UNA MUJER EJEMPLAR

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Proverbios 31:10-31, comienza con una pregunta: “Mujer virtuosa ¿quién lo hallará?”. Una pregunta muy importante para nuestros tiempos. La palabra “virtuosa” encierra muchas cualidades, de una mujer “ejemplar”. Este texto ha sido muy recordado en cada festejo del día de la madre, y es objeto de reflexión en muchas iglesias cristianas.

Me recuerda a la mujer que me trajo a esta vida: Mi madrecita querida, que ya partió a la presencia del Señor. Pero también, hoy tengo motivos para dar gracias a Dios por mi amada esposa, es algo que no puedo callar y si fuese posible, me gustaría gritar a los cuatro vientos, que la amo con todo mi corazón. Dios me ha dado a una compañera que encierra esas altísimas cualidades, de una mujer ejemplar y mucho más como madre. Considero que ella es como una centinela, siempre vigilante de cualquier peligro que pueda asechar a su familia, siendo el motor principal que mueve nuestro hogar.

Una madre con estas cualidades es el mejor regalo para su familia: “Vale más que las piedras preciosas” (Vrs.10). Pero, ¿dónde, encontramos a esa mujer? ¿La tenemos en nuestros tiempos? ¡Sin duda, que SÍ! Muchas mujeres son poseedoras de esta alta estima. Mujer “virtuosa”: ¡Sí, puede ser encontrada! ¡Es la que teme y honra a Dios!

La confianza en esa mujer es plena, no hay temor de que se siembre en su mente y corazón, la posibilidad de un desvío en su amor. La mejor honra a su integridad es lo que dice el Señor: “que da ganancia y no pérdida” (Vrs.11) y que “da bien y no mal” (Vrs.12). Una mujer íntegra es una socia con Dios, para lograr sus planes. ¡Qué bendición más grande!

La verdad es que las manos de esa mujer, pone en movimiento a toda su familia. Su trabajo no es visible. Sin ella, los demás no funcionarían adecuadamente. Sus manos tienen callos y muestras de sacrificio, como producto de las labores de casa. Ella es amante de las plantas, muestra de ello, florece nuestro jardín, los hijos  contentos y el esposo feliz. Para ella el día comienza en la madrugada y termina a la media noche: “Se levanta aun de noche y  le da comida a su familia” (Vrs.15)... “su lámpara no se apaga de noche” (Vrs.18).

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Ella siempre está ocupada. No descansa. Su mente es industriosa y ahorrativa, los resultados se ven en la economía cotidiana. Ella es fuerte enemiga de la inflación. No compra lo que puede crear conflictos en su familia. No gasta lo que ella puede ahorrar, “Hace telas y vende y entrega cintas al mercader” (Vrs.24). De modo que por sus manos crece el presupuesto.

Cuando se trata de llevar adelante a la familia, se sacrifica. No admite la idea de quedarse con los brazos cruzados. Ella “busca lana y lino” (Vrs.13), se preocupa para hacer la ropa de sus hijos y de ella. Se “viste de tapices y de lino fino” (Vrs.22) y “trae el pan de lejos” (Vrs.14). Esto quiere decir que ella  busca la oferta, aunque implique tiempo. Por otro lado, ella “considera la heredad y la compra” (Vrs.16); eso significa que piensa en el  futuro de sus hijos. En esta actividad se dice que ella “no come el pan de balde” (Vrs.27); no espera que otros lo hagan por ella. Mientras sea útil, su vida está entregada al trabajo de cuidar y proteger a su familia. En una mujer “virtuosa” no hay huella o señal de dejadez ni inutilidad.

“Alarga su mano al pobre” y “extiende la mano al menesteroso” (Vrs.20)... El corazón de una madre, tiene palpitaciones parecidas al de Dios. Cuando sabe que otros necesitan, es movida a misericordia. Ella no sólo atiende su hogar con diligencia, sino que su visión se extiende más allá de sus puertas. En ella se cumple la Palabra que dice: “Bienaventurado el que piensa en el pobre; en el día malo lo librara Jehová” (Salmos 41:1). Su mano  no se cansa de hacer el bien.

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Cuando, dice: “Mujer virtuosa, ¿quién la hallara?” (Vrs.10). Quedaría sin respuesta alguna, si no estaría escrito en la Biblia, la imagen de esa persona a quien se hace tal referencia. El texto dice con claridad: “La mujer que teme a Jehová, esa será alabada” (Vrs.30). La mujer que teme a Jehová, ha hecho de la oración y devocional, su primer altar. Es una mujer que se enriquece diariamente con el “panal de miel” que brota de las páginas de la sagrada Biblia (Proverbios 16:24).

Quiero terminar con esta pregunta: ¿Existe, entonces, la mujer virtuosa? ¡Por supuesto que sí!  El propósito de este mensaje, es también traer a cada mujer a mirarse en el espejo de Proverbios 31:10-31. Si el rostro que allí se mira y es muy parecida a estas virtudes, entonces nuestras palabras para ellas, son las mismas de Proverbios 31:31: “¡Alábenla ante todo el pueblo! ¡Denle crédito por todo lo que ha hecho!”. Amén.
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