PARADAS AL BORDE DEL CAMINO
PARADAS AL BORDE DEL CAMINO
En mi país Bolivia, especialmente en el
área rural del altiplano y valle, hay costumbres bien marcados. Por ejemplo, en
muchos lugares donde no hay caminos carreteros para trasladarse de un pueblo a
otro, uno tiene que caminar distancias muy largas. Todos esos viajeros de a
pie, acostumbran descansar en lugares estratégicos al borde del camino, en un
lugar donde hay agua para beber, una buena sombra y en ese mismo lugar se
encuentra un montón de piedras, llamados “Apachetas”.
Al llegar a ese lugar, el viajero descansa
bajo la sombra, come su merienda y bebe esas aguas frescas y cristalinas que
bajan por esos ríos pequeños, con una vegetación única en esos lugares. De esa
manera recuperan las fuerzas para continuar el camino. Al despedirse, toman una
pequeña piedra cerrando los ojos pasan por la cara y el cuerpo, luego lo tiran
a este montón de piedras, repitiendo estas palabras: “Todo mi cansancio se
queda aquí”.
Al poner este ejemplo, estuve pensando
en las paradas al borde del camino de nuestras vidas como cristianos. El
ejemplo más claro que tenemos es la vida misma de nuestro Señor Jesucristo. La
palabra de Dios, dice: “Jesús… se retiró de nuevo a la montaña, Él
solo…” (Juan 6:15 y Mateo 14:23). Jesucristo necesitaba estar a solas
con su Padre, para tener fuerzas y hacer decisiones importantes. Y nosotros,
necesitamos mucho más, estar a solas con Dios.
Cuando hablamos de esas “paradas al
borde del camino”, me refiero a los lugares de descanso y refugio espiritual, a
la orilla del camino de nuestra vida, un lugar para recobrar fuerzas necesarias
y seguir caminando. En esas paradas, Dios nos hace descansar y nos llena de fuerzas
necesarias. Es necesario, en esos momentos precisos, dejar el ajetreo de este
mundo y concentrarnos en Dios. Como dice el salmista David: “Solo
una cosa he pedido al Señor, solo una cosa deseo: estar en el templo del Señor
todos los días de mi vida, para adorarlo en su templo y contemplar su
hermosura. Cuando lleguen los días malos, el Señor me dará abrigo en su templo;
bajo su sombra me protegerá. ¡Me pondrá a salvo sobre una roca!”
Los lugares estratégicos de descanso
son, sin lugar a dudas: El devocional personal y familiar, asistir a la
iglesia, reunión con hermanos para orar, etc. Son los lugares donde escuchamos
y hablamos con Dios. Necesitamos estas paradas al borde del camino, durante la
semana. Santuarios íntimos con el Señor, donde podamos hacer un alto en
nuestros quehaceres, para dejar que Dios renueve nuestra alma con nuevas
fuerzas. Son momentos de quietud, con nuestro amado Salvador.
En la historia de la iglesia, tener
devocional diario, leer las escrituras ha sido uno de los lugares de parada muy
preciados. Es en ese momento, cuando nos sumergimos en Dios, por medio de su
palabra (La Biblia). Un pequeño estudio sistemático, o la lectura según
programa de textos que nos sugiere la Sociedad Bíblica (nos ayuda a leer toda
la Biblia en un año), hablar con Dios en oración, son el tesoro más preciado,
en la vida del cristiano. Si queremos bendición de Dios para hoy, ¿por qué no
hablar con la Persona que nos va a cuidar y bendecir?
Visitar a un buen amigo cristiano, en el
que confiamos y con el que podemos abrir nuestro corazón, sin lugar a dudas es una
de las paradas al borde del camino espiritual. Que momentos hermosos se pasan
con hermanos con quienes podemos conversar y escucharles sus experiencias y
orar juntos. Para mí, Conversar con mi pastor de la Iglesia es de mucha
bendición, fortalece en gran manera mi alma, es como agua fresca en pleno
desierto, son esas palabras de sabiduría.
Ir a sentarnos a un parque, o en nuestro
patio, o en el balcón de nuestra casa (si tenemos), leer la Palabra de Dios en
ese lugar, nos brinda la oportunidad de descansar en el Señor, inspirarnos y
gozarnos en la creación de Dios. Lo mejor que un ser humano puede hacer es observar
las cosas maravillosas que Dios ha creado, para que nosotros podamos gozar.
Parecen insignificantes, pero son gloriosas experiencias.
Por último, cantar en voz alta uno de
los grandes himnos cristianos o cantos de alabanza, nos ayudan a restaurar nuestro
gozo. El Espíritu Santo llena nuestro corazón. Nos ayuda a sonreír todo el día,
porque sé que nuestro Señor es fiel en sus promesas. Todo el día pasaremos
sonriendo, a pesar de dificultades y adversidades que pasamos. El Señor dice: “Y
sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien…” (Romanos
8:28).
Para terminar, quiero compartir con
ustedes, un consejo del conocido reformador Martín Lutero, cuando escribió a un
amigo, dice: “… A veces siento que, por causa de ocupaciones o pensamientos
ajenos, quedo frio o pierdo la voluntad de orar, pues la carne y el diablo
están constantemente dificultando e impidiendo la oración… Es bueno que de
mañana temprano se haga de la oración la primera actividad, y de noche, la
última. Y debes estar muy precavido acerca de esos pensamientos falsos y
engañosos que dicen: “Espera un poco, dentro de una hora voy a orar, pero antes
todavía tengo que resolver esto o aquello.” Porque con ese pensamiento se pasa
de la oración hacia los quehaceres que prenden y envuelven a la gente al punto
de ya no volver a la oración durante todo el día.” (OS. 5,134)
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