CONSEJOS DE UN PADRE

Muy buenos días
y muchas bendiciones del Señor. Hoy quiero compartir un mensaje a los papas. Antes de partir de esta vida a la otra que nos espera, nos gustaría
recomendar a nuestros hijos, las experiencias vividas en esta tierra,
especialmente de las victorias y sobre todo de las derrotas que evitar, que les
sirvan en el diario vivir.
El patriarca David
lo hace con su hijo Salomón, uno de los versículos que me llama la atención, dice:
“…
Ánimo, y pórtate como todo un hombre. Cumple los mandamientos del señor tu Dios, y no te apartes de sus
caminos; sigue sus sendas y cumple con sus leyes y preceptos, tal como están
escritos… así prosperarás en todo lo que hagas y en todo lo que emprendas. Si
lo haces, el señor confirmará la promesa que me hizo...” (1 Reyes
2:2-4). Lo más importante recomendación es obedecer a Dios, porque de Él mana
la fuerza, para el diario vivir.
La experiencia de
David era una riqueza incalculable, es para escuchar y aprender de su vida, que
muchas veces lo pasamos también nosotros. Su hijo no podía desperdiciar esos bellos
consejos de su padre. Salomón lo pone en práctica y el resultado conocemos que
fue bendecido en gran manera. Y él mismo lo confirma, con estas palabras: “… si
él fuere hombre de bien, ni uno de sus cabellos caerá en tierra, más si se
hallare mal en él, morirá.” (1 Reyes 1:52).
Tenemos a
nuestro lado una nube de testigos, de lo que vivimos. Especialmente nuestros
hijos ven, nuestra actitud y nuestra fidelidad a Dios. Ellos, después que ya no
estemos en esta tierra serán bendecidos. Por eso, debemos dejar bonitos
recuerdos, ellos después de que ya no estemos con ellos, lo recuerden y lo
pongan en práctica. La palabra de Dios dice: “Camina en integridad el justo;
sus hijos son dichosos después de él.” (Proverbios 20:7).
Si no ha recibido a Jesús como Señor y Salvador, hoy es el día para que lo
haga. Recuerde que, tomados de la mano del Salvador, emprendemos el maravilloso
camino hacia el crecimiento personal y espiritual. No se arrepentirá de tomar
esta decisión. Sin Él estamos perdidos (Juan 15:5).
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