¿EN VERDAD, DIOS NOS OYE…?
¿EN VERDAD, DIOS NOS OYE…?
En momentos difíciles de nuestra vida, vienen dudas y la pregunta
acostumbrada: “¿En verdad, Dios nos oye?”… Para explicar, no encuentro otra
ilustración que sea mejor, lo que les voy a contar a continuación... Con este
relato, juntos nuevamente vamos a reflexionar; Dios no nos abandona, ni nos deja
solos. Él siempre nos escucha y está a nuestro lado, en todo momento:
"Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa
con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida. Por cada escena
que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran
las mías y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante nuestra, miré hacia atrás, hacia las
pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban
sólo un par de pisadas en la arena. Noté también que eso sucedía en los
momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté
entonces al Señor:
- Señor, Tú me dijiste, a través de tu palabra,
que siempre irías conmigo a lo largo del camino de mi vida. Sin embargo durante
los peores momentos de mi existencia veo que hay en la arena sólo un par de
pisadas. No comprendo porque Tú me abandonabas en las horas en que yo más te
necesitaba-.
Entonces, Él, fijando en mí su bondadosa mirada me contestó:
- Mi querido hijo. Yo siempre te he amado y jamás
te abandoné en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par
de pisadas fue justamente en los momentos de tu vida donde te llevé en mis
brazos-."
Me parece una preciosa reflexión para animarnos y
estar seguros que, Dios SÍ escucha nuestras oraciones. En los momentos más difíciles
de nuestra vida, aunque no vemos a Dios con nuestros ojos carnales, sin lugar a
dudas Él está ahí a nuestro lado escuchando nuestras súplicas. No solo
escuchando, Él está sosteniéndonos, acompañándonos y cuidándonos como el amigo
que nunca falla. La palabra de
Dios, dice: “Invócame en el día de la angustia; te libraré, y tú me honrarás.”
(Salmos 50:15).
Para tener la certeza, que Dios nos oye,
¿qué fundamento tenemos, que esto es verdad? Sin lugar a dudas, esta es una de
las preguntas importantes de la vida cristiana, para que en el momento de la
duda no nos consuma y nos conduzca al sufrimiento…
Si tan solo abriésemos nuestros ojos
espirituales para ver, que no estamos solos o abandonados, nunca y nunca jamás
estaríamos sufriendo… Dios nos cuida como a “la niña de sus ojos” (Deuteronomio
32:10)... Hay razón de sobra, para gritar con alegría y emoción: “¡Aleluya! ¡Mi
ayudador está conmigo! ¡No me abandonará nunca!”
Tenemos un ejemplo en la Biblia: El
miedo del siervo de Eliseo y la desesperación, le llevó al extremo de
deprimirse... Pero, fue solucionado, luego que Eliseo oró a Dios: “¡Te
ruego, oh Jehová que abras sus ojos para que vea!” (2 Reyes 6:17). En ese
momento vio el monte lleno de gente de a caballo, y carros de fuego alrededor
de Eliseo. Imagínense la emoción del siervo de Eliseo, aunque parecían
acorralados por el problema, Eliseo estaba con la cabeza erguida, animando a su
siervo: “… no tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los
que están con ellos.”
Apreciado hermano, quiero decirte como
Eliseo. “No tengas miedo, el que está contigo,
es más poderoso…” Cuando venga cualquier dificultad en tu vida, confía en
Dios y descansa con todo tu corazón, con todas fuerzas, porque Dios peleará por
ti, como dice en Deuteronomio 1:29-31: “… no les tengan miedo. El Señor su Dios
marcha al frente de ustedes y combatirá por ustedes… El Señor su Dios los ha
tomado en sus brazos durante todo el camino que han recorrido hasta llegar a
este lugar, como un padre que toma en brazos a su hijo.” (DHH).
Lo único que podemos hacer es, lo que Dios
mismo nos exhorta a invocarle en el día de la angustia, eso lo dice el propio
Señor, quien nos prometió: “Te libraré…” A esta promesa, agregó:
“…
y tú me honrarás.” Si Dios nos hubiera prometido solo ir a Él, nunca
podríamos saber si realmente vamos a ser escuchados. Habríamos quedado en
eterna duda. Pero, no necesitamos quedarnos en la incertidumbre.
¿Alguna vez, Dios, ha hecho un milagro
en tu vida?... Si es así, regocíjate y dale gracias a Dios; porque Él nunca te
dejará, estará a tu lado para escucharte y socorrerte en momento preciso
(Hebreos 4:14-16)… ¿Puedes seguir en dudas, aunque Dios mismo, te dice: “Te
libraré…”? ¿Crees que Dios cumplirá esta promesa?... Si es así, descansa
en los brazos de nuestro Salvador. ¡Él es Dios, no cambia! ¡Él es el mismo
ayer, hoy y por los siglos! (Hebreos 13:8). Él lo hará.
Jesús dijo: “Cuanto pidiereis al Padre en mi
nombre, os lo dará.” (Juan 16:23). Toda nuestra petición se haga por los
méritos de Jesucristo, por su piedad, por el infinito valor de su obediencia y
sufrimiento en la cruz por nosotros. Solo en Él todas las promesas de Dios son hechas
(2 Corintios 1:20). Si pides a Dios, en el nombre de Jesús, tu petición no
puede ser en vano, ni puede impedir ningún mal en este mundo.
Un Dios que tanto te ama (Juan 3:16), no
puede abandonarte nunca. Eso dijo David: “¡Muchos son los que dicen de mí: Dios no va
a salvarlo! Pero, tú, Señor, eres mi escudo protector, eres mi gloria, eres
quien me reanima. A gritos pido ayuda al Señor y Él me contesta desde su monte
santo. Me acuesto y duermo, y vuelvo a despertar, porque el Señor me da su
apoyo.” (Salmos 3:2-4) (DHH) Y dice también: “En paz me acostaré, y así mismo
dormiré; porque solo tú, Jehová me haces vivir confiado.” (VRV60).
Amén.
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