¿UN CAMINO EQUIVOCADO?
¿UN CAMINO EQUIVOCADO?
Hoy en la mañana, en nuestro devocional
acostumbrado, recibimos un mensaje muy interesante; sentí en el corazón que
todos deberían saber esta verdad. En estos tiempos para muchos se nos hace tan
difícil seguir a Dios, es justamente este mensaje que debemos tomar muy en
cuenta… Rosenius explica con tanta claridad, Romanos 1:24. El texto dice: “Por
lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en la concupiscencia de sus
corazones.”
En la Nueva Traducción Viviente, dice:
“Entonces Dios los abandonó para que hicieran todas las cosas vergonzosas que
deseaban en su corazón. Como resultado, usaron sus cuerpos para hacerse cosas
viles y degradantes entre sí.” Voy a tratar de resumir y me gustaría,
que lo leas detenidamente y tengas presente en todo momento, para tu bien…
¿Qué hace Dios con los que no quieren
seguir la luz, que Él mismo les ha dado? Los entrega a la inmundicia,
abandonándolos a los deseos mundanos de sus corazones. En otras palabras, a la
persona que quiere seguir su propio camino sin obedecer a Dios, los deja a su
suerte.
Luego, estos deseos mundanos de sus
corazones los arrastran a un estado de profunda decadencia y ese es el pago de
alejarse de Dios... El poder del pecado sobre los seres humanos es tan grande,
que cuando Dios nos abandona a nuestra propia suerte, inmediatamente caemos en
toda clase de pecados y actos vergonzosos. “… pero luego se enreda y vuelve a
quedar esclavizada por el pecado, termina peor que antes...” (2 Pedro
2:20-22).
Desde la desobediencia de Adán y Eva, la
naturaleza humana fue infectada con el pecado y maldad. Ese veneno afecta
continuamente los pensamientos y la voluntad; los malos deseos pecaminosos,
quieren arrastrarnos al camino equivocado. Los sentimientos y la imaginación
actúan fuera de los preceptos bíblicos.
En el comienzo de la humanidad, “El Señor vio la
magnitud de la maldad humana en la tierra y que todo lo que la gente pensaba o
imaginaba era siempre y totalmente malo.” (Génesis 6:5). Y refiriéndose
a lo mismo, Jesucristo nuestro Señor, dijo: “Pues del corazón salen los malos
pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la
mentira y la calumnia.” (Mateo 15:19).
Sin la intervención de Dios los seres
humanos en seguida nos destruiríamos a nosotros mismos y los demás. Por eso,
todo está bajo control de Dios… Cuando Él abandona a los rebeldes al capricho
de su promiscuidad y a las iluminaciones del enemigo, la maldad se expresa sin
límites. Entonces se pueden ver esas horribles manifestaciones del pecado a las
que se refiere San Pablo en Romanos capítulo1.
Lamentablemente esto está ocurriendo, con personas “cristianas” que asistían a la iglesia y ahora toman un rumbo diferente. Se pueden ver horrorosos ejemplos, de personas bien instruidas y educadas, de repente son arrastradas y caen en tremendos pecados y locuras.
Antes que lleguen a este extremo, eran
considerados como personas decentes y honradas. Cuando han caído en esos graves
y denigrantes actos, la gente se sorprende y se pregunta: ¡Cómo puede ser
posible! Jamás se esperaría algo semejante de personas así! ¿Por qué sucede? El
Apóstol Pablo, dice: “Es cierto, ellos conocieron a Dios pero no
quisieron adorarlo como Dios ni darle gracias. En cambio, comenzaron a inventar
ideas necias sobre Dios. Como resultado, la mente les quedó en oscuridad y
confusión.” (Romanos 1:21)
En otras palabras, conocieron a Dios
pero no lo glorificaron como corresponde, ni le dieron gracias. Percibían la
voz de Dios, pero no quisieron doblegarse ante ella. “Detuvieron con injusticia la
verdad”, “profesando ser sabios”, no quisieron creer lo que Dios les
decía. (Romanos 1:18,22). Por todo eso, Dios finalmente entregó a los
pensamientos y deseos inmundos de sus propios corazones, y así se han
convertido en necios.
Muchos, en los primeros años de nuestra
vida hemos escuchado, a nuestros padres y maestros cristianos el consejo de
Dios. Nos han enseñado que Dios es todo poderoso, y que no es bueno desafiarlo.
Hemos aprendido que Dios realmente quiere y ordena que todas las personas se
conviertan a Él, lo amen y teman, le obedezcan y sigamos a lo largo de nuestras
vidas, y seamos salvos. Pero, muchos no han querido obedecer el consejo de
Dios, lo que han hecho es seguir sus propios deseos y la corriente de este
mundo.
Algunos han pretendido ser astutos y
hacer esto de manera controlada, sin caer en graves excesos. Piensan que tienen
la capacidad de controlarse y mantener cierta moderación. No quieren ser del
Señor, ni vivir bajo Él en su reino, tampoco quieren sumergirse tan
profundamente en el pecado, tratan de conservar algo de control sobre sus
personas. Sin embargo, de esa manera no les irá bien.
A los que piensan y viven de esta
manera, el Señor finalmente los entrega en la inmundicia; a los malos deseos de
sus propios corazones, a terribles injusticias, graves locuras y necedades. “Dios
no puede ser burlado.” (Gálatas 6:7).
Rosenius, dice: “Si no quieres oír su palabra y ser plenamente convertido, entonces
ninguna prudencia ni autocontrol será suficiente. Te hundirás profundamente,
tarde o temprano. En este tiempo presente, o en la eternidad, reconocerás
amargamente de no haber oído al Señor y por haber resistido a su enseñanza; fue
el error más terrible que has cometido.”
Apreciado hermano, si estás pasando por
esta triste situación y te preguntas: ¿Entonces, habrá todavía salvación para
mí? ¿Tengo todavía esperanza? ¡Sí, hay esperanza! Todavía estás a tiempo,
todavía eres capaz de reflexionar y puedas pensar a tiempo lo que el Señor y su
apóstol nos dice. Dios es lleno de amor y misericordia, está esperándote que
acudas a Él.
Uno de los textos de la Biblia que me
conmueve el corazón, dice: “¿Se olvidará la
mujer de lo que dio a luz, para dejar de compadecerse del hijo de su vientre?
Aunque olvide ella, yo nunca me olvidaré de ti.” (Isaías 49:15).
Y en el Nuevo Testamento, dice: “Pues Dios amó tanto al mundo que
dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino
que tenga vida eterna.” (Juan 3:16). Corre a los pies de Jesucristo,
quien dio su vida por ti, ¡Él te está esperando para abrazarte de nuevo! Amén.
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