¡AUNQUE OLVIDE ELLA, YO NUNCA ME OLVIDARÉ DE TI!


¡AUNQUE OLVIDE ELLA, YO NUNCA ME OLVIDARÉ DE TI!
 Imagen relacionada

Hace años una joven madre viuda, viajaba a pie por las montañas de Escocia cuando le sorprendió una tempestad de nieve que le impidió llegar a su destino.

A la mañana siguiente la hallaron helada, los rescatistas descubrieron que se había quitado toda su ropa exterior para abrigar con ella a su hijito a quien encontraron vivo, gracias a tal protección.

El Pastor que ofició el entierro de esta madre abnegada, solía contar con frecuencia esta historia como ilustración del amor de Dios.

Una noche el Pastor contó una vez más, esta emocionante historia y pocos días después recibió recado para visitar a un hombre muy enfermo quien le dijo:

Usted no me conoce, porque aunque he vivido muchos años en esta ciudad nunca asistía a las iglesias; pero el otro día pasé por delante de su Iglesia y oyendo contar la historia de esta madre que dio la vida para salvar a su hijo y explicó usted tan claramente que tal amor es una ilustración del amor de Cristo que dio su vida por nosotros y por primera vez comprendí la grandeza de este amor.

Yo soy aquel hijo por el cual su madre murió helada y he querido hacerle saber que mi madre no murió en vano. Quiero dar mi vida por Cristo: El sacrificio de mi madre me servirá para salvar mi cuerpo y mi alma.

Solo una madre ama sin condiciones, sufre en silencio, no espera recompensa. Y solo es feliz si sus hijos son felices. Una madre es única en el mundo.

Un día, a mi esposa la veo apenada y me acerco para preguntarle: ¿Por qué estás afligida? Ella con los ojos tristes, me dijo: “Nunca dejo de pensar como están mis hijos”. ¡Eso es puro amor! Dios mismo pone como claro ejemplo a la madre, como portadora de ese amor puro e incondicional: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, Yo nunca me olvidaré de ti.” (Isaías 49:15).

Imagen relacionada

En el Antiguo Testamento cuenta, cuando el pueblo de Dios estaba afligido, se quejaba: “¡Me dejó Jehová, y el Señor se olvidó de mí!” (Isaías 49:14). A esos constantes lamentos, el Señor responde, como diciendo: “¿Qué dijiste? ¿Que te olvidé? Y luego el Padre amoroso, dice: ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz?” A veces, parece que Dios no responde y pensamos: “Me dejó Jehová…” ¿Es verdad que Dios nos abandona? Es totalmente imposible que sea capaz de olvidarse de sus amados hijos tan solo por un momento. Dios no acepta esa queja y rechaza esa acusación: “… ¡Yo nunca me olvidaré de ti! He aquí, en las palmas de las manos te tengo esculpida” (Isaías 49:16).

Escucha bien apreciado hermano, estas palabras son del mismo Señor a quien servimos. Él no puede olvidar, ni abandonar, a sus hijos que ama. Así como una madre no puede olvidar a su criatura que llevó en su vientre, tampoco Dios puede olvidar a sus hijos. Aun si nosotros pudiésemos olvidarlo, Él no nos olvidará a nosotros.

Dios también nos muestra la razón por la que no quiere ni puede olvidarnos. Dice: “He aquí, en las palmas de mis manos te tengo esculpida” (Isaías 49:16). ¿Cómo puede suceder esto? Algo que te grabas en la piel no sale fácilmente y no puede borrar fácilmente. Entonces, ¿Cómo podría olvidarte? ¡Eres parte de Él!

En otras partes de la palabra de Dios, dice que nos ama con amor paternal. Pero en este pasaje que hemos leído, vemos que nos ama con un amor todavía más tierno: ¡Con amor maternal! “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz?”

“… Aunque olvide ella, Yo nunca me olvidaré de ti.” ¡Dice que nos ama con un amor aún mayor que el de una madre! El amor de Dios es único. Él mismo lo declara inigualable. Es más fuerte incluso que el sublime amor de una madre...

Imagen relacionada

Como dijera Jesús: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito…” (Jn.3:16). Gracias a este amor, Dios no sólo recibe hasta los peores pecadores, sino que además los sigue y busca. Como lo ilustra Jesús en la parábola del hijo pródigo: El padre corrió al encuentro de su indigno y depravado hijo, lo abrazó y besó. Luego dijo: “Comamos, y hagamos fiesta, porque este mi hijo muerto era, y ha revivido” (Lc.15:11ss.). Este mismo amor divino habla por boca del profeta Isaías y dice: “¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz?” ¿Quién puede entender o explicar este amor? Hablando del mismo, San Juan no supo expresarse mejor que diciendo: “Dios es amor” (1 Jn.4:8).

El Dios que nosotros experimentamos como creyentes es un Dios de "esperanza", es un Dios que consuela y que nos ama con amor infinito y con fuertes sentimientos de pasión maternal. Más claro no puede ser... No hay razón para que dudes... Sus palabras de consuelo y fortaleza deben de alegrarte e impulsarte a la alabanza espontánea a su nombre.

¿Cómo olvidar e ignorar ese amor tan grande? ¿Cómo alejarnos de nuestro Padre que tanto nos ama? “¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo? ¿El sufrimiento, o las dificultades, o la persecución, o el hambre, o la falta de ropa, o el peligro, o la muerte violenta?... Pero en todo esto salimos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Estoy convencido de que nada podrá separarnos del amor de Dios: ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo más alto, ni lo más profundo, ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios. ¡Nada podrá separarnos del amor que Dios nos ha mostrado en Cristo Jesús nuestro Señor!” (Romanos 8:35-39 DHH.) Amén.

Imagen relacionada

Comentarios

  1. Qe lindo mensaje no pude entender 1er cuando lei al terminar me toco el corazon

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

NO JUEGUES CON EL PECADO

ESTO TIENES QUE LEER, ES PARA TI

VIERNES SANTO