¡FELIZ NAVIDAD!

¡FELIZ NAVIDAD!

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¡Ha llegado la navidad! Una época muy esperada por grandes y pequeños. La navidad es una época de alegría, una época de celebración, una época de compartir el gozo del nacimiento de nuestro Señor Jesucristo.

Las familias se reúnen para compartir una cena y en medio de esa reunión importante, escuchamos hermosas palabras de reconciliación, palabras de mucha sinceridad, palabras de fortaleza a sus seres queridos, etc…

La noche que nació Jesús, los ángeles anunciaron a aquellos pastores, que apacentaban sus rebaños. El mensaje era, que: “¡Ha nacido el Salvador!” Decía: “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2.14). Pero, ¿alguna vez se ha preguntado dónde se encuentra esa paz?

¿Por qué no hay paz en nuestro mundo? ¿Por qué no vemos esa paz, en nuestras familia, trabajo, vecinos, aún en nuestra iglesia?... Les pregunto: ¿Cuánta paz interior está experimentando en este momento? Si me dice: ¡No tengo paz! Entonces, ¿Dios ha fallado? o ¿No hemos entendido lo que Él nos quiso decir?

Cuenta una anécdota, que había una vez un Rey que ofreció un gran premio al pintor que pudiera captar en un cuadro: La paz perfecta.

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Muchos artistas hicieron el intento. El Rey examinó todas las pinturas, pero solo hubo dos que realmente le gustaron, así que escoger entre ellas.

La primera pintura era de un lago muy tranquilo. El lago era un espejo perfecto donde se reflejaban unas plácidas montañas que lo rodeaban.

Sobre las montañas había un cielo muy azul con ligeras nubes blancas. Todos los que vieron esa pintura pensaron que reflejaba la paz perfecta.

La segunda pintura también tenía montañas escabrosas.

Sobre ellas se veía un cielo tempestuoso y un torrencial aguacero con rayos y truenos.

Muy abajo montañas, parecía retumbar un espumoso torrente de agua.

Este segundo cuadro, no parece trasmitir paz. Sin embargo, al observar con cuidado el Rey vio tras la cascada un delicado arbusto que salió de una grieta de la roca.

En la roca había un nido. Allí, en medio de la rugiente cascada, se posaba plácidamente, protegido por la roca y el arbusto, un pajarito en su nido...La imagen perfecta de paz.

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Esa imagen convenció al Rey de que debía escoger como ganadora la segunda pintura.

“La paz no significa, explico el Rey: En estar en un lugar tranquilo, sin dificultades, sin arduo trabajo o sin dolor. La paz consiste en que, en medio del ruido y de la tempestad, sintamos calma en nuestro corazón."

Queridos hermanos, Dios nunca deja de cumplir su Palabra, cuando dice que nos ama, Él nos ama. Cuando Él dice que nos ha traído paz: “Cristo viviendo en nuestro corazón hay paz.” Así que, el problema no es con Dios, sino con nosotros.

Para muchos la navidad es una época para comprar regalos, una época para cenar en familia, es una época para visitar a los amigos. Pero, para no nosotros, lo más importante sea para reflexionar en el mensaje mismo de la Navidad. Que el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo nos traiga paz y vida eterna, a cada uno de nosotros.

Esta Navidad sea la oportunidad de reflexionar y abrir nuestro corazón a Cristo, para que haya verdadera paz en nuestras vidas y familias. ¿En qué cosas debemos reflexionar en este Noche Buena de la Navidad?

1.      Reflexionemos en el amor del padre para con nosotros (VS 30-32)
Muchas personas en esta época se sienten tristes porque no recibieron un regalo, porque nadie los llamó o porque nadie los visitó, posiblemente hay madres que se sienten tristes por no haber recibido la visita de sus hijos o posiblemente hay niños o jóvenes, sienten que no son amados, porque no recibieron regalos de sus seres queridos.

El mensaje de la Navidad para esas personas, es: Nuestro Padre Celestial nos dio el mejor regalo del mundo. En su amor entregándonos el regalo más precioso, el más valioso, un regalo incomparable: ¡A SU HIJO JESUCRISTO! Como lo dice Juan 3:16: “Porque de tal manera nos amó el padre que nos dio a su hijo unigénito para que todo el que cree en él tenga vida eterna.”

