¿TE IMPORTA EL HOY…?
¿TE IMPORTA EL HOY…?
Continuamos con la
tercera parte, de esta hermosa reflexión: “Aprovechemos esos buenos momentos
que Dios nos da”. Cada día y cada momento el Señor nos da oportunidades que no
debemos desaprovechar, haciendo lo correcto y disfrutando los momentos inolvidables,
junto a nuestros seres queridos y las personas que nos rodean (Salmos 95:7-8).
Es verdad, en
nuestra vida, estamos más ocupados en cosas pasajeras, en cosas que un día
dejaremos, y por tomar más atención en esas cosas pasajeras, descuidamos lo más
valioso… Reflexionaremos en la importancia de: “Aprovechar esos buenos
momentos que Dios nos da”:
2. APROVECHEMOS ESOS BUENOS MOMENTOS QUE DIOS NOS DA.
a) Hoy
es una buena oportunidad.
Piensa un instante en quienes están más próximos a ti:
Tu cónyuge, tus hijos, tus padres, tus hermanos, amigos, etc.
Seguramente “Hoy” vas a querer estar con ellos más tiempo ¿Verdad? “Hoy” ellos te necesitan. “Hoy” ellos están todavía vivos para
que les des una mano. “Hoy” puedes
ser feliz, haciéndoles felices a ellos.
Apreciado lector, quiero que medites en el hecho de
que, tarde o temprano, cuando menos esperes, partirán, o tal vez lo haremos
nosotros antes que ellos. No habrá tiempo para despedidas, ni encargos… Por eso
aprovechemos ahora, mientras dure ese “Hoy”.
“Hoy” podemos comenzar, para que no nos quede ese
dolor de no haberles ayudado, comprendido, apoyado o quizá ni prestado atención
en sus preocupaciones, inquietudes, necesidades, alegrías, etc... “Hoy” estás vivo todavía, puedes comenzar.
Cuando estuvimos trabajando, en la iglesia de un
pueblo llamado Padilla (Chuquisaca Bolivia), había una hermana joven muy activa
y entregada a Dios; me sorprendió con su pregunta. Ella muy preocupada por
hacer feliz a su madre, me dijo:
-Pastor, ¿Qué más puedo hacer para que mi madre se
sienta bien y esté más contenta?
Yo le contesté: - Mientras exista ese “Hoy”,
no olvides de compartir la felicidad de tener a Dios en tu corazón. Luego,
sigue cuidándola y ayudándola en todo. Aprovecha cada día al máximo su cariño.
Dichosos los hijos que todavía tienen sus padres
vivos. Ojalá fueran como esta hermana preocupada por la felicidad de su madre.
No lo olviden, “Hoy” Dios
les da una bonita oportunidad para aprovechar al máximo y compartir con ellos.
El autor del libro de Hebreos, nos hace recordar que el “Hoy” es un día muy importante para
nosotros: “…otra vez
determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David,
como se dijo: Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestros
corazones. (Hebreos 4:7).
b) Hoy es día de llegar a casa…
Y darle un fuerte abrazo a toda la familia, sentarse a disfrutar una
buena conversación con el cónyuge y con los hijos, disfrutar una buena
comida, una buena película o un partido de fútbol.
Este es un buen momento para que le digas a
aquella persona que tanto amas (tu
cónyuge), con entusiasmo, con ganas y con sinceridad: “TE AMO”.
No olvides acercarte a tus padres, a los queridos “viejos”, para expresarles amor y
ternura. Quizás mañana ya no los tengas. ¿Cómo olvidar a nuestros queridos
padres? Ellos nos trajeron a la vida y lo que somos es gracias a ellos.
¿Cómo olvidar a la madre, que nos llevó en su vientre,
en sus brazos y nos dio el cuidado necesario? Ahora que somos padres
comprendemos qué es tener un hijo. No queremos que nadie les haga daño.
¿Verdad? ¡Piénsalo!
¿Y a nuestros hijos, los olvidaremos? Muchas veces
cofunden vivir el “Hoy” con
esas prisas y deseos por tener todo lo que la sociedad les ofrece para ser
felices... solo con el consumismo o comprando cosas pensamos llenar ese vacío.
Sabemos que las cosas materiales no hacen plenamente
feliz a nadie. Eso no es aprovechar el “Hoy”, lo que queremos
presentarles es el amor de Dios (Dios es amor), es la felicidad duradera y
completa que llena nuestro ser y por medio de ella hacer bien a nuestro prójimo
sin esperar nada a cambio.
