EN MEDIO DEL SUFRIMIENTO… ¿HAY ESPERANZA PARA MI VIDA?
EN MEDIO DEL SUFRIMIENTO…
¿HAY ESPERANZA PARA MI VIDA?
En estos últimos días, estamos pasando
por una situación muy difícil, el virus que se inició en Wuham denominada
COVID-19, ha invadido a todo el mundo sin medir poderío económico, avance
científico o realidades sociales, el mismo que llegó a nuestro país generando momentos
de desilusión y sorpresa…
Muchos, al ver este sufrimiento se han
visto vulnerables y se han dado cuenta que no son tan fuertes y todo ser humano
es mortal... Casi la mayoría han entrado en pánico, viendo que les ha tocado
experimentar esta enfermedad o al ver a
sus seres queridos morir, se han preguntado: ¿Hay esperanza para mi vida?...
Estamos en Semana Santa, recordamos la
pasión y muerte de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Hace más de dos mil
años atrás murió horrendamente, flagelado y clavado en una cruz; el Hijo de
Dios vino en rescate de cada uno de nosotros… Entonces la respuesta a la
anterior pregunta, es: ¡Sí! ¡Hay esperanza para todos! ¡Qué noticia más
agradable!...
Vamos a leer 1 Pedro 1:3-5: “Alabemos
al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha hecho nacer de nuevo, y
nos ha dado una vida con esperanza. Esto lo ha hecho Dios por su gran
amor hacia nosotros y por el poder que mostró cuando resucitó a Jesucristo de
entre los muertos y de que nos dará todo lo que nos ha prometido y que
tiene guardado en el cielo. Lo que nos ha prometido no puede destruirse ni
mancharse, ni marchitarse. Ustedes confían en Dios, y por eso él los protege
con su poder, para que puedan ser salvados tal y como está planeado para los
últimos tiempos.”
Pedro podía hablar así, porque él había
experimentado en su propia vida la seguridad de una esperanza viva; me imagino que
esta carta fue escrita con una sonrisa
en los labios, porque él dice que hay “… vida con esperanza…”. Recordemos
que a pesar de las claras advertencias de Jesús, Pedro había negado a Su
Maestro… Cuando los soldados llevaban preso, el Maestro lo miró a Pedro en el
patio.
Pedro, al recordar lo que había dicho el
Señor que lo iba negar; justo en el momento de su negación, mira a Jesús y en
ese momento el corazón de Pedro se desmorona. Pasó por un tormento que a nadie
le gustaría pasar por esa angustia. (Mateo 26:69-75). Había fracasado y todas
sus lágrimas no podían borrar ese sentimiento de desesperación y frustración… Tal
vez, Pedro en su sufrimiento, a dicho: “aquí
acabó todo y no sirvo para nada”
Pero, el pensamiento de nuestro
misericordioso y amoroso Salvador Jesucristo, no fue abandonarle… No le ha
dicho: “Ahora tú me has negado, no quiero
saber nada de ti.” El Señor no ha venido para condenarnos, ha venido para
salvarnos. Él sabía que Pedro estaba pasando por una situación difícil, que estaba
sufriendo por negarle…
¡No lo dejó sumido en sufrimiento! Jesucristo,
después de salir de la tumba victorioso, sobre la muerte, tenía que ir personalmente
a buscarlo,... ¡Que alegría!, ¡No despidió a Pedro!... Más bien, en ese bendito
encuentro, Pedro renació a una esperanza viva, por el Cristo resucitado (Juan
21:15-19).
Entonces la pregunta: ¿Para ti también hay
esperanza? ¡Sí! Eso es el mensaje más glorioso para regocijarnos en gran
manera… Hay esperanza para ti y para mí… Hoy Él ha venido a buscarte, nada está
perdido, está justo a la puerta de tu corazón, para decirte que te ama y ha
venido a traerte salvación: “¡Mira! Yo estoy a la puerta y llamo. Si
oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos como amigo.”
(Apocalipsis 3:20 NTV). ¿Qué le vas a
decir al Señor? ¡Ha venido a buscarte!
Nuestra esperanza no está basado en
hombres mortales, ni en la religión de hombres, ni en nosotros mismos; esta
clase de esperanzas se desvanece... Pero, la esperanza puesta en la Persona que
nos ama (Jesucristo) nunca será defraudada. Solo por el Cristo resucitado,
permanece esta esperanza viva, todos los días de nuestra vida y para siempre
(Jeremías 17:5-8; Proverbios 29:26).
Te invito a conocer a este Dios que
todos los cristianos seguimos, encontrarás la paz en tu corazón y cuando pasen
estos tiempos difíciles, te animo a congregarte en una Iglesia Cristiana donde
enseñan la palabra de Dios, allí encontrarás las palabras verdaderas de
Jesucristo. (Juan 1:11-12; Romanos 10:9-10; 2 Corintios 5:17). Amén.
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