¡Tu hermano necesita de TI…!


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¡… AYÚDALE!

Hay una frase muy conocida en nuestro medio, dice así: “Se hacen de la vista gorda”. ¿Alguna vez has escuchado? En otras palabras, no se interesan en el sufrimiento ajeno. Aunque ellos pueden estar viendo el llanto y dolor que la otra persona está pasando, por algún problema o circunstancia de la vida. 

Aunque en alguno de esos casos, saben que pueden consolar, y saben que pueden ayudar mucho en ese momento difícil. Pero, “se hacen de la vista gorda.” Prefieren mirar a otro sitio y pasar por su lado silbando para disimular. Y lo curioso del caso es, que muchas de estas personas, son cristianas, seguidores de un Dios misericordioso, que dio su vida por cada uno de nosotros.

Es interesante lo que dice Gálatas 6:2: “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo.” En este texto original en griego, el apóstol Pablo, cuando habla de ayudarnos a sobrellevar las cargas los unos a los otros, usa la palabra “baros”, de la cual deriva nuestra palabra castellana barómetro, el instrumento que utilizamos para medir la presión atmosférica. El apóstol nos enseña que debemos ayudarnos mutuamente a soportar las presiones propias de vivir en este mundo.

Como iglesia, parte de la obra que realizamos, es ayudar a la gente a llevar esas cargas pesadas, a desarrollarse, a madurar y a hacerse fuerte en Cristo, para enfrentar los desafíos de la vida. Esto es parte de la gran obra de la restauración de la imagen moral de Dios en el hombre, que casi hemos perdido por el pecado.

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La palabra de Dios está llena de ejemplos de ayudarse a llevar las cargas de la vida. Hace muchos años atrás, había un judío al borde de la vejez, llamado Pablo; se interesó por un joven de nombre Timoteo. Durante por varios años él ayudó, a hacer frente a su timidez y a su resistencia en usar sus dones y demostrar su liderazgo en la iglesia, aun llamándole con ternura y cariño: “hijo” a Timoteo. (2 Timoteo1:6-8; 4:4:12-14). Y este mismo Apóstol al escribir a la Iglesia de Galacia, dice, que nos ayudemos a sobrellevar las cargas, los unos a los otros.

Del mismo modo vemos otro ejemplo, de un próspero evangelista, seguidor de Jesucristo, llamado Bernabé. Él tomó bajo su cuidado a un joven llamado Juan Marcos, su pariente, y guio por el camino correcto y adecuado para él. Juan Marcos era a veces inconstante, hasta que éste llegó a ser un siervo respetado de la iglesia (Hechos 15:36-40; Colosenses 4:10; 2 Timoteo 4:11). Así sucesivamente podemos citar muchos ejemplos bíblicos para mostrarles, que para Dios es muy importante que nos ayudemos a llevar nuestras cargas: “Ayúdense entre sí a soportar las cargas...” (Gálatas 6:2 DHH).

No esperemos todavía capacitarnos, para ayudar o aconsejar, ninguno de estos personajes habían tomado cursos de psicoterapia. Ninguno contaba con un título de postgrado en consejería. No eran teólogos educados, pero sí, eran instruidos en las sagradas escrituras, y fueron guiados por Dios para ayudar a personas que estaban pasando por diferentes problemas, a ayudar y mostrar que solo en Jesucristo hay solución.

En la actualidad, muchos sin prepararse en la consejería, ya están ejerciendo el papel de consejeros y están ayudando sin darse cuenta que son instrumentos en las manos de Dios. Por ejemplo: Una madre consuela a sus hijos, por alguna disolución que están pasando. Un maestro descubre que uno de sus estudiantes está distraído y sufre, debido al inminente divorcio de sus padres. Un pastor ora en silencio junto al lecho de una adolescente que intentó suicidarse, etc., etc. Todos podemos convertirnos en ayuda y buenos consejeros, con la ayuda de Dios.

Estas personas que están prestos a ayudar a su prójimo, en primer lugar tienen en su corazón a Jesucristo; en segundo lugar tiene empatía, se interesan de las personas que están sufriendo; en tercer lugar calidez, ese amor que viene de Dios es notorio y por último, sinceridad, todo lo que tiene que decir es la verdad y nada tiene que ocultar... Por muchas razones depender de nuestro Señor Jesucristo, es un requisito indispensable y decisivo para quien piensa ayudar y aconsejar a otros.

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Por ejemplo, habrá momentos cuando uno necesite mucha paciencia. Habrá situaciones en que la única receta es la oración y dependencia en la gracia de Dios. Por estas y muchas otras razones, una relación íntima con Cristo es indispensable para lograr un ministerio eficaz de consuelo y comunicación. Porque, las cosas buenas y las enseñanzas buenas vienen de Dios y él nos ha dejado un manual de vida, que es muy importante conocer, ese manual se llama: “La palabra de Dios” o “La Santa Biblia”.

Hoy es día de comenzar a preocuparnos de las personas que están sufriendo; quien sabe, sin que nadie les dé un abrazo o consuelo en su vida. Quien está pasando esta dificultad, puede ser un miembro de nuestra familia, un amigo, vecino, etc. Corre y dale ese abrazo de consuelo y dile que no está solo, Cristo le ama (Juan 3:16) y Él ha venido a darnos una vida de alegría y salud: “… Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan 10:10).

Lleva a esa persona que sufre, a los pies de la cruz, muéstrale que Cristo murió por él, para darle descanso, fortaleza y paz en su corazón: “Venid a mí, todos los que estáis cansados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28). Él vino a buscar y salvar lo que se había perdido (Lucas 19:10). Amén.
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