¡EL DOLOR DE UNA MADRE POR SU HIJO!
¡EL DOLOR DE UNA MADRE POR SU HIJO!
El 11 de marzo del 2011, un grupo de rescatistas
intentaban levantar los escombros del terremoto que acababa de azotar a Japón.
El esfuerzo de los hombres por encontrar cuerpos con vida se hacía cada vez más
difícil, hasta que uno de los voluntarios encontró algo que llamó su atención.
Entre los restos de una casa derrumbada, se encontraba
una mujer con la espalda y el cuello quebrados por el impacto de las paredes,
pero su posición les pareció extraña. La japonesa se encontraba de rodillas,
con los brazos en el suelo, como si estuviera orando. Uno de los rescatistas se
acercó para tomarle el pulso y verificar que se trataba de un cuerpo sin vida.
Al no encontrar signos vitales en la mujer se retiraron decepcionados.
Repentinamente, uno de los hombres sintió la necesidad
de volver a ver el cuerpo. No supo explicar el porqué, pero logró convencer al
grupo de regresar a los escombros donde habían encontrado a la mujer. Él quería
revisar nuevamente.
¡Un niño! Gritó. Debajo el cuerpo de aquella persona,
se encontraba un bebé de tres meses envuelto en una manta. Ahora, el cadáver no
era una incógnita, si no que se trataba de una madre que al no ver escapatoria
alguna durante el sismo, protegió a su pequeño hijo cubriéndolo con su cuerpo
para que pudiera vivir. El niño se encontraba durmiendo y en perfectas
condiciones según el doctor que lo revisó, pero guardaba algo…
Al destaparlo, un teléfono cayó desde la manta que lo
cubría, y en la pantalla estaba escrito “Si puedes sobrevivir, tú tienes
que recordar que te amo”
No hay amor más
grande en este mundo, que el amor de una “madre”. ¡Es incomparable! Ella tuvo a
su hijo por nueve meses, en su vientre; ella trajo a la vida y ella misma lo alimentó,
sigue cuidando y aun da su propia vida para proteger a su hijo... Por eso, el
dolor es algo que está ligado siempre a una madre, de una u otra manera, el
dolor está presente en la vida de toda madre.
Me recuerda el
sufrimiento de mi querida madre (Q.P.D). Cuando yo estaba en la edad de la adolescencia,
decidí irme a la ciudad de Cochabamba (Bolivia), y mis papás vivían en el
campo. Para entonces no conocía la palabra de Dios.
Una vez, mi
madre le comentó a mi esposa: “…Cuando mi
hijo vivía en la ciudad, lejos de mí, sufría mucho… muchas veces despertaba a
media noche llorando, pensando que mi hijo, tal vez se ha emborrachado, o le han
agredido, o durmiendo en la calle… Pero, cuando él entregó su vida a Dios,
duermo tranquila... Mi hijo está asegurado en las manos de Dios...”
Las madres desde
el parto han sentido ese dolor por sus hijos, pero eso no es un impedimento
para que la mayoría de las mujeres, anhelen con todo su corazón convertirse en
madres a pesar del dolor. Pero también es una realidad que el dolor del parto
quizás se queda corto, ya que es momentáneo, comparado con el dolor que sus
hijos le causan.
¿Cómo olvidar a
la madre que se sacrificó por nosotros? Ellas han trabajado sin escatimar el
esfuerzo, el clima o distancia (lo han hecho por amor), prefirieron soportar
hambre para que sus hijos coman, ni se han vestido bien para que tengan abrigo sus
hijos… Y ahora que son ancianas ¿La abandonarán?... Muchos lo han olvidado. Con
tristeza vemos en las noticias, madres abandonadas a su suerte… ¿Cómo
olvidarlas a esos seres tan maravillosos que Dios nos ha dado?
Quiero
recordarles a todos los hijos, cuando eran pequeños ellas se ingeniaban cosas
que ni nos imaginamos, ni recordamos. Hemos olvidado. ¿Verdad? Frases hermosas,
para convencer a sus pequeños hijos. Por ejemplo, para que coman, levantan la
cuchara y dicen casi recitando: “… Avioncito,
avioncito, aterriza recto a la boquita…” Cuando logran comer, se sienten dichosas,
porque su hijo ha comido. Exclaman con alegría: “Estoy feliz, mi hijito ha comido”... ¡Qué tiernas palabras! ¿Quién
otra persona pudo haber hecho?... Cuando su hijo se enferma, se convierte en
enfermera, médico, farmacéutica y nutricionista. Si no puede sanar, con
lágrimas busca ayuda donde puede.