Debemos reflexionar también: ¿Tenemos el mismo amor para con nuestros hijos? y como hijos, ¿Tenemos ese amor para con nuestros padres? Teniendo a Cristo en nuestra vida, sí, vivimos en ese amor… Como hijos hemos fallado y como papás hemos fallado. Hoy sea motivo de reconciliación, dejando el orgullo, que tanto daño nos hace a todos. El amor de Dios reine en nuestras vidas…

El amor de nuestro Padre Celestial, no solo se manifiesta para nosotros, enviando a su hijo al pesebre de Belén, sino también enviando a la cruz del calvario, para darnos salvación. ESO ES AMOR. ¿Estaríamos dispuestos a darle lo mejor de nuestra vida al Señor? ¡SÍ! ¡Así sea!

 2.      Reflexionemos, que en el poder de Dios se hace posible lo imposible (VS 34-37)
El mensaje que recibió María, era imposible que se realice según la razón humana, porque María era virgen. Aún esta pregunta, continúa repitiéndose en nuestros tiempos; lo difícil y lo aparentemente imposible, nos hace preguntar: ¿Será posible?

El ángel Gabriel, nos recuerda: “¡Nada hay imposible para nuestro Dios!” (Vs 37). Para ti querido hermano o hermana que estás viviendo situaciones muy difíciles de enfermedades, para ti que estás enfrentando problemas familiares, para ti que te sientes solo, para ti que te sientes destruido en tu interior por las cosas que han pasado. Jesucristo está contigo para ayudarte, acompañándote y dándote fortaleza.

El mensaje de la NAVIDAD, es: “EMANUEL, DIOS CON NOSOTROS” (Isaías 7:14; Mateo 1:23) No estamos solos. El poderoso que nos ayuda está a nuestro lado. El nacimiento de Jesús, es una muestra del poder sobrenatural de nuestro Dios.

En medio de tu tristeza, en medio de tu dolor, en medio de tu angustia Dios ilumina tu vida y te dice: “Yo estoy a tu lado para ayudarte, nada hay imposible para mí.” ¿Lo puedes creer?

3.      Reflexionemos en la humildad de Jesús (Filipenses 2:5-8)
Como lo dice el conocido himno: “Tu dejaste tu trono y corona por mí…” debemos reflexionar en cómo nuestro Señor Jesucristo se humilló a sí mismo para dejar su trono, su gloria, su majestad, para venir a este mundo lleno de pecado y maldad, para nacer en un pesebre, y morir en la cruz por nuestros pecados.

Siempre me he preguntado: ¿En qué lugares nacen los hijos de los reyes? En lujosos hospitales, con la mejor atención médica, con los mejores cuidados; pero, el Hijo de Dios estuvo dispuesto a nacer en un pesebre, porque Él no venía como Rey, Él vino como el “Cordero de Dios que quita los pecados del mundo.”

Nuestro Señor Jesucristo tuvo la humildad para estar disponible, para llevar a cabo el plan redentor de Dios, a pesar del sufrimiento, a pesar del dolor, Jesús pudo decir: ¡Heme aquí envíame a mí!

¿Podremos nosotros el año 2018, que está por comenzar tener la humildad, para decirle a Dios: Heme aquí Señor, cueste lo que cueste, iré donde me envíes? Porque, nuestro Señor Jesucristo estuvo dispuesto a despojarse de Su gloria y Su majestad para salvarnos a cada uno de nosotros. Y tú, ¿estarías dispuesto a dejar todo, para cumplir los propósitos de Dios?

4.      Reflexionemos en la obediencia de María y de José (Lucas 1:38)
La navidad debe recordarnos: Era necesario contar con dos personas, para que venga el Hijo de Dios, dispuestos a dejar de lado sus planes, sus proyectos, y ser obedientes a la voz de Dios, aceptar con diligencia los planes de Dios para sus vidas, con todo el costo que eso significaba.

Cada uno de nosotros debemos reflexionar e imitar el ejemplo maravilloso de obediencia que María y José dieron a Dios. El poder decir como lo dijo María: “He aquí la sierva del Señor hágase conmigo conforme a su palabra.”

Permitamos en nuestros corazones, que nazca ese verdadero amor, de servir a Dios. De esa manera, se cumpla la profecía de Isaías 9:6: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.”

El día que nació nuestro Salvador Jesucristo, cerca del pueblito de Belén, los ángeles anunciaron a los pastores con una hermosa alabanza. Este cántico sea también nuestra alabanza, en esta Navidad: 

“¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS! ¡PAZ EN LA TIERRA ENTRE LOS HOMBRES 
QUE GOZAN DE SU FAVOR!” (Lucas 2:14).

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¡“UN ABRAZO FUERTE A CADA UNO DE USTEDES Y FELIZ NAVIDAD”!

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