FELICIDADES PAPÁ EN TU DÍA


FELICIDADES PAPÁ EN TU DÍA
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Este mensaje está dedicado para todos de los papás; comienza con Salmos 103:13, dice: “Como un padre se compadece de sus hijos, así se compadece el Señor de los que le temen.” La palabra de Dios, dice que el padre es compasivo con los hijos y esa compasión se refleja en nuestro Padre Celestial.

Esa palabra “compasión”, encierra muchas palabras, como: Piedad, misericordia, perdón, comprensión, tolerancia, etc., etc.

Querido papá, quiero que reflexiones, en la carta escrito por Santi Casanova, dirigido a su hijo, que dice:

Querido hijo…
Mientras duermes, viéndote descansar, desde cierta distancia, pienso en ti. Cuando la noche llega y el cansancio parece ganar la batalla, el silencio se alía con el alma y salen a combatir misteriosamente, trayendo al corazón tantas preguntas…

¡Cuánto te quiero! Es lo primero que me brota del corazón. Cuánto te quiero… No sé explicártelo muy bien… Tal vez cuando seas padre lo descubrirás por ti mismo. Un amor proporcional al sufrimiento que siento a la par. Cuando uno ama, se abre al sufrimiento. Uno no puede amar sin darse, sin vaciarse, sin desnudarse, sin exponerse. Desde que apareciste, yo soy más fuerte en mi fragilidad. Y sufro más. Y amo más. Y soy más.

¿Eres feliz? Es la pregunta fundamental que, creo, al menos a mí, más atormenta a un padre. Sé que tu felicidad no depende de mí, ni soy yo quién te la va a proveer, pero no puedo dejar de pensar si tú madre y yo estamos acertando para ayudarte en esta tarea que hay que afrontar. Porque la felicidad no depende tanto de lo fuera como de lo que uno cocina por dentro. Esa interioridad, ese misterio que nos habita, nuestras aspiraciones, nuestros sueños, nuestro dolor, nuestra serena alegría, el amor que damos y percibimos…

Yo te veo feliz pero también percibo que no llego a todo lo que eres. Te conozco y no alcanzo a conocerte por completo a la vez. Y eso, en parte, me llena de preocupación. ¡Querría conocerte por entero! Pero eso sería casi poseerte… Y no, no eres mío.

Muchas noches, al acostarme, te pongo en manos de Dios e intento relajarme, asumirme como padre con todos mis errores, y confiarte a las manos de un Padre y una Madre mejores que los que tienes en la tierra. Dios sí te conoce, no te grita como yo, ni te regaña, ni te decepciona, ni te confunde, ni te exige más allá de lo que puedes dar…

Aunque, en parte, y pensándolo bien, hay cosas que Dios me ha prestado de su “kit de padre”. Porque yo te amo. Porque yo te espero siempre. Porque yo te perdono. Porque yo te curo las heridas. Porque sueño con lo mejor para ti. Porque veo el diamante que te habita y los dones que te han sido dados. Porque me gusta que me abraces, que descanses en mí, que busques refugio en mis besos, en mi mirada…

¡Qué difícil enseñarte! ¡Qué difícil educarte! ¿Dónde poner límites? ¿Cuándo apretar para sacar lo mejor de ti y enseñarte el camino del esfuerzo, de la tarea, de la misión, de la encomienda, de la fidelidad, de la fortaleza? ¿Cuándo abrir simplemente los brazos y recibirte vencido, sin más? ¿En qué cosas me excedo y en cuáles me quedo corto?

¿Y de Dios qué puedes decirme? Me gustaría orar más contigo, contarte muchas cosas, llevarte a mil sitios, que vivieras mucho de lo que yo he vivido y descubierto… Creo que me quedo corto en mucho pero lo asumo. También este camino es personal y sólo tú puedes andarlo. Te acompaño como padre y como hermano en la fe.

Me voy despidiendo. Gracias por ti. Gracias por lo que me enseñas. Gracias por tu coraje, por tu alegría, por luchar por tu autonomía. Gracias por quererme y dejarte querer.

