¿POR QUÉ TENGO QUE IR A LA IGLESIA?


¿POR QUÉ TENGO QUE IR A LA IGLESIA?

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Así piensan muchas personas, a simple vista parece lógico y convincente. Pero, hoy voy a tratar de dar una respuesta corta, tomando como base infalible la Palabra de Dios…

Antes veamos algunos otros argumentos o razonamientos, que he escuchado:

“Soy cristiano sin ir a la iglesia” “No es necesario ir a la iglesia” “No necesito ir a la iglesia para creer en Dios” “Yo oro, alabo y estudio la Biblia mejor en mi casa” “Yo soy mi iglesia” “Dios está en mí y me ama, ¿para qué ir a la iglesia?” “Dios está en todo lugar, la iglesia no es necesaria” “Yo y el Señor; eso es todo” “Si soy honesto, me aburre ir a la iglesia” “Está llena de hipócritas” “Además de todo mi trabajo en la semana, solo domingo duermo bien” “El sábado es día del Señor y no el Domingo”

Fuera de esos argumentos, hay una pregunta que da vueltas en la cabeza, para no ir a la iglesia: “¿Pero, por qué tengo que ir a la iglesia?” Estoy seguro que alguna vez nos hemos hecho o hemos escuchado esa pregunta… Pero, qué te parece este otro argumento: “Para que congregarse en una iglesia si Dios está en todo lugar, yo puedo hablar con Dios desde mi casa.”

Bueno, trataré de explicar, espero que sea de ayuda para ti… En el Antiguo Testamento, en el comienzo de la existencia de este universo, dice que Dios descansó y santificó el séptimo día: “Entonces bendijo Dios el séptimo día y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.” (Génesis 2:3) y uno de los diez mandamientos que Dios dio a su pueblo, por medio de Moisés, deja escrito que, sus hijos deben descasar un día en la semana: Acuérdate de que en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y que descansó el séptimo día. Por eso el Señor bendijo y consagró el día de reposo.” (Éxodo 20:10-11).

En la primera institución, encontramos el designio de Dios para la humanidad. Vemos sus sublimes y eternos propósitos y su profundo amor para ti y para mí, que somos creados para la vida eterna en el cielo, somos herederos para siempre… Aquí en la tierra ya nos preparamos para esa vida. Por eso el piadoso Señor quiso separar una cierta porción de su tiempo (el séptimo día) para nuestra preparación para la eternidad.

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“Dios bendijo el séptimo día y lo santificó”, para que sus amados hijos, mientras vivan en esta tierra, sean convocados a adorarlo, así regocijarse en la presencia de su Padre Celestial, para eso hemos sido creados: “Yo los he creado para que me adoren y me canten alabanzas.” (Isaías 43:7 TLA).

Estar unidos a Dios y con Dios es la única dicha y verdadera vida del ser humano. Sin esta relación íntima con Dios, la vida es triste y no tiene sentido; sin su presencia vivimos desprotegidos y huérfanos. En la iglesia participamos en un pedacito del cielo cuando alabamos a Dios y escuchamos Su palabra. Participamos en el culto preparado para la honra y gloria de Dios, porque la vida cristiana así continuará eternamente, y será perfecta en el cielo.

Esta vida es la razón de la existencia del ser humano y un preparativo para la vida eterna; y nadie alcanzará o conservará esta meta, si su vida y su alma se ocupan más en las cosas terrenales, en el materialismo, sin dar importancia al llamado de Jesucristo. Porque, quien se ocupa más en placeres de este mundo, sin tomar en cuenta a Dios, fácilmente se aparta de lo espiritual (Colosenses 3:1-3).

Por eso Dios dio “dones” espirituales en la Iglesia (Efesios 4:11-12; 1 Corintios 12:4,7-10; 2  Corintios 3:6), uno de esos dones es el “don de pastor”. Si no fuera necesario asistir a la iglesia, no serían necesarios esos dones, especialmente el don de pastor. Seriamos ovejas sin tropa, viviríamos sin el cuidado del pastor…

Asistir a una iglesia es muy importante, necesitamos pertenecer a la familia espiritual, donde se congregan en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Él dijo: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.” (Mateo 18:20 LBLA).

