
Satanás acababa de venir del Jardín del Edén y estaba jactándose y
vanagloriándose:
“Sí, Señor, acabo de capturar al mundo lleno de gente allá abajo. Les hice una
trampa, utilicé un cebo que sabía que ellos no podían resistir. ¡Los agarré a
todos!”
“¿Y qué harás cuando termines con ellos?” - preguntó Jesús.
“Oh, los mataré,” - exclamó Satanás
orgullosamente.
“¿Cuánto?” - preguntó nuevamente.
El predicador levantó la jaula, abrió la puerta, y se fue del púlpito.
En Efesios 6:12, la palabra de Dios, dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.” (Efesios 6:12). En este texto el Apóstol Pablo, nos presenta un cuadro sumamente terrible de nuestro enemigo espiritual. Dice que es extremadamente poderoso, astuto y perverso; y al mismo tiempo es un enemigo invisible, que puede estar muy cerca de nosotros sin que le notemos.
Nuestros enemigos son espíritus que no podemos matar, son seres invisibles que pueden en este momento estar muy cerca de nosotros sin que lo veamos, o sin que sintamos el menor temor ante su presencia. ¡Por eso necesitamos de Jesucristo cada momento de nuestra vida!
Aparte de eso, nuestros enemigos no son débiles fantasmas como otros lo pintan, sino por el contrario, principados y autoridades muy poderosas. Los términos que usa el apóstol nos da a entender que el diablo posee un verdadero imperio. El apóstol dice que son: “Los gobernadores de las tinieblas de este siglo.” (6:12).
El Apóstol Pedro compara el poder y furor de satanás con un “león rugiente, que anda alrededor, buscando a quien devorar.” (1 Pedro 5:8). Entendemos que este enemigo es sumamente poderoso y destructor… él no conoce de: “construir”, “misericordia” o “amor”; él solo conoce de odio y venganza… Jesucristo dijo: “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir…” (Juan 10:10). Estas son características tan terribles de nuestro enemigo, que no es de extrañar si los cristianos sentimos miedo cuando pasamos por momentos muy difíciles, en la vida.
Pero, las palabras de explicación de Rosenius, me llena de gozo; él dice: “Sin embargo, si no caemos en el cómodo sueño del pecado, ni confiamos en nuestras propias fuerzas, sino que nos consideramos niños débiles y ovejas indefensas ante el Señor, la lucha ya no dependerá de nuestra propia fuerza ni del poder del diablo, antes el Señor mismo peleará por nosotros; nos alzará en sus brazos y nos protegerá como a sus corderos. Pero si el Señor le daría al diablo una sola hora de plena libertad sobre nosotros, en esa misma hora nos haría pedazos y nos arrojaría al infierno.”
Así que se trata de una lucha espiritual, cuyo éxito no depende de nuestra habilidad o fuerza. La más temible cualidad del diablo es su gran astucia y falsedad, con la que nos puede engañar y cautivar fácilmente, para que ya no busquemos fuerzas en el Señor y así nos entregamos mansamente a él. Por eso, la escritura advierte contra esta cualidad suya más que contra cualquier otra.
Con razón en la Biblia, en el libro de Apocalipsis 12:9 y 20:2, a satanás se lo llama: “la antigua serpiente, que engaña a todo el mundo”, inclusive a personas inteligentes y bien instruidas puede engañar tremendamente. La más clara descripción de la temible astucia y falsedad de este enemigo, dice el Apóstol Pablo que, el diablo puede convertirse en un “ángel de luz” (2 Corintios 11:14).
Apreciado hermano, no tengas miedo, tienes a tu lado a la persona que derrotó a este enemigo. Jesucristo te invita ir a Él: “Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28 LBLA).
Por amor a nosotros entregó su vida voluntariamente: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” (Juan 3:16-17).
Jesucristo es nuestro único refugio y solo Él nos hace libres: “… Cristo nos hizo libres; por tanto, permaneced firmes, y no os sometáis otra vez al yugo de esclavitud.” (Gálatas 5:1)
El Señor sabe qué camino es mejor para nosotros, nuestra confianza es solo Él: “Así dice el SEÑOR, tu Redentor, el Santo de Israel: Yo soy el SEÑOR tu Dios, que te enseña para tu beneficio, que te conduce por el camino en que debes andar…” (Isaías 48:17-18).
Entonces ¿qué esperas? Corre al refugio seguro. Solo en Jesucristo vas a encontrar protección. Si estamos fuera de la ayuda del Señor, hay peligro y estamos desprotegidos, expuestos a la venganza de ese enemigo que nos busca para destruirnos… La paz y descanso se encuentra solo en Él. Amén.
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