LA SOLEDAD EN EL MATRIMONIO
LA SOLEDAD EN EL MATRIMONIO
Para hablar de “la soledad”, en primer
lugar, tenemos que entender la importancia de la unidad en el matrimonio. La
palabra de Dios, en 1 Corintios 7:5, dice: “... No tarden en volver a UNIRSE
nuevamente…” (NVI). No solo en la relación íntima, marital, es necesario
estar juntos sin separarnos, es en todo aspecto y es una parte fundamental de
la función en el matrimonio, “porque si cayeren, el uno levantará a su
compañero; pero ¡ay del solo! que cuando cayere, no habrá segundo que lo
levante… CORDÓN DE TRES DOBLECES NO SE ROMPE PRONTO”. (Eclesiastés
4:10-12) (NVI). En este contexto hablamos de la importancia y la fuerza de la
unidad.
Uno de los males que hace estragos en el
matrimonio, es el monstruo de la SOLEDAD. Esto parece raro, pensar en dos seres
que un día se habían dado votos de fidelidad y amor, hoy viven como perfectos
desconocidos. En una frase popular se le conoce como: “vecinos en la misma
casa”. Hasta la economía está dividido, nada es uno en ese tipo de hogares.
Se preguntarán, aquellos jóvenes que
están con miras a casarse: ¿Cómo puede haber soledad, entre dos personas que se
aman? Es verdad e increíble aceptar esta realidad. Pero, por causa del pecado muchos
matrimonios viven en esta triste situación, como personas desconocidas o en el
mejor de los casos, como buenos conocidos.
La nueva generación, con su filosofía
modernista, convierte el matrimonio en una unión libre sin compromisos; más
prima el apetito carnal, que las buenas morales y éticos de la familia. El
adulterio ha roto el compromiso sagrado del matrimonio, ese amor genuino ha
desaparecido: “… se complacen hacer lo malo y festejan la perversidad, de
los que andan por caminos torcidos y por sendas extraviadas… olvidándose de su
pacto con Dios, abandona al compañero de su juventud. Ciertamente SU CASA
CONDUCE A LA MUERTE; sus sendas llevan al reino de las sombras. El que se
enreda con ella no vuelve jamás, ni alcanza los senderos de la vida” (Proverbios
2:12-19). (NVI) ¡Qué palabras duras! ¿Verdad? Eso es la realidad de esos
llamados “matrimonios libres”.
Entonces, uno de los causantes de esta
soledad, es el adulterio, que llena de maldición y muerte. El adulterio no solo
afecta a la pareja, sino también a todos los componentes de la familia y todo
esto conduce a la muerte. “Si un hombre comete adulterio con la mujer de su
prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos” (Levítico
20:10). En el momento en que uno comete adulterio, muere el primer amor y los
lazos que les une desaparecen en el matrimonio.
El propósito de Dios cuando creó hombre
y mujer (la familia), nunca fue en sus designios que el ser humano sufra la
soledad, por eso Dios creó para el hombre una ayuda a la mujer, un complemento
adecuado, para que vivan en compañerismo, hasta que la muerte los separe. La
base de la buena salud emocional, espiritual, económica, etc. se encuentra en
la buena salud de la familia, también en la unidad y en la obediencia a Dios.
El Señor mismo diseñó así, en Génesis 2:18, dice: “No es bueno que el hombre
esté solo: le haré ayuda idónea para él”. Y en el versículo 24, dice: “Por
tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una
sola carne”. Es evidente que una de las razones más importantes por las que
Dios creó el Matrimonio, fue resolver el asunto de la soledad y que ambos
desarrollaran un compañerismo, tal que pudieran verse como una sola carne.
Cuando la Biblia nos enseña que “seremos una sola
carne”, habla de un nivel de intimidad y compañerismo inseparable. Dos
compañeros que emprenden juntos la aventura de la vida, en la que formarán una
familia y encontrarán muchas alegrías, muchos sinsabores, muchos éxitos y
muchos fracasos, tiempos de paz y tiempos de guerra, encontrarán tiempos de
felicidad y también tiempos de tristeza. Pero lo más importante es que esos dos
compañeros viajeros, están dispuestos a apoyarse mutuamente tanto para
disfrutar de las cosas buenas de la vida, como para enfrentar las dificultades,
unidos como un solo equipo.
Si volvemos a recordar el texto que
hemos citado en el principio, Eclesiastés capítulo 4, versículo 9. Leemos del 9
al 11, que dice: “Mejor son dos que uno, pues reciben mejor paga por su
trabajo. Porque si caen, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del que está
solo! Cuando caiga no habrá otro que lo levante. También, si dos duermen juntos
se calientan mutuamente, pero ¿cómo se calentará uno solo?” (V.R.V.). En
una vida de fidelidad, si uno cae, se equivoca, o falla, o hace algo indebido;
la función del otro es “levantarlo”, animarlo, apoyarlo; no criticarlo, ni
juzgarlo, ni acusarlo…
Por ejemplo, esos dos compañeros de
viaje, están pendientes si su compañero se resbala, para inmediatamente
tenderle una mano y levantarlo. Si el cónyuge comete un error, en vez de,
acusarlo, juzgarlo, criticarlo con una actitud realmente destructiva: escucha,
comprende, ayuda y trata de solucionar. Eso es el sentido exacto de
compañerismo, en el matrimonio.
Cuando uno está airado es tan difícil de
pronunciar palabras de edificación, por eso es trabajo diario para los dos. En
vez de lastimar a tu cónyuge, que bonito sería que digas: “Mi amor, no te preocupes, quiero que cuentes conmigo para ayudarte en
lo que sea necesario, así como yo cuento contigo para evitar cometer errores,
pero si los cometemos, siempre nos apoyaremos y juntos saldremos adelante.”
¡Dios mío, qué difícil se hace pronunciar estas palabras, a veces! ¿Verdad? Pero,
en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, se puede: “Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece” (Filipenses 4:13).
Si por medio de esta meditación, has visto
que tu matrimonio está sufriendo esta “soledad”, hoy tienes una luz de esperanza
en Dios, para solucionar. Difinititavamente, solo Jesucristo podrá ayudarte, Él
ha pagado nuestra culpa en la cruz y nos ha perdonado. De Él vienen las
fuerzas, en este momento te invita ir a Él: “Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar.” (Mateo 11:28) (VRV). AMÉN.
Que hermosa reflexión para los que estamos casados.Gracias papito es tan difícil este camino del matrimonio pero no imposible de las manos de nuestro Señor Jesucristo.
ResponderBorrarGracias hijita por tu comentario. Es trabajo diario de los dos, para que el "MATRIMONIO", sea cuidado y regado con amor cada día, para que crezca y se mantenga sanito, hasta que Dios nos llame a su presencia.
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