Por eso, Dios para cuidar adecuadamente a su principal criatura terrenal (el hombre), llamó a pastores para cuidar y separó especialmente un día en la semana, a fin de darle una siempre renovada ocasión para despertar y alimentar y fortalecer, hasta que lleguemos a la presencia de Dios, a nuestra vida celestial.

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Reposar el domingo es como un anticipo y una figura de la vida celestial, según lo explica hebreos 4:9 NTV: todavía hay un descanso especial en espera para el pueblo de Dios. Pues todos los que han entrado en el descanso de Dios han descansado de su trabajo, tal como Dios descansó del suyo después de crear el mundo. Entonces, hagamos todo lo posible por entrar en ese descanso, pero si desobedecemos a Dios, como lo hizo el pueblo de Israel, caeremos. Pues la palabra de Dios es viva y poderosa. Es más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra entre el alma y el espíritu, entre la articulación y la médula del hueso. Deja al descubierto nuestros pensamientos y deseos más íntimos.” Donde el apóstol nos explica del reposo que todavía le espera al pueblo de Dios. ¡Para eso tenemos que prepararnos!

Dios dispuso que se separe cierta porción de tiempo a ser destinado para nuestro eterno bienestar. “Trabaja seis días, y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el día séptimo será un día de reposo para honrar al Señor tu Dios…” (Éxodo 20:9-10). Por supuesto, esto no quiere decir que sólo podemos invocar a Dios y escuchar su palabra los domingos. Quiere decir que podemos dedicar este día principalmente a eso, mientras que nos quedan los otros seis días para trabajar en nuestra vocación terrenal, sin dejar nuestra buena relación con Dios.

En el Nuevo Testamento, Cristo ha santificado todos los días para la santa comunión. Por eso tenemos libertad para elegir el día de reposo y culto a Dios (Colosenses 2:16-17). Todo verdadero cristiano está en comunicación diaria con su Dios, y alimenta su alma con su palabra. Dios quiso determinar un tiempo para ser dedicado especialmente a nuestra vida espiritual. Por eso mandó expresamente: “No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca”. (Hebreos 10:25). ¡Alabado sea Dios, por esta institución tan beneficiosa!

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Para terminar, voy dar algunas razones bíblicas para asistir a la iglesia:
“Nos congregamos porque la primera iglesia nos dejó el ejemplo.” (Juan 20:19-20; Hechos 20:7; 1 Corintios 16:2) Nos congregamos porque el señor nos manda en su palabra” (Hebreos 10:25). Nos congregamos porque nuestro Señor Jesús nos dio el ejemplo” (Lucas 4:16). “Nos congregamos porque la Fe viene por el oír la palabra de Dios” (Romanos 10:17). “Nos congregamos porque la exposición de la palabra ilumina nuestra mente para tomar decisiones sabias y para corregir nuestra vida” (Salmo 119.130). “Nos congregamos porque los primeros cristianos lo hacían aun en medio de gran persecución y peligros de muerte” (Hechos 11:25-26)

Nos congregamos para aprender juntos:
“Aprendemos a convivir en armonía con nuestros hermanos en Cristo” (Efesios 4:1-2). “Aprendemos a soportar a los débiles con amor” (Romanos 15:1). “Aprendemos a tener unidad y ayudarnos mutuamente como familia espiritual que somos” (Efesios 4:15-16; Gálatas 6:1-2)

Hoy vamos a decir: “Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.” (Salmos 122:1 NTV) y también vamos a decir: “Una cosa he pedido al Señor, y esa buscaré: que habite yo en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura del Señor, y para meditar en su templo.” (Salmos 27:4 LBLA). Amén.

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