Hace un tiempo leí una conversación de una mujer que
había escuchado por casualidad, una charla de despedida de madre e hija en un
aeropuerto. Ambas se despedían. Cuando anunciaron la partida del
vuelo se abrazaron y la madre dijo:
"Te amo y te deseo lo suficiente".
La hija respondió: "Madre, nuestra vida juntas ha
sido más que suficiente. Tu Amor es todo lo que he necesitado. También te deseo
lo suficiente".
Ellas se saludaron con un beso y la hija partió.
La madre pasó muy cerca de donde yo estaba sentada y
noté que ella necesitaba llorar.
Traté de no observarla para no invadir su privacidad,
pero ella se dirigió hacia mí y me preguntó:
"¿Alguna vez se ha despedido de alguien sabiendo
que era para siempre?".
“Sí, lo he hecho”, respondí.
“Perdone por la pregunta, pero ¿por qué esta despedida
es para siempre?”
“Yo soy una mujer vieja y ella vive muy lejos de aquí.
La realidad es que su próximo viaje será para mi funeral”, dijo.
Cuando se despidió de ella escuché que usted le dijo:
"Te deseo lo suficiente". ¿A qué se refiere?
Comenzó a sonreír. “Eso es un deseo que hemos transmitido
de generación en generación. Mis padres solían decirlo”, me respondió.
Ella hizo una pausa y miró hacia arriba como si
tratara de recordarlo con detalle y sonrió aún más. Me comentó que cuando
decimos: “Te deseo lo suficiente”, es que deseamos que la otra persona tenga
una vida llena de lo suficientemente para vivir.
Entonces, dirigiéndose hacia mí, ella me dijo lo
siguiente como si lo estuviera recitando de memoria:
“Te deseo que tengas suficiente sol para mantener tu
espíritu brillante”.
“Te deseo suficiente lluvia para que aprecies aún más
el sol”.
“Te deseo suficiente felicidad para que tu alma esté
viva”.
“Te deseo suficiente dolor para que las pequeñas
alegrías de la vida parezcan más grandes”.
“Te deseo que tengas suficientes ganancias que
satisfagan tus necesidades”.
“Te deseo suficientes pérdidas para que aprecies todo
lo que posees”.
“Te deseo suficientes bienvenidas para que logres
soportar las despedidas”.
Luego ella comenzó a llorar y se alejó.
He reflexionado sobre la historia anterior y creo que
muchas veces estamos corriendo al buscar más de lo que es suficiente, pensando
amontonar para mañana. De esa manera desaprovechamos el “Hoy”, perdemos la paz y la tranquilidad por
tener más y más. En realidad, necesitamos aprender a vivir con lo suficiente.
Empecemos por tener primero a Dios, eso es más que suficiente (Mateo 6:33).
En la Biblia tenemos muchos ejemplos que nos enseñan a
vivir el “Hoy” con
lo suficiente que Dios nos da para vivir en paz y felicidad. A continuación
cito algunos textos de la Biblia, para que, al leer medites en la sabiduría de
Dios para vivir el “Hoy”:
Esaú sabía muy bien que, tener mucho más de lo
suficiente en su vida, traía muchas preocupaciones y más aflicción. Él dijo: “ya
tengo más que suficiente. Quédate con lo que te pertenece.” (Génesis
33:9).
El sabio Salomón pidió lo suficiente para vivir en paz: “Dos
cosas te he demandado;
No me las niegues antes que muera: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios”. (Proverbios 30:7-9)
No me las niegues antes que muera: Vanidad y palabra mentirosa aparta de mí; No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, y blasfeme el nombre de mi Dios”. (Proverbios 30:7-9)
El salmista David, testificó de su vida, dijo: “Joven
fui, y he envejecido, Y no he visto justo desamparado, Ni su descendencia que
mendigue pan”. (Salmos 37:25). No hay porque afanarnos y aun caer
en la codicia de solo querer tener más cosas. Cosas que en verdad a veces ni
necesitamos. Al contario el peligro por mucho tener, caigamos en el orgullo de
la autosuficiencia y tristemente nos olvidemos “Hoy” de Dios.
Oremos al Señor el día de “Hoy”, para ver la vida con los ojos de Jesús: “No se preocupen por el día de
mañana…” (Mateo 6:34). Una vida donde estemos agradecidos por lo que tenemos
“hoy”… Te invito elevar una alabanza
a Dios, en agradecimiento por su provisión diaria sobre tu vida… ¡Gracias
Señor! Amén.
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