Parece que a algunos
hijos se les ha olvidado, todo lo que han hecho sus madres y el trato que han
recibido. Muchas veces hemos visto con pánico, el trato que están dando a sus ancianas
madres; las tratan con crueldad: “Si
quiere que coma, sino, que deje ahí… esta vieja.” ¿Es exagerado y fuerte lo que digo? No. Así se
escucha muchas veces, tal vez tú también has escuchado.
En este día
vamos a reflexionar en el dolor que le causamos a una madre, en algunos casos
sin darnos cuenta y otros al intento. Alguien dijo: “El dolor causado por un
hijo, es peor que un parto”… La actitud de soberbia, primero, contra Dios y
luego contra su madre, es el dolor más grande que puede experimentar una madre.
¡Lo siente en todo su ser y en lo profundo de su corazón! Sabiendo que su hijo,
da la espalda a Dios y por ignorancia hace cosas ingratas, eso apena a la madre.
La palabra de
Dios dice: “Honra a tu padre y madre, que es el primer mandamiento con promesa;
para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” (Efesios
6:2-3). Dice también: “No se engañen ustedes: Nadie puede burlarse
de Dios. Lo que siembra se cosecha” (Gálatas 6:7) (DHH). Honrar a la
madre es alegrar, ayudar, acompañar y cuidar. Dios dice que es muy importante
este mandamiento, tiene premio y ¿qué es el premio? ¡Te va ir bien! y ¡tendrás larga vida!… Y cuando dice “Lo
que siembra cosecha”, lo que hoy estás haciendo con tus padres, el
peligro es que tu hijo hará lo mismo
contigo…
Hoy es día de
cortar esta maldición como hijos, construyan bendición para el buen futuro de los
hijos y nietos... Cuantas madres ven a sus hijos vivir de fracaso en fracaso,
pero ni aun así quieren buscar a Dios, cuantas madres al tratar de hacer
entender a sus hijos, de que Dios los ama y les busca, aun hacen lo imposible
para querer llevar a la iglesia. En lugar de humillarse y arrepentirse, dicen: “Dios no existe, déjame vivir mi vida, yo no
quiero nada con Dios, etc, etc.”
Cuantas madres
ven a sus hijas sufriendo en su vida como madres solteras, sufriendo maltratos,
sufriendo grandes necesidades, pero aun a pesar de eso no quieren doblegar su
soberbia delante de Dios. Es doloroso para una madre cristiana ver a sus hijos
llenos de soberbia contra Dios, porque una madre sabe que la única felicidad está
en Dios y las bendiciones de Dios son eternas. ¡No es bueno ser terco!: “El
hombre que reprendido endurece la cerviz, de repente será quebrantado, y no
habrá para él medicina.” (Proverbios 29:1).
Ahora viene la
pregunta: ¿Hay solución?... Sí, ¡Gloria a Dios! Hoy tienes una bonita
oportunidad para solucionar… ¿Qué tienes que hacer? ¡Casi nada!... ¡Lo único
que puedes hacer es arrepentirte y abrir tu corazón a Jesucristo! Porque hoy,
Jesucristo toca la puerta de tu corazón (Apocalipsis 3:20). ¿Abrirás la puerta
de tu corazón a Él? La respuesta la tienes tú.
Entonces si ya
no necesitas hacer nada, deja el ayer. ¡Ayer ya pasó! Corre de prisa a los pies
de nuestro amado Salvador Jesucristo, pide perdón… Él te dice: “… ahora
es el momento oportuno. ¡Ahora es el día de la salvación!” (2 Corintios
6:2) (DHH). Cristo murió por ti para darte salvación y solo Él puede ayudarte,
porque te ama (Juan 3:16). Eso es la mejor medicina y el mejor camino para una
vida lleno de dicha y bienestar. ¡Alegrará tu alma y tu madre estará feliz!
Para terminar
quiero recalcarte, no olvides de reconocer, que tu necedad, es causa de
tristeza en el corazón de tu madre (Proverbios 10:1). Luego, se humilde y
arrepiéntete de todo corazón, y busca a Dios (Isaías 1:18). También, reconoce
que para una madre no hay mayor alegría que saber que sus hijos están en los
caminos del Señor (3 Juan vs 4). Por último, dale el mejor regalo de todos
los regalos, en este día de las madres: Vuelve hoy a los caminos del señor,
recibe a Cristo en tu corazón como señor y salvador de tu vida. Amén.
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