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Cuando pienso en aquellos papás que dejan huellas imborrables, me refiero a aquellos hombres responsables y luchadores, que nunca han tirado la toalla, para alejarse y escapar de la responsabilidad. A pesar de dificultades y problemas, se han esforzado por el bien de su familia, para que no les falte el calor de un padre, velando por el sustento material y espiritual.

Como papá y abuelo, entiendo cuán importante es seguir luchando por el bienestar de los hijos… Me pregunto: ¿Cómo estar feliz, si nuestros  hijos sufren? ¿Cómo estar tranquilos, si nuestros hijos necesitan ayuda? ¿Si no extendemos la mano, quién lo hará por nosotros?

A pesar de mis debilidades me revisto de fortaleza y sigo luchando, seguro que haré hasta el último día de mi vida. Porque, en ellos tengo el precioso regalo de Dios, por quienes lucho, eso me hace feliz. Como Job lo hacía por sus hijos: “…Se levantaba temprano por la mañana y ofrecía una ofrenda quemada por cada uno de ellos, porque pensaba: Quizá mis hijos hayan pecado y maldecido a Dios en el corazón. Esta era una práctica habitual de Job.” (Job 1:5 NTV).

Esos grandes hombres que luchan cada día por su familia, ellos serán referencia y de mucha ayuda en el futuro. Serán recordados por su ejemplo. Recuerdo con alegría a mi amado padre, en mí ha dejado una huella imborrable, él ha influido poderosamente en mi vida.

Quién soy, y cómo me comporto es gracias a lo aprendido de él, hoy recuerdo con admiración y respeto, no digo que nunca ha tenido fallas, al contrario, como seres humanos, seguro que ha tenido errores y a pesar de ello, ha marcado una profunda huella en mí y en las decisiones que he tomado.

No importa si tu padre se portó mal o se portó bien contigo, él te dio un regalo valioso: Él y tu madre te trajeron a la vida. Haz que la vida sea llena de bendición para ti. Honra a tu padre de todo corazón, no cometas los mismos errores que pudo haber cometido él, sigue el buen ejemplo que te dio. No olvides nunca, él es un regalo de Dios en tu vida, su recuerdo permanecerá hasta que dejes de existir en esta vida.

Escuchar y tratar de entender el significado, el porqué de las acciones y palabras, nos han enseñado a apreciar las cosas de diferente manera, aunque en esos momentos hemos considerado como necedades o simples y superficiales regaños, ahora con el tiempo que ha pasado, podemos ver con mucho valor y llenas de sabiduría, lecciones irremplazables por nuestro bien, ahora más que nunca, cuando nosotros mismos las reproducimos en nosotros, nos damos cuenta de lo profundo que significa dejar huellas en la vida. “Dios bendice a los hijos del hombre honrado, cuando ellos siguen su ejemplo.” (Proverbios 20:7 TLA).

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Estos grandes hombres, hacen lo que es necesario por sus hijos. Por eso, vale la pena apreciar ese sacrificio. Cada día acérquense a los queridos “viejos”, denles un fuerte abrazo, no siempre estarán con nosotros, quizá mañana ya no los tengamos a nuestro lado. Reconozcamos el amor, cariño, dedicación y cuidado que han tenido con nosotros.

Cada día deberíamos reconocer como un instrumento que Dios ha puesto para bendecirnos. Pese a sus errores y defectos siempre han estado a nuestro lado con sus consejos, oraciones, y su amor. ¡Los papás son seres maravillosos, Dios nos lo ha dado!

Querido papá, tú tienes una tarea muy importante de, bendecir a tus hijos. Porque, después que nos vayamos de esta tierra, nadie lo hará por nosotros, nadie les dirá: “Hijito te amo”, hoy estás vivo todavía, aprovecha el tiempo… “PAPÁ” es la persona que abre el camino  de bendición, para que sus hijos sigan por ese camino. “Camina en su integridad el justo; sus hijos son dichosos después de él.” (Proverbios 20:7)… ¡UN ABRAZO FUERTE QUERIDOS PAPÁS!


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