¡LA VERDADERA SOLUCIÓN PARA BOLIVIA!
¡LA VERDADERA SOLUCIÓN PARA BOLIVIA!
Según el periódico Los Tiempos, de la
ciudad de Cochabamba – Bolivia, del 22 de Octubre, dice: “La violencia se
desbordó en los nueve departamentos del país ante la denuncia de fraude. En la
ciudad de Potosí, los movilizados tomaron e incendiaron el edificio del
Servicio de Registro Civil (Serecí) del Tribunal Electoral Departamental (TED),
como corolario de una jornada de protesta. Dos personas atrapadas en el
edificio se lanzaron del segundo piso para salvar su vida de las llamas…”
La gente de nuestro país ha llegado a
los extremos por rabia a la injusticia, provocada por los supuestos fraudes que
mostraron por distintos medios de comunicación y nuestros gobernantes declaran
públicamente a favor de la idolatría y hablan desafiando al Dios Todopoderoso.
¿Qué está pasando? ¿Quién es el
culpable? ¿Dónde radica este problema?
En la palabra de Dios encontramos las
respuestas a estas preguntas. En Jeremías 17:9, dice: “El corazón es engañoso más que
todas las cosas y perverso, ¿quién lo conocerá? Todos los conflictos
nacen dentro del corazón humano: “Porque del corazón provienen malos
pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios
y calumnias.” (Mateo 15:19 NVL). Porque nadie es perfecto: “Como
está escrito, no hay justo ni aun uno; no hay quien entienda, no hay quien
busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; no hay quien
haga lo bueno. No hay ni siquiera uno”. (Romanos 3:10-12).
Si partimos de esta base, nos damos
cuenta de la realidad del ser humano, ¡qué triste y preocupante es la situación
del hombre sin Dios! ¡El problema radica en el corazón! Según la palabra de Dios,
no hay nadie bueno. Esta criatura llamado hombre, no tiene paz en su corazón.
No debemos extrañarnos cuando oímos de guerras, convulsión social, fraude,
asesinatos y corrupción en todas partes… El corazón humano está plagado de
engaño, aun nosotros mismos nos engañamos, ¡cuanto más a los demás! Podemos engañar
a nuestro prójimo pero no a Dios, Él sabe exactamente lo que somos cada uno de
nosotros.
¡Oh Dios Santo, el corazón del hombre es tan peligroso! ¡Es extremadamente malvado! ¡Si no hay paz en nuestro corazón, siempre quiere llevarnos a lado malo! Sin Dios estamos perdidos. Cada día lucho con este mal,
solo Dios me ha podido ayudar y darme descanso. El Señor dice: “… Mi
presencia irá contigo, y te daré descanso.” (Éxodo 33:14)
Tenemos muchos ejemplos que podemos citar,
a veces las opiniones que sean buenas o malas, dependen más de los prejuicios y
de las interpretaciones que hacemos de otros. A una persona malvada una
situación que sea cualquiera, puede parecerle muy grave. A una persona
bondadosa, la misma situación puede parecerle algo sin importancia, o quizás
inocente. Tengamos esto muy presente y estemos bien en guardia contra nuestro
traicionero corazón, contra las ideas y los sentimientos que nos formamos de
los que nos ofendieron.
Si dejas que la envidia y el odio infecten tu
alma, si sientes el deseo de atacar a tu prójimo, ¡ten cuidado! Estás frente al
poder de las tinieblas. ¿Entonces qué hacer en esos casos o en estos días de
conflicto? ¡Rendirnos a los pies de Jesucristo, Él es el autor y proveedor de
paz y tranquilidad en nuestro corazón!... Con violencia no habrá solución, hay
más daño y dolor. “La violencia engendra violencia.”
Si queremos que cambie la situación de
nuestro país, primero entrega tu vida a Jesucristo nuestro Salvador: “De
manera que si alguno está en Cristo, son nueva creación;
las cosas viejas pasaron; he aquí todo es hecho nuevo.” (2
Corintios 5:17). Si no hay este milagro en tu vida, seguiremos presenciando la
triste situación que estamos pasando en estos días.
Jesucristo vino a este mundo para darnos
paz y felicidad, para rescatarnos del odio y de la desesperación. La palabra de
Dios, dice: “ Porque el Hijo del Hombre ha venido a
buscar y a salvar lo que se había perdido.” (Lucas 19:10).
Dios nos ama, por ese amor entregó a su propio Hijo, para que muera en la cruz
en nuestro lugar: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito[a], para que todo aquel que cree en El, no se pierda,
más tenga vida eterna.” (Juan 3:16).
En este momento, este bondadoso Señor y
Salvador Jesucristo te invita ir a Él: “Venid a mí, todos los que estáis
cansados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28) “Venid
ahora, y razonemos, dice el Señor, aunque vuestros pecados sean como la
grana, como la nieve serán emblanquecidos; aunque sean rojos como el carmesí,
como blanca lana quedarán.” (Isaías 1:18). ¿Qué responderás a
esta invitación? La respuesta la tienes tú.
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