¿QUÉ ESPERAS PARA DISFRUTAR LA VIDA?
¿QUÉ ESPERAS PARA DISFRUTAR LA VIDA?
No sé cómo estás tú, en este momento;
pero, puedo asegurarte Dios no ha dejado de interesarse por ti. A veces
pensamos que Dios se ha alejado de nosotros, está lejos y no recibimos su ayuda
y la amargura invade nuestro ser, por lo cual vivimos sin sonreír y pensamos
que nuestra vida es desdichada, que sí pensamos tener paz, creemos que es un
cuento de fábulas.
Es increíble el tiempo que perdemos en
peleas sin sentido que nos llena de amargura. La amargura es falta de perdón.
Entonces sentimos morirnos, que la intranquilidad reina en nuestra vida y
familia… Hoy busca tu tranquilidad, pide perdón y disfruta del tiempo con tus
seres queridos. Cada día Dios nos da bonitas oportunidades para sonreír y
disfrutar, porque pronto acaba esta vida.
Todos afrontamos problemas y pruebas en la vida, pero Dios nos da el regalo más grande del mundo: “Su Amor”, para poder disfrutar en medio de la tormenta. Tómate un instante para hablar con ese Dios bueno y amoroso, pídele que llene tu corazón de su amor; de esa manera cambiará tu actitud para bien.
Todo lo grande y pequeño que tienes es fruto de Su amor. Valora y agradece a
Dios. La palabra de Dios en Filipenses 4:7, dice: “Y la paz de Dios, que sobrepasa
todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en
Cristo Jesús.” Esto quiere
decir, quien desea seguir siendo un cristiano en las diferentes experiencias de
la vida, debe mantenerse diligente en contacto con el Evangelio de la paz. Esta
es la fuente verdadera de la paz de Dios.
Únicamente el Evangelio de Jesucristo
puede sostenernos continuamente durante las aflicciones y preocupaciones hacia
las cuales nuestro perverso corazón y conciencia, nuestros sentimientos y
satanás quieren arrastrarnos todo el tiempo. Contra todas estas perturbaciones
de nuestra paz, no tenemos otra defensa que la palabra de Dios.
Ahí está el consolador, el Espíritu Santo que nos consuela en la vida y cuando llegue la muerte, nos iremos en paz. Apreciado hermano: “¡No temas! ¡Ten ánimo! Si sientes desfallecer por causa de tu pecado, recuerda que Jesús es tu justificación. Solo por los méritos de Jesús eres reconciliado para siempre con Dios, quien te prometió que jamás te despreciará.”
¡Qué bueno es que la paz de Dios domine
más tu corazón y tu mente! Esa es la cariñosa voluntad del amoroso Dios para
nosotros. Él no quiere que pasemos nuestros días en amargura, oscuridad y pena.
Jesucristo nos ha prometido estar con nosotros todos los días de nuestra vida,
porque nos ama y hemos sido comprados a un precio muy alto, y somos preciosos a
la vista de Dios porque estamos gloriosamente revestidos de Cristo. Por todo
esto deberíamos disfrutar de gran paz y gozo en nuestros corazones, creyendo en
Él.
El Apóstol dice francamente: “Dad
gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo
Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:18). Y Jesús mismo dice: “…
yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.” (Juan
10:10). La amargura en el corazón es la falta de perdón y una vida miserable…
Pero, Cristo vino a darnos vida en abundancia, en otras palabras GOZO en
abundancia. La vida es bella con la compañía de nuestro amado Salvador.
Esta paz fue uno de los objetivos
principales de toda la obra redentora de Cristo, como lo dice también el
profeta: “… el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos
nosotros curados.” (Isaías 53:5). Y: “… el efecto de la justicia será
paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.” (Isaías
32:17). De modo que cuanto más alegría y paz uno tiene por la fe en Cristo,
tanto más lo quiere Dios, y queda glorificado y exaltado por Cristo, Él es el
fundamento de esta paz y alegría.
Aparte de Él, el cristiano no tiene más alegría en la tierra. En este mundo perverso, en el que no tiene sino luchas y tribulaciones a causa de la maldad del diablo y del mundo, hace falta que el cristiano esté bien equipado con la sublime e imperturbable paz de Dios en su corazón.
Al concluir su discurso de despedida a
sus discípulos, la noche previa a su muerte, Jesús dijo: “Estas cosas os he hablado para
que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he
vencido al mundo.” (Juan16:33). ¡Que hermosas palabras! Solo en Cristo
podemos tener paz y gozo. Con razón el Salmista David, dijo: “En
paz me acostaré, y asimismo dormiré; porque solo tú, Jehová, me haces vivir
confiado.” (Salmos 4:8).
Es precisamente esta paz lo que más nos
fortalece y guarda nuestros corazones unidos a Cristo. Esta paz nos da la vida
espiritual: El deseo y la fuerza para realizar todo lo bueno. Recordemos lo que
dice el texto: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros
corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.” (Filipenses 4:7).
Cuando por fe en Jesús tengo paz con
Dios, puedo sonreír en cualquier circunstancia de la vida, porque: “Todo
lo puedo en Cristo que me fortalece.” (Filipenses 4:13). Cualquier
persona puede odiarme; a mí me basta la seguridad del amor de Dios. Puedo
sufrir una pérdida material, pero me siento feliz con el tesoro celestial.
Pero, cuando no tengo esa paz de Dios en
mi corazón, soy débil y vulnerable ante cualquier tentación. Por eso es muy
cierto, que todo cristiano debe tener bien presente que la paz de Dios guarda
el corazón, y que “… el gozo de Jehová es vuestra fuerza.” (Nehemías 8:10). Amén.
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