¡DIOS NO ME ESCUCHA!
En primer lugar, quiero agradecer a
aquellas personas que me escriben a mi correo y gracias por la preocupación. Es
verdad que he dejado de escribir un buen tiempo. Dios me ha encomendado otro
trabajo que absorbe la mayor parte de mi tiempo y por lo cual, estaré
escribiendo de vez en cuando. Pero, siempre quiero decir algo de Dios para que
en esta vida tengamos fortaleza y bendición en nuestro Salvador Jesucristo.
La mayor parte de las preguntas que he
recibido en estos días, dicen: “Dios no me contesta, parece que Dios está muy
lejos o soy demasiado pecador o me ha olvidado…” ¿Es verdad que Dios no nos
escucha? ¿Será que Dios tiene favoritos a quien solo escuchar? O ¿A todos nos
escucha si acudimos con un corazón sincero? Hace muchos años atrás, esas mismas
preguntas han rondado por mi mente. Recuerdo con mucha tristeza cómo me
torturaban, hasta que conocí a mi Salvador Jesucristo, que me dio paz y
seguridad en mi vida.
Ya pasan 39 años, donde veía a Dios como el que me observaba, como un juez que llevaba cuenta de lo que hacía mal, como para ver si merecía el cielo o el infierno cuando muriera. Pasaron los años, y me hablaron de un Dios lleno de bondad. Sin dejar de ser Dios, era también mi Padre, un Padre infinitamente misericordioso que me había amado ya desde antes de la creación del mundo y seguía amándome. Prueba claro de este amor, es que había enviado a su único Hijo a morir en la cruz en lugar mío.
De repente, empezó a
cambiar mi vida. No sé cómo, empecé a ver la vida de otra manera... No confié
mucho en Él al principio, me costó darle el control de mi vida. Pensé..... que
voy a caer, porque yo sabía cómo era mi vida pasada, muy triste. ¡Mi vida con
Dios empezó a ser y sigue siendo muy asombrosa y emocionante! Él me abrazó, me
dio cariño y amor verdadero, que mi papá terrenal se había olvidado de esa
parte importante. Así que comencé a confiar en Él… Él me llevó a conocer nuevos
caminos en la vida, y también me llevó a conocer gente nueva con un corazón
grande, lleno de amor, de generosidad, de justicia, de alegría y de paz (La
Iglesia de Cristo).
En Salmos 130:5, dice: “Esperé
yo a Jehová, esperó mi alma; en su palabra he esperado.” Lo que nos cuesta es sencillamente ¡esperar
confiando que sí Dios lo hará! La palabra de Dios está lleno de promesas para
ti y para mí. “Espera al SEÑOR; esfuérzate y aliéntese tu corazón. Sí, espera al
SEÑOR.” (Salmos 27:14).
Hay personas que quieren enseñar a Dios
el sentido de la vida. Quieren indicarle tiempo y lugar, y mostrarle la manera
en la que debe ayudarles. Y cuando no sucede como quieren, se rinden, o
comienzan a buscar ayuda en otra parte. No esperan al Señor, creen que Dios
debe estar preparado y darse prisa con la ayuda precisamente como y cuando
ellos quieren.
Pero los que esperan al Señor, piden su
guía y dejan todas las cosas al cuidado y la buena voluntad de Dios. Le dejan a
Él decidir cuándo, cómo, dónde y por qué medios, les ayudará. Aunque la ayuda
tarde, las personas que esperan, siguen confiando; no dudan de las promesas de
Dios ¡que sí les ayudará!
La palabra de Dios, que debemos esperar
con paciencia: “Esperad en Él en todo tiempo, oh pueblos; derramad delante de Él
vuestro corazón. Dios es nuestro refugio.” (Salmos 62:8). El Señor
espera que tengamos plena confianza en Sus promesas, que Él es nuestra única
ayuda y la ayuda llegará. No tenemos otro lugar donde encontrar esa ayuda
efectiva.
Si tienes alguna necesidad, quiero darte
un buen consejo: ¡Acércate en oración y derrama
tu corazón delante del Señor y espera con paciencia! Muestra tus
preocupaciones delante de Él. ¡No escondas nada, cuéntale todo! Cualquier cosa
que te haga sufrir, dile, abre tu corazón a tu buen amigo Jesucristo. Él te oye
de buena gana y con alegría te ayuda.
No te retires, no pienses que no te
escucha y no digas que tus preocupaciones son demasiado grandes. Él sí está
atento a tus palabras de petición: “… Él oye la oración de los justos.”
(Proverbios 15:29) “Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel
que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.”
(Lucas 11:9-10)
Ven a Jesucristo nuestro Salvador con un
corazón sincero, aunque pienses que traes grandes valijas llenas de dificultades.
El Señor es más grande que tus problemas y Él es poderoso para ayudarte a
solucionar. ¡Para Dios no hay nada imposible!: “Para los hombres es imposible
aclaró Jesús, mirándolos fijamente, pero no para Dios; de hecho, para Dios todo
es posible.” (Marcos 10:27 NVI).
Él tiene mucho amor y paz para darte,
también mucho perdón para los delitos más serios. Pero, Él está esperando que le
hables y le cuentes todo. No es un hombre como nosotros, que se cansa de
nuestras oraciones. Al contrario, cuanto más ores, tanto más te escuchará.
Habla sin rodeos y no vengas con media confesión. No confíes como a
cuentagotas, porque el Señor tampoco quiere dar su gracia a gotas, él quiere
derramar sobre ti su gracia y su perdón como un río.
Que alegría más grande tener un Padre
poderoso, que siempre está a nuestro lado para ayudarnos, que no encontraremos
en ninguna parte de este mundo. Tantos años que disfruto de esa bendición de
Dios; eso es lo que quiero para ti, eso me lleva a predicar el Evangelio y
decirte que Dios te ama. Las palabras de Dios anunciado, hace miles de años
atrás, sigue vigente hoy en día. Dios te dice: “¿Puede una mujer olvidar a su
niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ellas se
olvidaran, yo no te olvidaré.” (Isaías 49:15).
Dios hoy te enseña que un padre jamás
tapa los oídos a su hijo, aunque este se haya ido lejos, lo traerá de vuelta,
aunque se haya equivocado le enseñará con amor, aunque esté en valle de sombra
y de muerte Él estará a su lado. Y aunque esté clavado en una cruz cargando todo
el pecado del mundo sintiéndose el hombre más solo sobre la tierra,
en realidad Dios también estará ahí. Dios en este preciso momento está a tu
lado ¿Qué le dirás? ¡Háblale con confianza! ¡Es tu padre que te ama y quiere
ayudarte!
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