LA OBEDIENCIA ES NUESTRA FORTALEZA
LA OBEDIENCIA ES NUESTRA FORTALEZA
Muy buenos días,
hoy les comparto sobre un tema muy importante: LA OBEDIENCIA. La obediencia es
algo que practicamos desde que hemos nacido, vivimos para obedecer, la
obediencia tiene un alto precio y tiene un premio inmensamente satisfactorio y
tiene una recompensa incalculable. Nuestra obediencia es nuestra fidelidad a
Dios, de donde viene nuestras fuerzas para vivir en esta vida.
Para comenzar
quiero compartirles una ilustración, que nos ha enviado, Luis Gugliota. Dice lo
siguiente: “Un hombre dormía en su cabaña, cuando de repente una luz iluminó la
habitación y apareció Dios. El Señor le dijo que tenía un trabajo para él, y le
enseñó una gran roca frente a la cabaña. Le explicó que debía empujar la piedra
con todas sus fuerzas.
El hombre hizo lo que el Señor le pidió, día tras día. Por muchos años, desde que salía el sol hasta el ocaso, el hombre empujaba la fría piedra con todas sus fuerzas... y esta no se movía. Todas las noches el hombre regresaba a su cabaña muy cansado y sintiendo que todos sus esfuerzos eran en vano.
Satanás decidió
entrar en el juego trayendo pensamientos a la mente del hombre: "Has
estado empujando esa roca por mucho tiempo, y no se ha movido".
Le dijo que la
tarea que le había sido encomendada era imposible de realizar y que él era un
fracaso. Estos pensamientos incrementaron su sentimiento de frustración y
desilusión.
Satanás le dijo: "¿Por qué esforzarte todo el día en esta tarea imposible? Solo haz un mínimo esfuerzo y será suficiente".
El hombre pensó
en poner en práctica esto, pero antes decidió elevar una oración al Señor y
confesarle sus sentimientos: "Señor, he trabajado duro por mucho tiempo a
tu servicio. He empleado toda mi fuerza para conseguir lo que me pediste, pero
aun así, no he podido mover la roca ni un milímetro.
¿Qué pasa? ¿Por
qué he fracasado?
El Señor le respondió con compasión: "Querido hijo, cuando te pedí que me sirvieras y tú aceptaste, te dije que tu tarea era empujar la roca con todas tus fuerzas, y lo has hecho. Nunca dije que esperaba que la movieras. Tu tarea era empujar.
Ahora vienes a
mí sin fuerzas a decirme que has fracasado, pero ¿en realidad fracasaste?
Mírate ahora, tus brazos están fuertes y musculosos, tu espalda fuerte y
bronceada, tus manos callosas por la constante presión, tus piernas se han
vuelto duras.
A pesar de la adversidad, has crecido mucho y tus habilidades ahora son mayores que las que tuviste alguna vez. Cierto, no has movido la roca, pero tu misión era ser obediente y empujar para ejercitar tu fe en mí. Eso lo has conseguido. Ahora, querido hijo, yo moveré la roca".
Las fuerzas
vienen de Dios, si obedecemos Su palabra, Él pelea por nosotros, solo nos queda
descansar en Él, eso es obedecer: “Moisés dijo al pueblo: No temáis; estad
firmes, y ved la salvación que Jehová hará hoy con vosotros… Jehová peleará por
vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.” (Éxodo 14:13-14). Eso me da
alivio. También Pablo experimentó el resultado de la obediencia, él descansaba
en las fuerzas de Dios. En su carta a Timoteo, dice: “Pero el Señor estuvo a mi lado,
y me dio fuerzas…” (2 Timoteo 4:17). Y en el Antiguo Testamento, dice: “Él
da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna… los
que esperan a Jehová tendrán nueva fuerzas…” (Isaías 40:29-31).
Lo contrario de
la obediencia es la desobediencia o la rebelión. En la Biblia tenemos varios
ejemplos de personas que desobedecieron y sufrieron las consecuencias
terribles. Uno de ellos fue Saúl, desobedeció a Dios, pero antes de sufrir las
consecuencias, escuchó las tiernas palabras de Dios, para tener tiempo de
arrepentirse: “¿Y crees que al Señor le gustan tus holocaustos y ofrendas más que la
obediencia a Sus Palabras? Entiende que obedecer al Señor es mejor que
ofrecerle sacrificios, y escucharlo con atención es mejor… ser rebelde es lo
mismo que practicar la adivinación, y ser obstinado es lo mismo que ser
idólatra. Puesto que tú no tomaste en cuenta lo que el señor te ordenó…”
(1 Samuel 15:22-23). Dura reflexión para Saúl.
Para nosotros
también sea una reflexión de parte del Señor, para tomar en cuenta. A veces nos
cuesta recibir una reflexión de esa naturaleza, no es fácil aceptar. Pero, vale
la pena meditar para que se convierta en bendición. Porque el Señor no mira la
apariencia del hombre. Él dice: “… Yo soy el Señor, y veo más allá de lo que
el hombre ve. El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Yo miro el
corazón.” (1 Samuel 16:7).

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