¿Y QUÉ DE ESTA "PANDEMIA" QUE ESTAMOS PASANDO?
¿Y QUÉ DE ESTA "PANDEMIA" QUE ESTAMOS PASANDO?
Quiero agradecer a las personas que han escrito
a mi correo, por preocuparse y por esta pregunta que me han hecho: “¿Y qué de
esta pandemia de coronavirus?”… Es verdad tengo que decir algo sobre esta plaga
que preocupa a todo el mundo.
Dios es soberano y está en control total
de toda su creación, de eso no cabe duda… Claro ejemplo, vemos caer lluvia y
regar los árboles y sembradíos, tenemos agua para beber, tenemos el calor del
sol y tenemos todo lo que necesitamos. ¡Alabado y bendito sea Dios
Todopoderoso!
Está escrito en Su palabra, acerca de la
segunda venida de nuestro Salvador Jesucristo. Habrá todavía muchos
acontecimientos importantes, que se sorprenderán todos los moradores de la
tierra. Estas señales serán como aviso y cada acontecimiento tiene un propósito;
nos acercamos a un encuentro asombroso de Dios con su pueblo, ese maravilloso
acontecimiento está cerca. Y una de esas señales son las enfermedades no
conocidas (pestilencias o epidemias)
“Le preguntaron: Maestro, ¿cuándo sucederá eso? ¿Cuál será la señal de que está a
punto de suceder? Jesús les dijo: Tengan cuidado. No se dejen engañar. Porque vendrán muchos que
haciéndose pasar por mí, dirán: “Yo soy” y “el tiempo ya está cerca”. Ustedes
no los sigan. Cuando oigan
que hay guerras y revoluciones, no se asusten. Primero tienen que pasar estas
cosas, pero todavía no vendrá el fin. Continuó
diciéndoles: Pelearán una nación contra otra y un reino
contra otro reino. Habrá
grandes terremotos, hambrunas y epidemias por todas partes. En el cielo
ocurrirán cosas espantosas y grandes señales.” (Lucas 21 7-11
NBV).
En el antiguo Testamento una de las
llamadas de atención que hacía Dios, con su pueblo escogido eran las pruebas, Dios
permitía un poco de sufrimiento para hacer volver de sus malos caminos y para
que vuelvan a dirigir su mirada a Dios, a su creador (Ezequiel 5:11-13)…
Nuestro país, en los últimos años, está
pasando por duras pruebas. Una de esas pruebas recordamos, en Octubre del año
pasado, toda Bolivia se puso en ascuas. Casi todos hemos doblado rodillas orando
a Dios (muchos han vuelto al Señor)… ¿Y ahora? Nos tocó sufrir con esta plaga
de “corona virus”. En la ciudad donde vivo (Sucre – Bolivia), he visto a muchos
orar de rodillas a Dios, rogando por Su protección. No es un simple rezo o una
simple oración, es una petición de todo corazón. Aunque estaban con la idea de:
“Que me importa Dios”. Ahora sí les importa. He visto clamar con todas sus
fuerzas.
El ser humano, por naturaleza espera que
pase algo desesperante para hacer algo bueno o para volver a Dios… Escuché en
un programa televisivo, el conductor del programa decía: “El hombre ha esperado
a corona virus para lavarse las manos.” ¿No te parece que esto es cierto?...
Para reconocer que Dios es el creador, soberano sobre su creación, hemos
esperado que algo desesperante pase, algo que nos haga gritar de miedo... Hasta
nuestra oración se ha convertido en una petición de corazón y con lágrimas.
A veces cuando estamos pasando por un
sufrimiento fuerte, pensamos que Jesús está inexplicablemente lejos, o que
estamos en poder de espíritus malos, de nuestra propia perversidad interior, o
del mundo impío, nos hace sufrir. Entonces suspiramos y decimos: “Me
dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí.” (Isaías 49:14). Es como María
Magdalena llorando junto al sepulcro vacío, pensando que ha perdido a su Señor
y que se lo han robado (Juan 20:11ss.)
Por favor no olvides nunca, para ver la
gloria de Dios en tu vida a veces tienes que pasar por momentos muy difíciles… Dios
se encubre de tal modo que no nos parecerá agradable, sino va a parecer un
abandono definitivo; pareciera que Dios está lejos y no nos ama… Pero, cuando clamas
y vuelves a Dios, comienza el gozo inexplicable, su amor llena todo nuestro Ser y suspiramos: “Uff,
nuestro Padre Celestial, que tanto nos ama, nos ha dado la salvación.”
