EL SEÑOR CUMPLIRÁ EN TI SU PROPÓSITO
En Jeremías 29:11,
dice:
“Yo sé los planes que tengo para ustedes, planes para su bienestar y no para su
mal, a fin de darles un futuro lleno de esperanza. Yo, el Señor, lo afirmo.” Y
en Isaías 49:15, dice: “Pero ¿acaso una madre olvida o deja de
amar a su propio hijo? Pues aunque ella lo olvide, yo no te olvidaré.” (DHH).
En la Asociación el Sembrador (donde trabajo), me pidieron
escribir un testimonio sobre el trabajo que realizamos actualmente… Una mañana,
pensando lo que voy a escribir, empecé a recordar todos los bellos momentos de
mi vida y el resultado fue muy agradable, salieron lágrimas de mis ojos; Dios
nunca me abandonó desde el momento que abrí mi corazón a mi Salvador Jesucristo.
Uno de tantas
bendiciones que Dios me ha dado en mi vida, fue sin lugar a dudas trabajar en
el área que tanto había soñado y pedido a Dios: Literatura. Y la mejor parte es
pertenecer a la familia del “SEMBRADOR”, donde me encuentro motivado, en
familia y como alguien dijera: “Como pez en el agua”. No solo soy trabajador,
sino, soy parte de la Asociación el Sembrador, apoyado por la Misión Luterana
Laica de Noruega. En verdad soy privilegiado y agradecido a Dios.
He encontrado el
sentido exacto de la vida, anhelaba tener una paz que llene mi corazón. Parecía
que nada tenía sentido en mi vida, aunque había escuchado, leído sobre el
evangelio. Seguía pensando cómo y con qué agradar a Dios, todo esto resultaba
en vano... Hasta que leí, uno de los libros que publica “Asociación el
Sembrador”. Este libro impactó mi vida, tomó un cambio total, en mi corazón
había una sensación de estar completo que no me falta nada.
Este libro de que les hablo, titula: “Cada día con Dios,” escrito por Carl Olof Rosenius... Cuando me entregaron, lo recibí de mala gana, porque hasta entonces había leído muchos libros y pensando que era uno de tantos libros leídos, no había encontrado la esencia misma del Evangelio, como lo explica este devocional.
Al leer, me sumergí
en el mensaje de Dios, he entendido exactamente esas palabras de amor que habla
Juan 3:16, cobra vida dentro mi corazón… Rosenius en su estilo que lo
caracteriza, hace entender lo que es el hombre, que todavía es tan desdichado,
tratando de hacer algo por uno mismo, para aplacar la ira de Dios.
Cuando vienen
acusaciones al corazón, el hombre busca la salida por todos los medios,
tratando recompensar haciendo algo… Y a esto, Rosenius dice: “¡Tenemos que
alabar a Dios, y dar gracias infinitas al eterno Rey! Aunque somos malos, hay
otro que es nuestra paz, nuestra tranquilidad y nuestra justicia, Él es Jesucristo.” ¿Qué alivio, verdad?
Es cierto y
deplorable que nuestras buenas obras, son incompletos y no sirve para la
justicia de Dios... Rosenius dice: “Conozco a un Hombre con manos y pies
heridos. En esas manos están mis buenas acciones y en esos pies está mi vida
recta. Él es mi amoroso Salvador
Jesucristo.”
Es cierto y es
nuestro diario tormento que todavía tenemos muchos malos pensamientos...
Rosenius dice: “He visto una cabeza santa cubierta con una corona de espinas
por nosotros. En esa cabeza están nuestros buenos pensamientos, también nuestra
alegría. Aunque nuestra vida cristiana sea imperfecta, Él es todo para
nosotros. Él es mi amoroso Salvador
Jesucristo. ¡No quiero saber de otra justicia sino la de Él! Si las obras de Cristo no son las mías,
estoy eternamente perdido en mi eterno sufrimiento.”
Nuestra propia
piedad o nuestro buen comportamiento, no aprueba el Juicio de Dios… Rosenius
dice: “¡la santidad de mi Señor
Jesucristo ciertamente lo aprueba! Por eso Él es amado, valioso, estimado e
imprescindible en mi vida. De esa forma, con este escudo puedo cubrir y apagar
todos los dardos encendidos del maligno.”
Exactamente comprendí que Cristo se adjudicó mi imperfección. O sea, René (que soy yo) está en Cristo y Cristo, el Hijo de Dios, está en mí. ¡La obra de Cristo es todo para mí! ¡Qué maravilla! Como dice Pablo: “… ya no vivo yo, más vive Cristo en mí…” (Gálatas 2:20) “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia.” (Filipenses 1:21).
Esta experiencia,
me llevó a compartir con muchas personas cristianas de distintas denominaciones
y por supuesto han recibido mucha bendición de Dios y han cambiado la manera de
pensar y aún el compartir el Evangelio de diferente manera. Me gustaría que
este libro esté en cada hogar de las familias.
¿Sabes hermano?
¡Dios nunca te va a olvidar ni mucho menos abandonarte, porque te ama! (Juan
3:16). Muestra claro de ese amor que les hablo, ha enviado a su amado Hijo en
rescate de todos nosotros, y no solo eso, sino te cuida, guía y provee de
bendición material y espiritual. Así lo hará hasta que estemos en el lugar
donde está preparando para cada uno de nosotros, donde: “… Dios
mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no
habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las
primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21:3-4). Amén.
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