¡SOY HIJO DE UN GRAN PADRE!
¡SOY HIJO DE UN GRAN PADRE!
He oído hablar de un célebre rey de
Polonia, que consumó grandes hazañas. Cuando le preguntaron cuál era el secreto
de su éxito, les dijo: “Soy hijo de un gran padre, y llevo siempre conmigo, en
un medallón, su retrato. Muy a menudo lo miro.”
Cada vez que se disponía a entrar en combate miraba el retrato de su padre y extraía de él el valor necesario. Cuando tenía que reunirse con sus consejeros hacía lo mismo y luego actuaba con limpieza.
Es un gran ejemplo para nosotros. Es de gran valor, dirigir nuestra mirada espiritual a nuestro Gran Padre Celestial; son las fuerzas en esta vida para el cristiano, que vienen de Él. Llevar en nuestro corazón a Él, es el mayor tesoro de la vida. En sufrimientos, en dificultades y en alegrías, tener presente y dar el primer lugar, es nuestra victoria segura, en todos los contratiempos que vengan. En medio del sufrimiento podemos sonreír, porque Él va con nosotros, la relación con Dios es lo más precioso para el cristiano.
La Persona más cercana y más interesada de
nuestra felicidad y nuestro bien, es Dios: “Sólo yo sé los planes que tengo para
ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro
lleno de esperanza.” (Jeremías 29:11). ¡¡Nuestra esperanza está en Él!!
¡¡En todo momento descansamos en los brazos amorosos de Dios!!! Él sabe de nuestra
mañana, qué pasará con nosotros, estamos seguros que Él nos cuida y nos protege
por siempre.
Cuando nos desesperarmos y queremos
solucionar los problemas a nuestra manera, no resulta. Tenemos un ejemplo, en
Mateo 14:13:21, donde habla de la alimentación de cinco mil personas. En esta
historia nos cuenta, la incapacidad del ser humano para solucionar, cuando
vienen los problemas a nuestras vidas... Los Discípulos se preocupan, sin saber
cómo alimentar a tanta gente… ¿Pudieron solucionar? La respuesta es: “NO”.
En los Apóstoles encontramos, falta de
confianza en su Señor, que estaba a lado de ellos, el Proveedor y el Sustentador
de la vida, el Creador del universo; se notó a lejos esa incredulidad. ¡No
tomaron en cuenta! Quisieron emplear la lógica humana y lo más fácil. De ahí
más allá, el hombre ya no puede hacer nada. Le sugieren al Señor: “…despide
a toda esta gente, para que vayan a las aldeas y compren de comer.” (Mateo
14:15). Es interesante ver la imposibilidad del hombre, los límites se notan.
Y la respuesta del Señor, es más
interesante todavía: “… denles ustedes de comer.” (Mateo
14:15). En otras palabras estaba diciendo, hasta ahora no se han dado cuenta
que estoy con ustedes, no han venido a mí, no han entendido que ustedes no pueden
solucionar. En eso uno de ellos, le dice: “… aquí tenemos sólo cinco panes y dos
pescados.” (Mateo 14:17). Estaban reconociendo, que son incapaces de
solucionar por ellos mismos, con la miseria y con lo poco que uno tiene es
imposible.
Con la compasión y la misericordia que
le caracteriza al Señor, una vez más les enseña a confiar en Él. Porque, ¡Él es
el todo para un cristiano!... ¡La solución es Jesucristo! Él les dijo, estas
hermosas palabras: “TRÁIGANMELOS ACÁ” (Mateo 14:18). ¡Ahí está la solución! ¡Ufff,
un respiro agradable! ¿Verdad?... Al igual que los Discípulos, lo único que nos
queda es llevar a Jesucristo las miserias de nuestra vida, la necesidad y
cualquier otro problema que nos atormenta. El Señor está esperándonos con
brazos abiertos, para intervenir y multiplicar lo que no podemos solucionar: “Venid
a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo
11:28)
Les comparto un testimonio de valentía y
firmeza en la fe, de un siervo de Dios que está atravesando momentos muy
difíciles en esta vida. Les estoy hablando, del pastor Juan Carlos Lafuente. Un
siervo de Dios, que ha trabajado, toda su vida, en la iglesia de Bolivia. Él
necesita nuestro apoyo de oración, confiando que el Señor va a hacer su obra
perfecta en él.
A lo que pedí escribir, un pequeño
testimonio, me envió y dice en sus palabras: “El Pastor René Villegas me ha pedido que comparta brevemente, lo que
sucede con mi salud, quiero relacionar con el tema de hoy. En esta ocasión se
desprende en Mateo 14:13-21, cuando el Señor multiplica cinco panes y dos peces,
para alimentar a cinco mil hombres y
donde sobró después de alimentar, doce sestas llenas; enfatizándose las
palabras del verso 18. “Traédmelos acá.”
Dando a entender que cualquier cosa en las manos del Señor se multiplica.
Esto
viene a ser como una esperanza para mí cuando veo que mi cuerpo tiene cáncer.
Una enfermedad que aún no se ha inventado la cura. Asumo que todo está en las
manos de Dios, porque Él es soberano y mi enfermedad no le ha tomado por
sorpresa a Dios. Él tiene todo bajo su control y mi salud por supuesto es algo
que Él controla. Esto me tiene tranquilo.
Las
oraciones son lo que me tiene de pie, oídas por nuestro Padre misericordioso y
Él obra usando la ciencia, impartida por los médicos cuando además de
medicamentos me someten a quimioterapias y radioterapias para darme salud poco
a poco. También usa insumos como 4 life, café con ganoderma y spirulina. Todo
con una dieta saludable.”
Quiero resaltar de sus palabras, la plena
confianza en Dios, es ejemplo de vida. A pesar de estar pasando por esta situación
difícil, el pastor Juan Carlos sabe, que la única persona que puede ayudarnos,
es Dios. Recordemos siempre, esas palabras hermosas de Jesús: “TRÁIGANMELOS
ACÁ” (Mateo 14:18).
Apreciado hermano, llevemos todo lo que
nos hace sufrir, a los pies de nuestro amado Salvador Jesucristo, para
descansar en Él. Con nuestras fuerzas, no podremos. La fortaleza para cualquier
problema, viene de Dios. Aunque sea de difícil solución el problema, tenemos a
Dios a nuestro lado, que todo lo puede. “Porque nada hay imposible para Dios.” (Lucas
1:37).
Para terminar, quiero dejarles un
hermoso texto, de la palabra de Dios, para que tengan en mente y corazón. Cada
vez que pasen por situaciones difíciles, recuerden siempre, lo que nos dice el
Señor: “Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo… porque Jehová
tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.” (Deuteronomio
31:6). Amén.
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