La finalidad de estas pruebas duras es para
llamarnos la atención; este mundo se acaba y tenemos que despertar del sueño
espiritual y preocuparnos, pensar en el lugar que el Señor prepara para ti y
para mí. Jesucristo nos dejó una hermosa promesa: “No se angustien. Confíen en
Dios, y confíen también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas viviendas; si
no fuera así, no les habría dicho que voy a prepararles un lugar. Y si me
voy a prepararles un lugar, volveré para llevármelos conmigo. Así ustedes
estarán donde yo esté.” (Juan 14:1-3 NBV)
Nuestro misericordioso y amoroso Señor quiere
llevarnos a ese hermoso lugar, donde no habrá más llanto ni dolor: “Oí entonces que una potente voz
gritaba desde el trono: La casa de Dios está ahora entre los seres humanos, y
él vivirá con ellos. Ellos serán su pueblo y Dios mismo estará con ellos, y
será su Dios. Él les enjugará las lágrimas y no habrá muerte ni llanto ni
clamor ni dolor, porque estos pertenecen a un pasado que no existe más”
(Apocalipsis 21:3-4 NBV)
Entonces la finalidad de todo lo que
puede venir, es una señal para volver a Dios, porque Él no quiere que nadie se
pierda y es paciente para nuestra salvación: “El Señor no demora el
cumplimiento de su promesa, como algunos suponen. Más bien lo que quiere es que
nadie se pierda, por lo que está alargando el plazo para que todos se
arrepientan.” (2 Pedro 3:9 NBV).
Por todo lo que está pasando en estos días,
tenemos que actuar y decidir pronto, porque el tiempo puede acabar, hoy es día
de salvación, día de tener un encuentro con nuestro Señor y Salvador Jesucristo: “Porque
Dios dice: “Escuché tu clamor en tiempo favorable, y en día de salvación te
socorrí”. Ahora mismo es el tiempo favorable de Dios; hoy es el día de la
salvación.” (2 Corintios 6:2 NBV).
Todos nosotros los que creemos y
servimos a Dios, seguiremos diciendo con todo nuestro corazón, como el Salmista:
“Espero
al Señor, más que los centinelas al amanecer; sí, más que los centinelas
esperan al amanecer.” (Salmos 130:6 NBV). Pase lo pase, mi corazón no
desfallecerá, porque mi refugio es la “Roca Eterna” (Jesucristo).
Aquí en este mundo, una y otra vez la
gente va a presenciar el poder de Dios y Su gran gloria, que los llenará de un
reverente temor, y aparte de eso, quieran o no, un día no muy lejano
compareceremos ante el Tribunal de Dios, para dar cuenta de todo lo que hemos
hecho: “Un día tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo, y seremos
juzgados. Cada uno recibirá lo que merezca por las buenas o las malas cosas que
haya hecho mientras estaba en el cuerpo.” (2 Corintios 5:10 NBV).
En este mundo, es imposible encontrar
otra ayuda que no sea de Dios, porque Él es el creador del universo y creador nuestro…
Con todas las señales que estamos presenciando, sabemos que viene el final de
este mundo. Todos nos hemos dado cuenta de los grandes cambios en la naturaleza
y en la humanidad. Pronto va a acabar o tal vez antes que venga el Señor nos
vamos a ir de este mundo.
Dios en su infinito amor a preparado
nuestra salvación, enviando a Su único Hijo a este mundo para rescatarnos: “Dios
amó tanto al mundo, que dio a su único Hijo, para que todo el que cree en él no
se pierda, sino tenga vida eterna.” (Juan 3:16 NBV)… No vale la pena
rechazar, si rechazamos estamos rechazando una oportunidad y rechazamos a Dios
mismo: “Así pues, el que desprecia estas enseñanzas no desprecia a ningún
hombre, sino a Dios, que les ha dado a ustedes su Espíritu Santo.” (1
Tesalonicenses 4:8 DHH).
No permitas que pase esta oportunidad, entrega
tu vida al Señor y asegúrate la vida eterna en Jesucristo. Mientras vivamos en
esta tierra, viviremos al cuidado del Señor, después aunque venga una dura prueba,
siempre tendremos nuestra ayuda y siempre llega el tiempo de sonreír.
Él nos sorprenderá siempre con su
maravillosa gracia y poder, que nos hace exclamar: “Señor mío y Dios mío! ¡Todavía
te acuerdas de mí! ¡Y yo pensé que me habías olvidado…!” (Salmos 139:2-3)
Cómo admira entonces el alma atribulada la dulzura de Dios, cuando saborea un
poquito “Los poderes del siglo venidero.” (Hebreos 6:5). Tanto nos
alegramos, como el profeta Daniel, hasta le agradecemos a Dios por la aflicción
sufrida (Daniel 6)… ¡No te aflijas, todo está bajo control. Estamos en las
manos poderosas de nuestro Señor Jesucristo! Amén.
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