DESPUÉS DE LA MUERTE… ¿QUÉ NOS ESPERA?
¿QUÉ NOS ESPERA?....
La muerte es un evento
por el cual todos los seres humanos tenemos que pasar y generalmente es algo en
lo que casi uno no piensa y en muchos casos no se tiene un conocimiento exacto:
¿Cómo es? ¿Cómo será ese momento de transición de esta vida a la otra? ¡Nadie
sabe con exactitud!
Algunas religiones
trataron de dar una explicación de lo que es la muerte, pero lo cierto es que
un conocimiento errado de ella no nos puede ayudar a prepararnos para ese
momento. Lo que sí, escuchamos enseñanzas o tratan de explicar el “después de
la muerte”. Dicen que solo se vaga por allí o incluso afirman que no hay
infierno. Sin embargo, la Biblia nos enseña que después de la muerte, hay dos destinos:
Uno a la vida eterna con el Señor, el otro al infierno al sufrimiento eterno.
La Biblia habla
ampliamente el sufrimiento en el infierno… Por eso, el deseo del Señor es que
todos procedamos al arrepentimiento para escapar de la condenación eterna… Dios
ha preparado un lugar hermoso en el cielo, para todos sus hijos. Lo que
describe la Biblia de ese lugar es algo maravilloso, especialmente en el último
libro (Apocalipsis) describe lo hermoso que será, ya podemos ilusionarnos al
saber lo que vamos a disfrutar, una eternidad realmente gloriosa.
En, Apocalipsis 21:4, dice: “Enjuagará
Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más
llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.” Son
palabras de esperanza, nos espera un futuro lleno de dicha y alegría. Estas
palabras nos ayudan a esperar con paciencia y mucho regocijo… Esta vida que
ahora vivimos, tarde o temprano acabará. ¡Para el cristiano fiel viene lo mejor!…
Sabiendo todo esto, ¿por qué desesperarnos? ¿Por qué dar la espalda a Dios?
¿Por qué aferrarnos a las cosas de este mundo, que pronto pasará?
Cuando dejamos atrás, las cosas que
ahora vemos, todo lo que pertenece a las “primeras cosas” pasarán. Se acabarán
las lágrimas, los llantos, los clamores, las penas y la muerte. Solamente: “…
Hay plenitud de Gozo; delicias a la diestra de Dios para siempre”
(Salmos 16:11). Entonces ya no lloraremos, ni temeremos, ni sufriremos nunca
más por culpa del pecado, ni por tentaciones y tribulaciones del diablo, o por
la maldad, el desprecio, los engaños y los agravios del mundo, porque todo eso
será “cosa del pasado”. Pensemos en lo que nunca más sufriremos a consecuencia
de pensamientos pecaminosos o deseos impuros.
Nuestra alma será capaz de amar a Dios,
entera y perfectamente; nuestro corazón rebozará de la mayor felicidad posible,
al contemplar todo lo sagrado y maravilloso. ¡Oh, qué tiempo asombroso será! Cuando
ya no tendremos que luchar contra un corazón rebelde, que todo el tiempo quiere
separarnos de Dios. Tampoco nos seguirá oprimiendo ese profundo deseo de libertinaje
moral, ni la indiferencia, la frialdad, el odio, la impaciencia ni la soberbia.
¡No tendremos que luchar contra la cobardía para testificar nuestro amor por
Jesús!
Anímense, porque ninguna
cosa creada de este mundo puede
apartarnos de ese amor inmensurable de Dios: ¡Piensen en el bendito descanso
que nos espera!... En este mundo nos encontramos en constante peligro. Cada
sentido, cada miembro en nosotros, cada ser creado a nuestro alrededor, puede
llegar a ser una tentación para caer y estar en ascuas. Es penoso decir, el ser
humano, no puede vivir sin envidiar a sus superiores, o despreciar a los que
están debajo de ellos. ¡Cuán rápido se olvida de dominar la lengua, y más fácil
olvida a su Dios que lo creó!
¡Si son jefes, abusan a los que están a su
cargo! ¡Si son subordinados, protestan por el trato que reciben y los critican!
¡Con facilidad salen a hacer manifestaciones y huelgas de hambre! Esa es la
forma en que funciona el corazón humano… ¡Pensemos en lo que será cuando
estemos libres de todo este mal! Y eso para siempre, sí, por toda la eternidad,
porque “… las primeras cosas pasaron.” (Apocalipsis 21:4).
En este momento, quiero que te detengas
en lo que estás concentrado y piensa un momento: “Los beneficios que vamos a
recibir.” Quiero que pienses, en: ¿Las “… cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”?
(1 Corintios 2:9). Qué maravilloso será cuando el todopoderoso Dios se proponga
deleitar realmente a sus hijos, que volvieron a su hogar, solo reinará la
felicidad…
Finalmente, la
eternidad será un lugar donde seremos recompensados. La Biblia nos enseña
que Dios galardonará nuestra fidelidad. ¡Heredaremos la Corona de Justicia! (2 Timoteo
4:8); ¡La Corona
Incorruptible! (1 Corintios 9:24-25), ¡La Corona de Gozo! (1
Tesalonicenses 2:19), ¡La Corona
de Gloria! (1 Pedro 5:4) y ¡La Corona de la Vida! (Apocalipsis 2:10 y Santiago 1:12).
Aparte de ello, en
Apocalipsis, Jesús exhorta a la iglesia a permanecer fiel (Apocalipsis 2:7, 11,
17, 26). Y en capítulo 3, dice: “…
será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la
vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”, (Apocalipsis
3:5); también, dice: “… yo lo
haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré
sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios”,
(Apocalipsis 3:12); y dice: “…
le daré que se siente conmigo en mi trono”, (Apocalipsis 3:21).
La muerte para el
cristiano representa una gran victoria porque recibirá su recompensa por todo
lo que haya hecho para Dios. Como dice Pablo: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el
morir es ganancia.” (Filipenses 1:21). Él nos promete una
eternidad de gloria, pero para heredarla es necesario que renunciemos a
nuestros pecados y seamos salvos por medio de la fe en Cristo, porque de lo
contrario solo nos esperara la condenación eterna.
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