¿Piensas divorciarte? ¡NO LO HAGAS!
¿Piensas divorciarte? ¡NO LO HAGAS!
No cabe duda que estamos en tiempos,
donde casi a nadie ya le importa el bienestar del matrimonio… Nuestra sociedad
está llegando a los extremos, de tomar el matrimonio como algo anticuado y eso
les lleva a la costumbre de la libre unión. Desde luego, que el matrimonio
llegaría a considerarse como un recuerdo del pasado.
Estamos viviendo con tristeza esta
realidad, estas personas que optan al divorcio, pueden inventarse infinidad de
argumentos válidos (según ellos), según la sabiduría humana, sin tomar en
cuenta lo que dice Dios y sin intentar una posible solución. Estas personas
defienden con uñas y dientes, el divorcio. Pero, a la verdad es un mal y una
maldición, que está destruyendo generaciones enteras.
Según la Biblia, esto no está en los
planes de Dios para el matrimonio. El matrimonio es una institución que Dios
dio al hombre para su bien. Muchos piensan que fue una ordenanza solo para los
cristianos. Eso no es así. Cuando Dios dijo: “Por tanto, dejará al hombre a su
padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.” (Génesis
2:24). Esto se refiere a todos los seres humanos, es evidente por el texto
bíblico mismo; no lo fue para Adán, pues él no pudo abandonar a sus padres ya
que no los tenía. Por eso, el matrimonio es para todos los seres humanos.
El matrimonio como fue instituido por el
Señor (Génesis 2:21-25). Es la unión de un hombre y una mujer: “Hasta
que la muerte los separe.” Después de mencionar lo que Dios dice acerca
del matrimonio, oigamos lo que dice Jesús: “Así que no son ya más dos, sino una sola
carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (Mateo
19:6). Dios no contempló el divorcio, al contrario que la unión matrimonial
continúe hasta la muerte de uno de los dos.
Tanto como el hombre y la mujer, jóvenes
y jovencitas deben considerar al matrimonio, como algo duradero; deben entrar
al matrimonio con la firme determinación de preservarlo cueste lo que cueste,
hasta que la muerte los separe. Por eso es muy importante el noviazgo para
ayudar a nuestros jóvenes a prepararse para que el matrimonio sea duradero.
Si las personas se casan con la idea preconcebida de que pueden
divorciarse, en cuanto surjan dificultades, ya tienen previsto la solución
equivocada. Ya tienen en mente, de que tarde o temprano acabarán en las cortes
de justicia, buscando solución a sus problemas... Si los esposos llevaran sus
problemas al Señor Jesús, en lugar de llevarlo a los juzgados, los matrimonios
durarían hasta que la muerte los separe.
Puesto que el matrimonio es la
institución del Señor, y la unión formada es la obra de Dios y el divorcio es
la destrucción de la obra de Dios. El Señor nunca ha permitido que el hombre
destruya su obra o que la tome a la ligera. Es posible que una persona se case
mal, ya sea por un error o por ignorancia y que ese matrimonio le traiga muchos
sufrimientos, pero a ninguna persona se le han dado privilegios que le permitan
ajustar la ley a su gusto para satisfacer su deseo, desacatando la ley que Dios
dio para el bienestar y felicidad de la humanidad.
Puesto que el matrimonio es el resultado
de un pacto solemne, el divorcio es la rotura de sus acuerdos y promesas, y
siempre ha sido pecado el romper un pacto (Romanos 1:31). Quienes rompen su
pacto o acuerdo debido a inconvenientes y sufrimientos que ellos no habían
previsto no son dignos de confianza. Cuando piensan que el divorcio les ofrece
la salida fácil de sus dificultades, no se dan cuenta que sólo les conduce a
situaciones más difíciles y dolorosas.
Una de las cosas que Dios odia, de
acuerdo con la Biblia, es el divorcio. Dios acusó a los judíos de actuar en
forma traicionera con sus esposas: Las divorciaban para tomar mujeres más
jóvenes y atractivas. A la primera esposa se le llamaba: “La mujer de tu
pacto.” (Malaquías 2:14). Dios mira a los votos matrimoniales como un pacto
solemne que no debe tomarse ligeramente:
“Guardaos,
pues, en vuestro espíritu, y no seáis desleales para con la mujer de vuestra
juventud. Porque Jehová Dios de Israel ha dicho que él aborrece el repudio.” (Malaquías
2:15-16). Si esta era la actitud de Dios en una época en la cual Él permitía
(toleraba) el divorcio, ¿cuál será la actitud divina en cuanto al divorcio en
nuestros tiempos? "… Se unirá a su mujer… así que, no son ya más dos, sino uno…Lo
que Dios juntó, no lo separe el hombre.” (Marcos 10:7-9).
Esta generación parece dar mucho interés
al divorcio y a las segundas nupcias. Con frecuencia se aconseja a las parejas
con problemas matrimoniales buscar solución ante Dios, por medio de los
consejeros cristianos. Pero, en vez de intentar una solución, corren de prisa a
las cortes de divorcio. ¡Es tan fácil conseguir un divorcio en estos días! En
muchas regiones de nuestro país se ha observado que el número de divorcios,
casi va igualando al número de ceremonias matrimoniales, y según entiendo, el
número del divorcio en nuestro país es, de diez matrimonios siete se divorcian.
La
condición de divorcio, siempre ha sido muy triste y tienen consecuencias
irreparables. El pecado siempre produce sufrimiento para los pecadores y los
que están envueltos por razón de los que pecan. Pero, y ¿qué de las personas
que están pasando un infierno en sus hogares? Puede ser por la violencia de uno
de los cónyuges. Mi consejo es, vuelvan a los pies de Jesucristo y busquen un
consejero cristiano, quien sabe, necesitan una terapia urgente.
Hay
esperanza en Dios (Autor y creador del matrimonio). La palabra de Dios dice: “…
Para los hombres esto es imposible; más para Dios, todo es posible.”
(Mateo 19:26). Quien viene a Cristo, encuentra un nuevo amor y se convierte en
nueva criatura, las cosas viejas pasan. ¡Si acuden a Cristo hay solución! (1
Corintios 5:17). Antes de tomar decisiones extremas, busca ayuda. Hay esperanza
para la persona que sufre. Voy a terminar con la invitación de nuestro Salvador
Jesucristo: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados… yo
los haré descansar...” (Mateo 11:28-30) Amén.
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